domingo 3, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

La tecnología, ¿aliada de los tramposos?

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En los torneos de ajedrez, desde siempre hubo intentos de asegurarse el éxito mediante recursos ilegales. En septiembre, un suceso en una contienda  magistral volvió a colocar ese tema en el centro de la atención de los aficionados y de los medios internacionales

En septiembre se disputó en St. Louis (EEUU) la Copa Sinquefield, uno de los torneos más prestigiosos del circuito internacional de ajedrez. Estaba presente el actual campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen, uno de los jugadores más fuertes de la historia. Su sola presencia garantizaba éxito al evento; sin embargo, un hecho impensado truncó las expectativas de los aficionados de ver a Carlsen en acción. 

En la tercera ronda del torneo enfrentó, con piezas blancas, al joven Hans Niemann, gran maestro estadounidense de sólo 19 años. Niemann sorprendió a la afición mundial -y, evidentemente, al propio Carlsen- al derrotarlo sin atenuantes e interrumpirle una serie invicta de 53 partidas.

El resultado de la partida no fue lo más relevante: Carlsen decidió abandonar el torneo, sin dar motivos claros para tamaña resolución; apenas tuiteó un video del entrenador (de fútbol) José Mourinho en el cual éste dice “Si hablo, me meteré en un lío grande”. Vale aquí hacer una pausa en el relato de los hechos para subrayar que el abandono de un torneo, incluso uno de aficionados, acarrea consecuencias -posibles sanciones- a quien decide hacerlo.

¿El abandono del torneo fue un gesto de mal perdedor? En principio, no fue la derrota en sí lo que motivó la decisión de Carlsen sino cómo ésta ocurrió. El campeón eligió una apertura -serie de movimientos iniciales- que hacía mucho tiempo no jugaba, con el objetivo de sorprender a Niemann. Sin embargo, éste jugó de manera muy veloz y precisa, lo que desorientó a Carlsen y lo llevó seguramente a sospechar que algo extraño ocurría. Podía ser una filtración de su entorno; en otras palabras, un colaborador infiel que le comunicó a Niemann lo que preparaba Carlsen. No sería ésta la primera vez que algo similar sucediera en el ámbito del ajedrez. 

En realidad, Carlsen sospechaba más de una trampa electrónica que de una filtración de sus colaboradores. Esa sospecha tenía un fundamento sólido: Niemann ya había confesado que -a los 12 años de edad- había hecho trampas en torneos on line

Cabe señalar que es relativamente sencillo hacer trampas en partidas vía Internet; en torneos presenciales, como la Copa Sinquefield, no es tan fácil. No está permitido ingresar a la sala de juego con celulares o cualquier otro tipo de dispositivos electrónicos, medida que tiene por objetivo evitar que el jugador reciba ayuda externa.

Cómo funciona 

Supongamos por un momento que un jugador logra eludir los controles y chequeos e ingresa con un celular a la sala de juego. En algún momento va al baño -lugar en el que obviamente estará solo- y allí revisa su teléfono para chequear los mensajes que algún “ayudante” le envía. Este ayudante hace analizar la posición de la partida por un software -llamado “módulo” en el ambiente ajedrecístico- que muestra la mejor jugada, la que es comunicada al jugador. Es decir, el oponente del tramposo no enfrenta a éste sino a un poderoso programa informático que difícilmente se equivoque. En este punto es necesario decir que la industria informática ha desarrollado programas que vencen a los grandes maestros ya desde fines de la década de 80; son capaces de analizar millones (sí, millones) de posiciones en cuestión de segundos y evaluar la mejor jugada. Es muy poco lo que un ser humano, incluso un gran maestro, puede hacer para defenderse de un “cerebro de silicio” correctamente programado.

La cuestión que surge ahora es cómo hace el cómplice del jugador para comunicarle las jugadas, toda vez que -como ya mencionamos- está prohibido entrar con celulares u otros dispositivos a la sala de juego. Existen, por un lado, medios “inalámbricos” como el que usó el equipo nacional de Francia en la Olimpíada de Ajedrez de 2010, disputada en Siberia. Un integrante de la delegación de ese país se comunicaba mediante sutiles códigos gestuales con los jugadores y les transmitía así las jugadas de la computadora. La maniobra fue descubierta y el equipo francés, descalificado.

Por otro lado, hubo casos de jugadores que escondieron en sus oídos dispositivos similares a las “cucarachas” que usan las personas que conducen programas de televisión. Se comenta que existen modelos de estos dispositivos que pasan desapercibidos en los controles con detectores de metales. Sí, a ese extremo se ha llegado: en algunos torneos hay procedimientos parecidos a los previos al ingreso a un avión, todo para evitar trampas.

Se habló también sobre el uso de bolas anales, que vibrarían según un código similar al Morse, como medio utilizado para transmitir las jugadas. Esa teoría, si bien es factible, parece demasiado bizarra como para ser tomada en serio. Para rebatirla, Niemann se ofreció a jugar desnudo, lo que parece apenas un truco para ganar un poco de publicidad.

De regreso a St. Louis

Volvamos al caso que nos ocupa: Carlsen se sintió muy incómodo ante la sospecha de estar jugando contra una computadora. Evidentemente debe de haberle llamado la atención la velocidad con la que Niemann realizó jugadas en una posición que Carlsen imagino que su oponente no conocía tan bien. No obstante, ese hecho y el antecedente de infracciones de Niemann no prueban que éste realmente se haya valido de algún tipo de ayuda externa en su partida contra Carlsen; si éste tiene alguna prueba, aún no la presentó. 

Un hecho posterior demostró que Carlsen no daba por cerrado el caso: en un torneo online le tocó enfrentar nuevamente a Niemann. En esta ocasión, abandonó la partida luego de apenas dos jugadas; es decir, le cedió a su oponente el punto en disputa sin jugar. Este “regalo” parece esconder un mensaje a Niemann y al mundo: “No juego con tramposos”. Este mensaje coloca a los organizadores de torneos (presenciales o en línea) en la difícil situación de tener que elegir entre uno de los dos a la hora de invitar a los jugadores que participarán de sus eventos. Posiblemente la mayoría se incline por Carlsen, lo que complica el futuro del joven Niemann.

De hecho, luego del incidente en St. Louis fue excluido de la plataforma chess.com y de la lista de participantes del Global Chess Championship, una Copa del Mundo online que ella organiza. Además de las partidas en las que Niemann había admitido haber hecho trampas cuando tenía 12 años, el sitio publicó una lista de cerca de cien partidas con irregularidades. Éstas son detectadas por programas que comparan las jugadas hechas por participantes con aquellas que propone el computador. Un porcentaje superior a 70% es sospechoso.

Demandas

A pesar de todas las sospechas, no hay ninguna prueba concluyente de que Niemann haya cometido irregularidades. Así las cosas, cabe concluir que está sufriendo una especie de linchamiento, sin que se le reconozca la presunción de inocencia. Con base en ello Niemann y sus abogados promovieron acciones contra Carlsen y chess.com por US$100 millones. 

Consultado sobre el asunto, el maestro internacional cordobés Guillermo Soppe, dos veces campeón argentino y seis veces representante olímpico dijo: “Evidentemente, Carlsen se apresuró. Debió esperar a tener pruebas para acusar a Niemann. Más allá de eso, es necesario que se mejoren los sistemas antitrampas”.

Sin dudas, el ajedrez lo necesita para mantener intacta su reputación milenaria.

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