Silvia Rueda de Uranga, presidenta de la Fundación Desarrollar
Hijos que nunca han visto a su padre trabajar más que en “changuitas” eventuales, generaciones completas que no tienen el trabajo como un valor de crecimiento y desarrollo sino que viven de subsidios y planes sociales. Este panorama ha socavado la cultura del progreso, algo que intenta revertir la Fundación Desarrollar mediante un proyecto que tiene como misión promover el desarrollo de los jóvenes de escasos recursos por medio de su capacitación en nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) y darles así una herramienta de inserción laboral.
Silvia Rueda de Uranga, presidenta de la organización sin fines de lucro, radicada en Buenos Aires pero con alcance nacional, vino días atrás a Córdoba para sellar una alianza con el Cluster Córdoba Technology y el Gobierno provincial, por la que capacitarán a 50 jóvenes de bajos recursos en bases de datos e infraestructura tecnológica. En ese marco, dialogó con Comercio y Justicia sobre las posibilidades que se abren tanto para los jóvenes en el mercado del trabajo IT como para las empresas que están ávidas de recursos humanos capacitados en JAVA, PHP y .NET. De hecho, los jóvenes que ingresen a la capacitación ya tienen asegurado un puesto de trabajo cuando egresen.
– ¿Cómo participan las empresas en el Proyecto Programar que instalarán en Córdoba?
– Este programa lo trajimos de Brasil y en Buenos Aires lo llevamos adelante en alianza con el Banco Industrial y con la Universidad de La Matanza. En Córdoba, están involucradas en la capacitación las propias empresas. El programa no sólo capacita a los jóvenes en tecnologías de la comunicación y la información sino que también se los acompaña en la formación humana que necesita un chico para animarse, ir a la entrevista y para conocer la mecánica de lo que es trabajar todos los días, lo que es tener la cultura del trabajo.
– ¿Qué ejes fortalecen en ese acompañamiento especial?
– Trabajamos sobre la inserción laboral, el trabajo en equipo, la autoestima, el proyecto de vida, liderazgo o comunicación. Son todos los temas que hacen que se animen a presentarse a buscar un trabajo, porque el problema de ellos puede ser la volatilidad, que dicen que no cumplen, que dejan el trabajo o que faltan y eso es justamente porque no está la cultura del progreso, de que progresás con base en tu propio proyecto de vida. Acá se les inculca mucho eso.
– ¿Qué ven de diferente las empresas en esta forma de capacitación e inserción laboral?
– Las empresas ven que es una metodología de capacitación probada y que dura cinco meses, no es una carrera que dura tres años, en los cuales los chicos van desertando. Además, los pueden observar porque están en una clase abierta.
– ¿Qué cambios advierten en los chicos que se sumaron a este proyecto?
– Hay un cambio de paradigma, pasan a cobrar 2.000 pesos, empiezan a tener un proyecto de vida y comienzan a contagiar a sus familiares quienes, en dos generaciones, no tienen el ejemplo de lo que es trabajar. Ven lo que es superarse a sí mismos y eso es lo importante.
Aprenden a hacer algo haciendo, ellos salen y están superados y empiezan a superar a otros.
Creo que lo más importante es un cambio de paradigma para ellos, para sus familias y para la generación que viene abajo. Normalmente, viene el vecino recomendado, el primo, el hermano.
– ¿En qué los capacitan, puntualmente?
– En programa de informáticos. Dentro de programación ellos eligen en qué, por ejemplo PHP, Java y .Net. Hay que contar también que para convocarlos los vamos a buscar al lugar donde viven, colgamos pasacalles, entregamos volantes, vamos a las escuelas, buscamos sacar a los chicos desde donde hace falta, de la base de l a pirámide.
– ¿Cómo reaccionan las empresas cuando les ofrecen a estos chicos capacitados para cubrir un nicho de demanda insatisfecha, como son las IT?
– En Buenos Aires hoy ya no tenemos recursos humanos capacitados porque nos los sacaron de las manos. Tenemos una cartera de empresas bastante grandes que nos mandan sus perfiles, y ellas están requiriendo “juniors”.
Los chicos pasan por la preselección natural de cualquier compañía, sin ninguna contemplación, compiten a veces con ingenieros y quedan ellos en lugar del ingeniero y con el mismo sueldo que va a ganar el ingeniero.
Hace tres semanas nos llamó un chico para contarnos que lo habían contratado por 4.300 pesos, cuando antes su ingreso familiar era de 1.600 pesos. ¡Ahí ya les diste la oportunidad a pensar que pueden! Cuando enseñás a los chicos a cambiar su cultura, la empresa también tiene que cambiar.
Cabe destacar que la ONG que comanda Rueda de Uranga logró insertar en Buenos Aires 75 % de los egresados de los cursos, oriundos de barrios como La Matanza, en empresas como Hewlett-Packard, Telecom, Correo Argentino, Teleperformance o Ceitech.