En los últimos meses dejaron de funcionar 5.000 puntos de venta en Capital Federal y provincia de Buenos Aires.
A los 28 mil kioscos que cerraron hasta marzo de este año en todo el país, se sumaron 5.000 más en Capital Federal y provincia de Buenos Aires durante los últimos meses, según confirmó a Comercio y Justicia Adrián Palacios, presidente de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (Ukra).
Entre 2017, 2018 y el acumulado de 2019 ésas son las cifras, a las que aún faltan sumar los datos del interior del país que se terminarán de contabilizar a fines de julio.
La caída del consumo, los aumentos de los alquileres de los locales, los costos impositivos y logísticos y la suba de las tarifas impiden a los dueños de estos establecimientos hacer frente al negocio, por lo que en muchos casos deciden cerrarlos, y en otros, trasladarlos a su hogar, popularizando el formato “kiosco ventana”, que se da mayormente en los barrios.
“La suba del gasoil impacta en nuestros comercios al igual que los alquileres, la luz, la nafta y el aumento de los costos de los productos; si en niveles estables nuestra rentabilidad ya es baja, y ahora con ventas que llegan a caídas de 50%, es imposible poder sobrellevar la situación lo que provoca esta cantidad de cierres”, sintetizó Palacios.
Con todo, el plan de salvataje -previo a tomar la más extrema decisión de cierre-es diversificar la oferta de productos, tanto en rubros ( yerba, azúcar y otros elementos de primera necesidad) como en variedad, dando lugar así a las segundas y terceras marcas.
En ese sentido, en temporada alta de consumo de chocolates como lo es este invierno, se observa un mayor consumo de esos productos pero de terceras marcas, en desmedro de las primeras, “cuyos costos son imposibles de afrontar para la clase trabajadora y popular”, según apuntó. Lo curioso, observó el presidente de la asociación, es que pese a que estos últimos días el dólar ha registrado bajas, los productos cuyos componentes son importados y están sujetos a la divisa -como los chocolates- por lo contrario, no han disminuido sus precios.
“La lista de precios se mantiene estable hace quince días más o menos, es decir, no han aumentado los productos lo cual es un alivio frente a listas de precios que se renovaban cada dos días”, remarcó.
El efecto dominó que genera esta situación es inagotable, empezando por la cantidad de personas que quedan desempleadas, así como el impacto en las ventas que reciben algunos proveedores cuyos únicos compradores son los kioscos, como es el caso de la fábrica de “Mielcitas”, recientemente cerrada, según advirtió Palacios.
La empresa Suschen, creadora de golosinas como las “Mielcitas” y el “Naranjú” y una de las mayores productoras del sector en Argentina, cerró su fábrica días atrás en la localidad bonaerense de Rafael Castillo tras 43 años de actividad. Con ella, más 100 trabajadores, en su mayoría mujeres, quedaron sin empleo y sin indemnización.
El alfajor homónimo también era un clásico de la empresa de golosinas fundada en 1976 y durante el macrismo no pudo sortear la fuerte caída de ventas y la enorme deuda generada por los tarifazos de los servicios públicos.
“Estamos muy mal. Nos sentimos muy mal. Hay compañeras que tienen chicos discapacitados. Hicimos todo lo posible para que esto no ocurra. Pero por los malos manejos estamos pasando esta situación”, lamentó el delegado gremial José Luis Ledesma en declaraciones radiales.