Por Luis Carranza Torres* y Carlos Krauth **
La vida de cualquiera, la misma existencia humana es un cambio permanente. Muchas veces, lo que denominamos crisis son en realidad procesos evolutivos necesarios.
También hay de los otros: los que no se necesitan pero resultan inevitables. Entre ellos, la mutación delictiva.
Hoy por hoy, la informática es algo más que presente en nuestras vidas. Y lo será aun más en el futuro próximo. Ello, a la par de traducirse en nuevas conductas y mejoras para la calidad de vida, también trae aparejada la aparición de nuevos escenarios y actos delictivos por parte de sujetos inescrupulosos.
Uno de estos peligros es el que se genera a partir del mal uso de la informática y las redes sociales. Entre tantos posibles, uno que se destaca y preocupa es el grooming, que consiste en un acoso sexual virtual del que son víctimas niños, niñas y adolescentes.
Este fenómeno está en expansión pero pese a ello la mayor parte de la sociedad no tiene idea aún de qué se trata.
En efecto, según un informe presentado por la consultora Management & Fit -realizado a pedido de la ONG “Grooming Argentina”-, solo 28,4 por ciento del total de la población encuestada reconoce que sabe “sobre el término y de qué trata”. Así, 3 de cada 10 individuos no saben ni escucharon hablar sobre el tema.
Esa falta de conocimiento es un problema, ya que en la actualidad la mayor parte de los niños y adolescentes pasa gran parte de su tiempo frente a una computadora, tableta o celular con acceso a Internet, lo que los expone a ser posibles blancos de estos criminales.
Por eso, es necesario que padres, docentes y, en general, la sociedad se comprometan en controlar y cuidar a los niños de este riesgo, para lo cual es imperioso estar informados, conocer sobre el asunto y tomar conciencia de los riesgos.
No se trata sólo de regular ni de pedirle al Estado que actúe en ámbitos en los cuales la familia debe hacerlo. Como todo cambio cultural, pasa también por tener cierto criterio y conducta.
Precisamente para ello se celebró meses atrás una jornada de concienciación y sensibilización sobre grooming en el Aula Magna de la Universidad Nacional de La Pampa.
En esa oportunidad, Hernán Navarro, director de esa ONG, manifestó: “No queremos chicos huérfanos digitales, sino que queremos una familia conectada”.
Así, ratificó la necesidad de concienciar y de difundir, destacando que se trata de un problema poco advertido por la sociedad.
Entendemos que las palabras transcriptas encierran una gran verdad respecto al tema. No es cuestión de impedir el acceso de los menores a la tecnología -en este caso, a las redes sociales- sino que se debe prestar atención a los riesgos que su mal uso puede ocasionar.
Es que pese a quienes sostienen posiciones en contra de los avances científicos y tecnológicos, recordamos que la ciencia no es buena o mala en si misma sino que ello depende del uso que de ella se haga.
No se trata de difundir el miedo sino de adoptar resguardos para poder seguir disfrutando de los beneficios de la informática sin vulnerabilidades que pueden ser evitadas.
Por eso sostenemos la necesidad de divulgar y de aprender sobre el acoso sexual virtual y el peligro que representa para nuestros niños y adolescentes. Pues, como ya lo expresó hace un par de siglos Edmund Burke: “Para que triunfe el mal sólo es necesario que los buenos no hagan nada”. Una frase que nunca pierde vigencia, pero no siempre es seguida.