Los cambios de hábitos de la pandemia se montaron sobre un mercado de agregadores y adquirentes que ya estaba transformándose: con más ‘jugadores’ que apuntan a la base de la pirámide y ofrecen más servicios, los pagos contactless (sin contacto) comienzan a despegar.
Aunque ya sea un lugar común, no deja de ser cierto: la pandemia transformó nuestras sociedades de múltiples maneras y una de ellas es en la forma de pagar. En América Latina, cientos de miles de personas que nunca habían realizado pagos digitales comenzaron a hacerlo. Esta novedad no sólo cambió su realidad cotidiana sino que las abrió a incorporar nuevas tecnologías: salir de su “zona de confort” les permitió ver el abanico de oportunidades que ofrece el mundo de las tarjetas y los medios digitales de pago.
Pero tan importante como este fenómeno es que el sistema estaba listo para ofrecer estos servicios. Desde hace algunos años, la incorporación de fintech, agregadores de pagos y nuevos adquirentes dinamizó un sector que, como nunca antes, se propuso incluir financieramente a comercios y segmentos de la población que permanecían ajenos a estas oportunidades. Este proceso tuvo una serie de hitos en nuestra región. El último acaba de ocurrir en Chile: la aprobación del modelo de cuatro partes, que separa las figuras del emisor y del adquirente, incorporando nuevos participantes y mejores servicios al sistema. En Argentina, este proceso comenzó antes y se consolidó con la apertura de la adquirencia a partir de 2019. Bancos, procesadores, agregadores, adquirentes y las propias tarjetas impulsaron más y mejores productos y servicios de la mano de empresas como GeoPagos, proveedora de la tecnología detrás de esta revolución.
En este panorama, sobresalieron entre otras tecnologías: QR, billetera y contactless. Los códigos Quick Response fueron un enorme aliado para quienes necesitaban llegar rápidamente y de manera digital a clientes que no necesariamente estuvieran bancarizados. Bajo el modelo tradicional, esto no hubiera sido posible: para tener una tarjeta de crédito, esa misma persona debía tener una cuenta bancaria y un historial crediticio que la sustentara. La irrupción de las billeteras virtuales con tarjetas prepagas permitió la incorporación de ese tipo de cliente, que ahora sí era capaz de realizar un pago digital, tanto en la puerta de un comercio o con su mismo celular, a través de un código QR enviado por WhatsApp.
Estas transacciones, caracterizadas por su simpleza y agilidad, son en general de montos bajos, como los que predominan en la base de la pirámide: comercios de cercanía, almacenes, estaciones de servicio. Compras de la vida cotidiana. Paralelamente a QR, las tarjetas sin contacto crecieron enormemente en este tipo de transacciones, pero sumando un diferencial muy importante: mayor seguridad y aún mayor inmediatez. Mediante tecnologías de identificación por radiofrecuencia, el lector reconoce el chip de la tarjeta y asegura la transacción.
Además de permitir las precauciones de higiene y seguridad a las que obliga la pandemia, tanto QR como las tarjetas sin contacto tienen la virtud de cruzar dos redes a priori separadas: la de las cuentas virtuales (o CVU) y las cuentas bancarias. Son ‘autopistas’ donde transita información muy valiosa.
“Tap To Phone”: el paso siguiente
En asociación con Visa, GeoPagos estuvo detrás de la primera puesta en operación de la tecnología Tap To Phone en América Latina. Se trata de una instancia superior en el desarrollo de los pagos sin contacto, en la que un celular Android se convierte en una terminal de pagos que identifica al chip de la tarjeta. Es decir que no requerirá de ningún hardware específico, a diferencia del pago contactless convencional.
Esta tecnología no sólo democratiza el acceso a esta solución rápida, simple y confiable sino que reduce los costos generales del sistema. El futuro ya está llegando. Y es sin contacto.
(*) CTO de GeoPagos, empresa que crea soluciones digitales de pagos para el ecosistema financiero.