Jorge Castillo aceptó la invitación de Comercio y Justicia para reflexionar sobre la coyuntura de América Latina, con relación a los discursos de odio. También orientó sobre la posibilidad de nuevas formas para articular el presente
Por Luz Saint Phat – [email protected]
¿Qué se puede decir o pensar para aportar al debate en estos días convulsionados, cuando circula tanta información en los medios de comunicación más tradicionales, en las redes sociales y en las discusiones cotidianas sobre la situación de América Latina?
Ésta es una pregunta compleja, en el marco de los conflictos que se registraron durante los últimos meses en Ecuador, de la situación de Chile y del golpe de Estado en Bolivia. Más aún si se tiene en cuenta que Argentina comenzará en pocas semanas a transitar un nuevo mandato presidencial.
A partir de este interrogante, quizás nada fácil, Jorge Castillo aceptó la invitación a dialogar con Comercio y Justicia, para brindar algunas interpretaciones posibles desde el psicoanálisis de orientación lacaniana, articulando cuestiones vinculadas a la democracia en la región y en el mundo, así como la fuerza que cobran hoy los discursos de odio, pero a la vez también para pensar las posibilidades que se abren en el ejercicio de lo político.
Castillo es psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) sección Córdoba.
En primer lugar, el psicoanalista advirtió de que no se puede señalar la existencia de una “crisis de la democracia de manera homogénea” en toda la región o incluso en el mundo. “Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, escribió en las redes sociales que felicitaba la defensa de la democracia que habían realizado los bolivianos y eso, por supuesto, es una posición. Distinto es decir que se trató de un golpe de Estado, que es otra posición. Yo digo que es un golpe de Estado” aseguró Castillo. A la vez, precisó en el transcurso de la conversación que no se puede pensar en términos similares lo que sucede “tanto en Ecuador, como en las protestas de Chile o en el golpe de Bolivia. Incluso en nuestro país, donde recientemente celebramos la democracia y hemos ido a votar”. “El psicoanálisis propone el caso por caso”, dijo.
Aun así, Castillo advirtió de que existen modificaciones con relación “al momento en que se erigió la democracia y se crearon los estados y países con las banderas, las escarapelas y otras insignias”. Hay una diferencia porque “se ha asistido a una caída de esos ideales”, explicó.
En este sentido, el psicoanalista prefirió orientarse por el concepto de “disgregación de la democracia” que, en la era contemporánea, muestra características a nivel global.
Injuria e invención
Castillo también detalló que existe una vinculación entre las formas democráticas actuales y los “discursos de odio”, entendidos como la “palabra que hiere” o la “injuria”.
“Estas palabras que injurian dependen de dónde y quién lo diga. Si ‘judío’ es dicha por alguien que está enmarcado en un discurso ligado al nazismo es una injuria, pero es distinto si alguien refiere al respecto en un templo, por ejemplo. Lo mismo puede pasar con la palabra ‘negro’ o cuando alguien se refiere coloquialmente a la homosexualidad”, explicó el entrevistado y aseguró que “aun así, injuriantes, los discursos de odio constituyen un tipo de lazo social que está articulado con la situación de la democracia hoy”.
En este punto, y destacando los señalado por el psicoanalista francés Jacques-Alain Miller, Castillo afirmó que es fundamental hacer una distinción, aun comprendiendo estas modalidades contemporáneas del discurso. “Acá es importante ubicar que esto es un tipo de lazo social y que está presente con relación al amor. No es lo mismo pero están del mismo lado porque lo opuesto al amor-odio es la muerte. Y eso se constata en el psicoanálisis y en la transferencia que se presenta en la clínica”.
“No es lo mismo un discurso de odio que una bala, que una tortura o que una persecución, eso hay que ubicarlo bien”, alertó el integrante de la EOL y expresó que -si no- “tendríamos que pensar que la tan llamada grieta nos conduce a la muerte y que lo que nos queda es una guerra civil, y -si es así- estamos fritos”, enfatizó.
“La distinción entre el amor-odio, por un lado, y el tanatos – como dice Freud-, por el otro, supone para el psicoanálisis la defensa a rajatabla del Estado de derecho y de la libertad de la palabra”, precisó.
En tanto, con relación a los aportes que puede realizar el psicoanálisis en vinculación con lo político, Castillo indicó que permite habilitar algo que necesita estar “muy lejos del ideal, como puede ser pensar que ese tipo de lazo no exista más, pues en ese sentido se puede ir hacia lo peor”, en tanto que señaló un camino posible de “hacer” con ese discurso de odio y con esas diferencias.
“Se trata de una reinvención a crear lejos de las recetas porque no es lo mismo el caso de un país que de otro”, dijo y concluyó que el “desafío de la política es hoy producir un sentido nuevo”.
Redes sociales
¿Un síntoma de época?Fundamentalmente en estos días, pero cada vez con mayor protagonismo, las redes sociales son el espacio de discusión y debate de muchas de las cuestiones políticas que atraviesan a la ciudadanía.
En lo que va de esta semana, se multiplicaron las fotos, los marcos para los perfiles, los videos, las imágenes de las marchas, los memes. Todo estaba allí para ser objetado o para ser “megusteado”.
Sobre la base de este fenómeno y estas modalidades nuevas de la interacción digital, Castillo ejemplificó algunos de los aspectos señalados en la conversación.
“Hoy justamente vi en las redes que una entidad de Bolivia había emitido un comunicado y no se había referido al golpe de Estado como tal, sino que indicaba otra cosa.
Después, un comentario realizado por una persona argentina decía ‘¡qué vergüenza!’ y, más abajo, alguien le contestaba ‘vos no vivís acá y no sabés lo que pasa’, y así una cadena. Por supuesto, luego alguien se cansa de discutir y queda alguno hablando solo. Pero de eso se trata justamente. Eso está ahí. Pero lo que pasa allí es muy distinto de la guerra civil, las balas o la muerte.
Y eso es fundamental”, explicó Castillo y dijo “puede ser que, por ejemplo, acá en nuestro país kirchneristas y macristas se odien, pero no se trata de eliminar eso (otro) sino de inventar qué se puede hacer hoy”.