Año 2021, vigésimo primer año del siglo XXI y del III milenio, primer año de la tercera década del siglo XXI y el segundo de los años 2020. Es el año del Buey, de acuerdo con el horóscopo chino. Para la Organización de las Naciones Unidas, marca varias cosas, disímiles entre sí: el inicio del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas y el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, de las Frutas y las Verduras y de la Eliminación del Trabajo Infantil y-por último pero no menos importante- el Año Internacional de la Paz y la Confianza.
En nuestro país, por decreto del PEN Nº 18/2021, es el Año de Homenaje al Premio Nobel de Medicina Dr. César Milstein. En los considerandos de dicha norma se expresa, en cuanto interesa a esta columna: “Que en el contexto de la pandemia por Covid-19 declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) resulta innegable el rol de la investigación científica como herramienta para superar la pandemia y como medio para lograr la recuperación, el desarrollo socioeconómico, la generación de empleo y la igualdad de oportunidades”. No son malos objetivos, todo lo contrario. El tema es ver qué es lo que se hace para alcanzarlos, más allá de la enunciación en el papel.
Un nuevo año ha comenzado y -como es natural- poco y nada ha cambiado. Es que las cosas no cambian mágicamente de un día para otro sino que mejoran o empeoran, se resuelven o continúan dando problemas en función de lo que hagamos para ello.
Es así que, cuando nos pusimos a pensar sobre qué tema escribiríamos en nuestra primera columna del año, nos dimos con que eran todas cuestiones recurrentes. Eso sí, con aristas distintas en algunos casos, que no pasan de ser variantes dentro de un mismo modelo conceptual.
Igual que en el año que pasó, parece ser que el tema covid-19 marcará la agenda de este nuevo giro alrededor del sol. Los problemas con la vacuna han surgido en este último tiempo y, más allá de las dificultades y discusiones que han producido, resulta una luz de esperanza a tener en cuenta para poder retomar la normalidad. Sin embargo, los excesos de algunos niveles del Estado, de los que ya hablamos reiteradamente el pasado año, parecen seguir vigentes, limitando los derechos básicos ciudadanos. A ellos se suma el caso de Formosa, que plantea no pocos interrogantes frente a la posibilidad de existir una violación sistemática de derechos humanos básicos. Por otro lado, la rebeldía frente a lo ordenado por las autoridades también se muestra de manera creciente, aumentando el incumplimiento de las pautas de sanidad con todos los riesgos que eso trae aparejado.
En nuestra provincia, la aparición de un falso médico cumpliendo un papel destacado en el COE es un llamado de atención y preocupación, que denota, en cierta medida, las dificultades y debilidades de nuestras instituciones públicas.
Otra cuestión que preocupa y mucho es el aumento de los casos de inseguridad. Si bien era previsible, también era evitable con medidas acertadas, que respondan a un plan científico y no a la consabida medida de aumentar “la presencia policial” en la calle. En el ramo, el incremento de los delitos y de la violencia de los mismos parece un espiral sin fin, que requiere una respuesta madura y eficaz tanto de nuestra policía y autoridades políticas como de la justicia.
La novedad de este año es el intento de comenzar el ciclo lectivo con las clases presenciales. Una demanda de muchos padres, alumnos, docentes y sociedad en general, que venía en aumento desde el año pasado y que ahora, con más voluntad que respuestas concretas, se está tratando de satisfacer. Esperemos que se concrete de una vez ya que en mayor o menor medida el no tener clases “normales” ha afectado seriamente la educación de nuestros jóvenes y niños. También es de desear que se haga con el profesionalismo y cuidados que esa medida, necesaria, requiere en un marco de pandemia no sólo para mantener los riesgos de contagio dentro de lo aceptable sino también para que el tiempo en la escuela se capitalice de la mejor forma.
Sería triste que la vuelta a las escuelas termine en un montaje de escenografía para conformar a la sociedad en un año electoral, sin encararse de modo serio, a conciencia y persiguiendo obtener lo mejor de una situación por demás complicada.
En el campo judicial, nos preparamos para enfrentar un nuevo año en el que se profundizará el uso de medios electrónicos para la tramitación de la causa. Desde aquí venimos celebrando esta medida. Sin embargo, no dejamos de advertir cierta limitación al trabajo de los abogados que afecta el derecho de defensa de los justiciables: si bien no se relaciona en forma directa con la informatización del sistema, la medida de la AFIP que obliga a revelar información tributaria de sus clientes a ciertos profesionales, entre ello los abogados. Un claro ejemplo del avance del Estado por sobre las garantías ciudadanas, que en un país con nuestro pasado, ya sabemos por regla adónde conduce.
(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas
(**) Abogado. Doctor en derecho y ciencias sociales