La American Psychological Association (APA) debatió este tema en su convención anual. La importancia del humor y del pensamiento crítico
Por Luz Saint-Phat – [email protected]
Cada día, en distintas plataformas de comunicación, pueden leerse artículos basados en información falsa o incorrecta. Se trata de notas construidas con formatos y lenguajes periodísticos o académicos, pero cuyas fuentes no son precisas y los datos no se corresponden con la realidad.
Predominantemente, este tipo de contenidos circulan en las redes sociales como Facebook, Twitter y WhatsApp. Las temáticas desarrolladas pueden ser desde avisos sobre próximas catástrofes políticas, sociales o naturales hasta anuncios adjudicados a personajes famosos, cuando no se trata de comunicar el trágico fallecimiento de una personalidad reconocida.
Actualmente, las denominadas fake news constituyen un fenómeno global que se enmarca en una época en la que la “posverdad” ha logrado imperar como una narrativa en ascenso.
Especialistas debatieron este tema durante la última convención anual de la American Psychological Association (APA). En sus exposiciones, indicaron que es la necesidad de los seres humanos de confirmar las creencias personales lo que hace que los individuos sean susceptibles a este tipo de noticias y que -al momento de consumir el contenido- dejen de lado el pensamiento crítico y el chequeo de la información con fuentes autorizadas.
Este mecanismo, según detalló la organización que agrupa a los psicólogos estadounidenses, se conoce como “sesgo de confirmación” y se define, justamente, como la “tendencia de las personas a buscar y aceptar información que confirme sus creencias existentes mientras rechazan o ignoran lo que contradice esas creencias”.
“Los procesos de pensamiento que las personas desarrollan temprano en la vida para ayudar a protegerse contra la ansiedad y el estrés de un mundo incierto pueden ayudar a explicar por qué algunas son víctimas de lo que se conoce como noticias falsas”, explicó un comunicado de la organización, el cual se refiere a las discusiones sobre este tema que tuvieron lugar en la convención.
Específicamente, precisó la psicóloga del desarrollo de Western Reserve Psychological Associates en Stow (Ohio), muchos de estos prejuicios se forman temprano en la vida cuando los niños comienzan a distinguir entre fantasía y realidad, y es por eso que algunas de estas ideas pueden considerarse pensamientos “sin sentido”.
“Desde el principio, los padres refuerzan a sus hijos la habilidad de ‘pretender’ para hacer frente a las realidades inherentes a la cultura y la sociedad. El aprendizaje de los niños sobre la fantasía y el dominio de la misma se convierte en la base para formas más complejas de autoengaño e ilusión en la edad adulta”, aseguró la especialista.
Este proceso de abordaje de la realidad se desarrolla mediante juegos de simulación que son propios para la edad, aunque resultan insuficientes para aprehender la complejidad del universo adulto.
Por ello, un análisis más profundo de estas nociones adquiridas en la primera infancia son puestas bajo la lupa al llegar el período de reorganización denominado adolescencia.
No obstante, y aunque en general los jóvenes suelen cuestionar lo aprendido en la niñez y las visiones de mundo que les enseñan los adultos, muchas veces este proceso de revisión queda incompleto.
En ocasiones, con el objetivo de evitar el malestar intergeneracional que es característico en las familias con hijos que transitan esta etapa, los adolescentes no se encuentran dispuestos a racionalizar de manera crítica las concepciones heredadas.
“A medida que las personas llegan a la edad adulta, muchas de estas falsas creencias y prejuicios formados como niños, en lugar de recibir un buen examen crítico, son simplemente aceptadas y continúan influyendo en cómo una persona percibe su mundo”, indicó por su parte Mark Whitmore, quien es profesor asistente de administración y sistemas de información de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Estatal de Kent.
“En el entorno actual de los medios, los canales son múltiples y los mensajes son a menudo simultáneos y contradictorios”, agregó el especialista y advirtió que “el receptor se enfrenta con mensajes paradójicos y aparentemente absurdos. Es más fácil aferrarse a una ficción simple que a una realidad complicada”.
Humor y debate
En este contexto, el humor y el debate con personas que poseen otros puntos de vista se constituyen como estrategias que permiten sortear la dificultad que presenta el “sesgo de confirmación”.
Según indica la APA en un comunicado, “ver comedias nocturnas o sátiras políticas, mientras que en realidad no altera ni cambia la fuente del factor estresante, puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad asociados” a las problemáticas del mundo, según recomendó Whitmore.
Además, desarrollar un pensamiento crítico respecto de las informaciones que se ven o leen, participar activamente en organizaciones y causas de interés y lograr cierta apertura para aceptar concepciones diferentes resulta fundamental. “Esto puede ayudarlos a moderar sus puntos de vista y hacerlos menos extremos”, precisó el especialista.
Finalmente, “desarrollar un mayor grado de escepticismo en los niños, alentándolos a preguntar por qué y cuestionar, disminuye el sesgo de confirmación”, dijo Whitmore en el comunicado de APA.