Ibiza, la isla de ensueño que nunca duerme, de noches desenfrenadas, playas animadas, atardeceres incendiados y fortalezas renacentistas. Libre y sensual, única capaz de combinar la elegancia y lo sofisticado con el espíritu hippie y descontracturado. Enclave ideal para encontrarse o perderse.
Por Carolina Brenner – [email protected]
Enviada especial a IBIZA-España
No es un catamarán. La gran embarcación multicolor que aguarda en el muelle de Figueretas es la extensión de la fiesta de Ibiza hacia el mar.
El escenario de la party boat zarpa de las costas ibicencas al ritmo de un repertorio de electrónica que “bandejea” el DJ en su cubierta. Es mediodía y el calor del verano europeo incentiva a los pasajeros a lucir sus trajes de baño mientras se contonean al ritmo de la música electrónica, provistos por una inagotable barra de tragos.
La travesía náutica se detiene aguas adentro frente a Playa d’En Bossa, la más concurrida por la fauna jaranera. A varios metros de la costa, el Mediterráneo invita a surcar las olas sobre un jetsky y la spin-jet, lancha rápida de maniobras zigzagueantes.
Luego, el jolgorio continúa su rumbo, mientras el animador improvisa juegos y monerías, hasta desembarcar en Formentera, pequeño retazo de arenas finas que recorta el horizonte azulado. Es tiempo de sumergirse, hacer snorkel y gozar de la playa Ses Illetes, una de las más bellas del mundo.
El regreso coincide con el atardecer y programa una parada estratégica en el momento en que Es Vedrá, pirámide natural asimétrica que emerge del océano, se desprende de un cielo incendiado por el sol en su despedida.
La música se adueña del paisaje y no detiene su intensidad, incluso después del desembarco.
El espíritu festivo continúa en tierra a lo largo y ancho de los balnearios, hoteles, restaurantes y megadiscotecas durante las veinticuatro horas del día. No hay límites para la diversión y el archipiélago pone a disposición todo lo necesario para vivirla a pleno.
Más que una cara bonita
Aunque su reputación está ligada a la vida nocturna y al descontrol, Ibiza es mucho más que una cara bonita para salir a bailar. Además de su reconocimiento como gran templo musical, cuna de artistas, deejays de fama universal, productores y especialistas en entretenimiento, encierra un despliegue natural y cultural digno de descubrir.
Sus casi seiscientos kilómetros cuadrados de superficie, con aproximadamente docientos de costa, le permiten albergar gran diversidad de entornos y estilos.
Ibiza o Eivissa es el nombre de uno de los cinco municipios que completan el itsmo junto a Santa Eularia des Riu, Sant Antoni, Sant Joan y Sant Josep.
Además de coincidir con el nombre de la isla, esta porción del territorio es famosa por albergar al emblemático centro histórico que, envuelto de murallas renacentistas, sobresale desde uno de los relieves más pronunciados de la costanera. Se trata de la ciudad fortificada Dalt Vila, declarada Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1999 y que cobija a la catedral de estilo gótico catalán, el castillo y la Almudaina, en un entramado laberíntico de calles estrechas, rotondas y plazas floridas.
La fortaleza antigua, que emerge desde la sierra, es abrazada por un círculo blanco de construcciones modernas. En esta circunferencia y de gusto exquisito, los comercios -principalmente de indumentaria y souvenires- descienden desde las laderas hasta desembocar en el puerto, junto a la máxima concentración de restaurantes gourmets y bares de temáticas y propuestas infinitas. Frente a ellos, yates de tamaño desmesurado, veleros y otros barcos que parecen extraídos de películas se menean orgullosos entre las escolleras.
Los turistas desfilan a lo largo del paseo marítimo buscando algún espacio entre la muchedumbre donde poder compensar el calor estival con un aperitivo refrescante. Hay alemanes, británicos, italianos y franceses. Están los peatones estridentes “lookeados” para llamar la atención y los más relajados con las típicas vestimentas claras de algodón que hacen honor a la época en que los hippies dominaban la región.
Parte de este recuerdo es el que mantiene vivo la discoteca Pachá, ubicada muy cerca de allí y que hasta la fecha celebra la Flower Power, convocando a sus cultores a que repliquen la onda de los años 60 en el vestuario, accesorios y temas musicales. Como Pachá, hay discotecas y clubes nocturnos para todos los gustos. Entre los más prestigiosos, encabezan el circuito Amnesia, Privilege, Blue Marlin, KM 5, Space, Teatro Pereyra y Ocean Beach.
Más volumen
Diferente al ambiente que se vive en la zona histórica y la Marina, es el área de Playa D’en Bossa, cuya arteria principal es un conglomerado de boliches y pubs, donde se concentra el segmento más joven. En esta zona, el volumen es elevado, la gente está más alborotada y no hay espacio para el descanso.
Aquí se concentran los hoteles-conciertos cuyos interiores sirven de plataforma para las presentaciones de deejays y bandas internacionales. Es el sitio elegido para los desprejuiciados viajes de solteros, las pool partys (fiestas en las piscinas) y las importantes ingestas de alcohol.
Para quienes prefieren ser meros espectadores de esta puesta en escena y alejarse del bullicio cuando deseen, mejor alojarse en otro sitio como Figueretas o Talamanca, ambos bañados por un mar calmo y transparente, y una pintoresca costanera salpicada por pequeños restaurantes.
(Ver también: Sabores de Ibiza)
Calas de norte a sur
Además de Figueretas, la opción de balnearios es inagotable. Los del norte son los más tranquilos y vírgenes, entre los que se destacan: Xarraca, Xuclar, S’Illot d’es Renclí, D’en Serra y sus tradicionales casetas de pescadores. Hacia el oeste sobresalen Cala Carbó, D’Hort, Platges de Comte y Cala Bassa, custodiada por acantilados escarpados. Cerca de allí, el mejor culto al febo se disfruta desde la terraza de Café del Mar en el pueblo de San Antonio, junto a centenares de personas que invaden el predio para la ocasión. Algo similar sucede los domingos en la playa Benirrán, donde los hippies “auténticos” despiden el día acompañados por el sonido de tambores y bailes.
Hacia el noreste, las playas adquieren otras particularidades: Cala Boix es la única con arena más oscura; Pou d’es Lleó destaca por su costa irregular de arena rojiza, y Aigües Blanques que -junto a Playa d’es Cavallet en el sur- es oficialmente nudista.
Además de sus playas multifacéticas, el sitio también conocido como las Pitiusas por su abundante reserva de pinos, se destaca por albergar el parque Ses Salines, cuya blanca salinidad contrasta con la paleta de turquesas que pinta al mar.
Estos atributos naturales junto con la vasta propuesta de entretenimiento coronan a la isla como la soberana del reino festivo y ecléctico de Europa.
Cómo llegar
Pasaje Córdoba-Barcelona desde $15.000 finales ida y vuelta.
Desde Barcelona, hay vuelos diarios a Ibiza a partir 150 euros, ida y vuelta.
Dónde dormir
La Playa d’En Bossa es la más popular y la que cuenta con los hoteles más masivos. La zona de Figueretas es tranquila y está a unos 15 minutos del casco antiguo de Dalt Vila y el puerto.
Qué hacer
• Excursión party boat. Siete horas de duración. Incluye gastronomía, barra de tragos, visita a la Isla Formentera, paseo en moto de agua y spin-jet. Precio por persona desde 85 euros.
Más información
www.ibiza.travel
[email protected]