Las operaciones de compra y venta de inmuebles rurales han caído y las consultas son nulas. Las transacciones que se concretan son las que están sujetas a la negociación entre el vendedor y comprador. Los alquileres del campo de maní descendieron a 50%
Por Laura Pantoja- [email protected]
El mercado de ventas inmobiliarias rurales está “planchado”, las consultas son “nulas” y lo único que se mueve son las transacciones en la que los vendedores y compradores “urgidos” llegan a un acuerdo en los precios frente a la volatilidad del dólar. Los precios bajan y el mercado se reacomoda.
Así, declararon los especialistas inmobiliarios rurales a Comercio y Justicia, quienes indicaron que por efectos de la suba del dólar, el valor del bien cambia y el precio queda sujeto a la relación de la oferta y la demanda.
“Los campos de pequeños y medianos productores que vendemos en la zona sur ahora valen US$10.000, cuando hace meses atrás estaban entre US$8.000 y US$12.000, dependiendo el tamaño”, indicó Eberto González, quien no descartó que éste sea un indicador de reacomodamiento del mercado.
“Se logra un acuerdo de partes, tiene que ser un negocio tanto para el comprador como para el vendedor”, dijo por su parte otro referente de las transacciones rurales en el país, Alfredo Almeida, quién aclaró que los precios en dólares están más bajos, pero “sólo un poco”.
“Hay mucho para la venta, las ofertas se venden rápido y las canalizamos a nuestros clientes, pero el problema es que prácticamente no existe demanda”, remarcaron ambos voceros.
Los referentes entendieron que se presentan dos situaciones ante la retracción; una es para el inversor que necesita comprar para sembrar- por ejemplo-, que tiene el dinero en dólares y que concreta la compra para evitar futuros aumentos. Se trata del caso de aquellos que ya estaban decidiendo la compra y que la terminan de concretar ante esta situación.
“Esá claro que el que necesita un campo lo compra porque es el mejor momento para invertir”, coincidió Almeida.
La otra situación es para el inversor que proviene de otros rubro y prefiere “guardar los dólares en caja fuerte o bajo tierra”, porque ante la seguridad de que van a seguir subiendo, obtendrá una rentabilidad mayor y sin poner en riesgo el dinero, según explicó Almeida.
Sobre esta situación propia de la suba de la divisa y de cómo impacta en el negocio inmobiliario, también influyen los propios rindes del campo.
“Los campos agrícolas están rindiendo bien, mientras que los ganaderos no por el gran costo de la carne, con lo cual esto también paraliza las consultas”, señalaron. “De igual modo, los campos se venden cada dos o cinco años y los productores y propietarios están acostumbrados a los imponderables”, precisó Almeida.
Los alquileres
Del mismo modo, los arrendamientos también han modificado sus precios para acomodarlos al locatario. Un hectárea de soja o maíz costaba 12 quintales meses atrás, mientras que ahora se alquilan entre ocho y diez quintales.
En este caso, el efecto no sólo es el dólar sino también el paulatino reacomodamiento del campo tras las grandes pérdidas sufridas por las sequías y las inundaciones.
Bajas más pronunciadas se dan en los precios de renta del maní, que por su “mal rendimiento” están bajando en el orden de 50%. “La hectárea está a US$550, mientras que el año pasado estaba a US$1.100”, apuntó González.
Expectativas
Pese a la volatilidad, los referentes inmobiliarios rurales miran con optimismo la evolución de la actividad en los próximos meses.
Confían en que las decisiones económicas del Gobierno son convenientes para el sector y miran con buenos ojos el acuerdo con el FMI.
“La producción es buena, hay perspectivas de que esto se irá estabilizando y que vamos a trabajar normalmente”, dijo González.
Primera caída del año
Cair registró en mayo una baja en las ventas y en los alquileresLa actividad inmobiliaria rural sufrió su primer caída del año. Mayo mostró un descenso en la variación interanual de 3,12 por ciento. La Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (Cair) detalló que estas cifras corresponden a los campos destinado a la compra-venta y a los alquileres.
Por su parte, en el análisis intermensual también se vio un receso en la actividad de 17,5 por ciento. Además, el pedido de tasaciones en los campos cayó respecto de períodos anteriores.
“Mayo se caracterizó por la incertidumbre y los temores en el sector económico-financiero, lo que disminuyó directamente en las consultas efectuadas para el inicio o la concreción de operaciones inmobiliarias rurales”, compartió el informe elaborado por Cair.
Otra causa es que el aumento de las tasas volvió a impactar negativamente a la actividad. La cámara aseguró que el respaldo del FMI podría llegar a ser un factor que despeje los temores existentes en el corto y mediano plazo, lo que podría generar un ambiente mas amigable para los inversores en tierras rurales.