Por Florencia G. Rusconi (*)
El 24 de abril se conmemoraron 105 años del genocidio armenio, el asesinato de más de un millón y medio de cristianos de esta nacionalidad perpetrado por el Imperio Turco Otomano entre 1915 y 1923. La masacre comenzó el 24 de abril de 1915, cuando las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Constantinopla (actualmente Estambul). La cifra de detenidos ascendió a 600 los siguientes días.
Más adelante, el Gobierno ordenó la expulsión de toda la población armenia, que tuvo que caminar cientos de kilómetros por el desierto, sufriendo hambre, sed, pérdidas de vidas humanas, robos y violaciones por parte de los gendarmes musulmanes que debían protegerlos, a menudo en combinación con bandas de asesinos y bandoleros. Se estima que las victimas sumaron 1.500.000 de armenios
En nuestro país, por ley 26199 el Congreso de la Nación Argentina se declaró el día 24 de abril de todos los años como “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos”, en conmemoración del genocidio de que fue víctima el pueblo armenio entre 1915 a 1923. Esta ley fue sancionada el 13 de diciembre de 2006 y promulgada el 11 de enero de 2007 con el espíritu de que su memoria sea una lección permanente sobre los pasos del presente y las metas de nuestro futuro.
Hagop Tabakian, director del Consejo Nacional Armenio de Buenos Aires, expresó que la ley es una norma “contra la violencia impune del pasado y favor de la tolerancia y el respeto entre los hombres”.
La sentencia del juez Oyarbide
Demandas emergentes de la ley 26199 sirvieron de base para los fundamentos de la sentencia categórica y ejemplar del juez federal Norberto Oyarbide (del 1/4/2011) ante la demanda iniciada por el escribano Gregorio Hairabedian y copatrocinado por las instituciones de la comunidad armenia. El fallo declara la verdad histórica del delito de genocidio cometido en perjuicio del pueblo armenio y responsabiliza al Estado turco.
De esta manera, en un hecho jurídico sin precedentes, la justicia argentina se sumó al reconocimiento del Poder Legislativo y Ejecutivo Nacional, ratificando la histórica posición de apoyo y solidaridad de nuestro país para con los reclamos del pueblo armenio.
Muy lejos de donde ocurrieron los hechos fue firmada esta sentencia por Oyarbide. Este fue el primer magistrado en el mundo que aplicó para el caso armenio la jurisdicción universal en un proceso que equiparó a los Juicios por la Verdad que se llevaron a cabo en Argentina, cuando las leyes de impunidad impedían juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. La condena es una “resolución declarativa”, es decir que no tiene efectos penales, pero tiene un importante valor para que las familias de las víctimas y sobrevivientes de aquella matanza se presenten en otros foros internacionales.
El juez explicó que la sentencia toma conceptos de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, y datos de documentos clasificados que aportaron Alemania, Inglaterra, Francia, Bélgica y Estados Unidos, entre otros. Entre ellos hay, por ejemplo, cables diplomáticos de funcionarios alemanes en el Imperio Otomano que hablaban de un plan sistemático de exterminación.
La sentencia señala: “Ningún genocidio se hubiera perpetrado si el Estado turco no lo hubiera proyectado e instrumentado, y las grandes potencias en conflicto no lo hubieran permitido”. “Fue (añade) un plan de eliminación de una nación entera, en forma previa a lo que los nazis denominaron ‘la solución final” (por el plan de aniquilamiento de los judíos). La resolución dice que está comprobado el carácter de víctima de los familiares de Hairabedian y concluye que se cometió delito de genocidio en perjuicio del pueblo armenio. “Para los querellantes, se inicia una nueva etapa, que es la de la reparación”, se afirmó. (Fuente: Diario Página 12)
La realpolitik
El genocidio armenio es uno de los ejemplos más escandalosos del doble rasero occidental a la hora de defender la llamada “ley internacional”. Es este caso el que mejor podría ilustrar como la llamada realpolitik siempre es superior para los gobiernos occidentales frente a cualquier consideración moral o ética.
Como explicó el reputado experto de legislación internacional, Alfred de Zayas (ex funcionario de Naciones Unidas y ahora profesor de Ley Internacional en Ginebra, Suiza), hay víctimas “políticamente correctas” y otras a las que se puede “dejar de lado”. “El problema es que hemos creado un sistema de legislación internacional a la “carta”. En Nuremberg se establecieron principios como los crímenes contra la paz o la prohibición de lanzar guerras de agresión, pero en 2003 EEUU protagonizó una clarísima agresión contra Irak que constituye una enorme violación de todas las normativas internacionales. Y no pasó nada”, afirmó.
Bajo esta premisa no resulta sorprendente que la manida “importancia estratégica” de Turquía –un viejo aliado de Washington- primará sobre el hecho histórico o la misma repugnancia que podría generar el exterminio de 1,5 millones de armenios. Poco más de una veintena de estados de todo el mundo han reconocido oficialmente como genocidio lo acaecido con los armenios en 1915.
Fue Ragip Zarakolu, (escritor y activista pro derechos humanos de Estambul, Turquia) quien alertó sobre el peligro que entraña para la misma sociedad de su país la negación del genocidio al sentar las bases de continuas violaciones de los derechos humanos. “Negar el genocidio es promover nuevos crímenes”, sostuvo.
Para Francia es delito negar el genocidio armenio
Como corolario no debemos dejar de recordar y destacar que el Senado francés ratificó en enero de 2012, por 127 votos a favor y 86 en contra, el texto que prevé, como ya existe para el Holocausto, penas de cárcel y multas para quienes nieguen la existencia de un genocidio contra el pueblo armenio. Turquía consideró la ley “una falta total de respeto”.
La ley aprobada prevé un año de cárcel y 45 mil euros de multa en caso de cuestionamiento o minimización excesiva de un genocidio reconocido por la ley francesa. Dos genocidios, el de los judíos en la Segunda Guerra Mundial y el de los armenios, durante la Primera Guerra del siglo XX, son reconocidos, pero sólo la negación del primero era, hasta ahora, castigado.
Al cumplir 105 años del genocidio armenio debemos recordar la necesidad de hacer justicia sobre las atrocidades para poder construir futuro.
(*) Abogada – Docente jubilada de la Cátedra de Derecho Internacional Público Facultad de Derecho (UNC)