La camarista María de los Ángeles Palacio asegura que la Justicia y el Estado deben intervenir para ayudar a las víctimas a empoderarse. El acompañamiento de las mujeres es clave para la prevención de los femicidios
Por Silvina Bazterrechea – [email protected]
Una mujer es víctima de violencia de género. Hace la denuncia y, si se trata de “simples amenazas” o “lesiones leves”, por ejemplo, el caso llega -en la mejor de las situaciones- a juicio oral con el agresor en libertad. Por tratarse de casos “de menor peligrosidad”, las víctimas no reciben botón antipánico ni acompañamiento del Estado. La situación empeora cuando la víctima termina por retractarse y su vida queda a merced de su agresor.
El caso de la profesora de música Lis Funes, asesinada por su ex pareja -condenado a perpetua el jueves pasado- es un ejemplo de la ausencia del Estado para prevenir los femicidios. La mujer lo había denunciado en reitiradas oportunidades pero nadie le garantizó protección ni seguridad.
María de los Ángeles Palacio de Arato es la presidenta de la Cámara 3ª en lo Criminal y Correccional de la ciudad de Córdoba y es una de las impulsoras de la Oficina Judicial de Atención Centralizada para el Tratamiento de las Causas de Violencia Familiar, que busca garantizar un acompañamiento a estas mujeres desde que realizan su denuncia hasta que la causa llega a juicio oral. Para trazar un panorama de la situación, Comercio y Justicia dialogó con la magistrada.
– ¿Cómo surge la idea de armar esta oficina?
-Esta oficina se origina cuando se desarma el fuero Correccional y las cámaras heredamos un montón de expedientes que se tramitaban allí. Al comenzar a trabajar nos encontramos con casos de aparente menor peligrosidad pero cuando comenzamos a analizar los hechos nos encontramos con que había algunas situaciones que eran verdaderamente serias. En otras causas, veíamos que la calificación penal no reflejaba la gravedad de la situación de relación familiar; mientras que en otros expedientes sólo había un hecho aislado que debía atenderse desde otra perspectiva: un padre con un hijo adicto le roba dinero para drogarse, allí había un problema sociales profundo. Empezamos a preguntarnos cómo estaría hoy la vida de esas personas transcurrido un tiempo desde que se había formulado la denuncia. Al analizar la situación decidimos empezar a citar as las víctimas, sobre todo en los casos de violencia de género.
– ¿ Y qué pudieron advertir en esas entrevistas?
– En algunos casos nos decían que estaba todo bien, que se había separado de su pareja golpeadora y que había formado una nueva pareja. En otros casos no, nos decían que la situación había empeorado y que tuvieron que hacer nuevas denuncias.
– ¿Y entonces?
-Entonces surge clara la necesidad de acompañar a las víctimas porque advertimos que los márgenes de un proceso penal no siempre nos permitían abordar estas situaciones, que -si bien son pequeñas- pueden originar luego situaciones más graves o necesitar una atención diferencial. Buscamos cumplir con los tratados internacionales de protección de las mujeres, sabiendo que en nuestro país la situación es grave por la cantidad de femicidios que hay, uno cada 30 horas. En este sentido uno piensa: si podemos prevenir ese hecho de amenaza inicial con tratamiento, seguimiento, acompañamiento, quizás podríamos revertir esos números. Necesitamos acompañar a la víctima en esa situación y, a la vez, eficientizar la respuesta judicial con la conciencia de que los jueces solos no podemos, necesitamos los equipos interdisciplinarios.
-¿Qué pasa cuando la víctima vuelve con su agresor? ¿Cómo sigue la causa?
– Nosotros lo que advertimos cuando entramos a las audiencias es que las víctimas se retractan y uno se plantea en ese momento qué es más peligroso que una víctima retractada. Qué mas riesgoso es eso para ella misma. Normalmente los operadores nos apenamos, nos planteamos todo lo que trabajamos para que esa mujer termine por retractarse en un juicio oral. Sin embargo, yo creo que hay que cambiar la óptica, en ese momento que la víctima se retractó, es entonces que nosotros tenemos que trabajar más que nunca. Uno tiene que evaluar cuál es el momento en el que la intervención judicial tiene que estar para que el acompañamiento de la víctima sirva para que se pueda empoderar y para cortar esa situación.
– ¿Cuál es el porcentaje de mujeres que se retractan al llegar al juicio oral?
– Lamentablemente casi todas las mujeres se retractan. Y hay una situación que no podemos dejar de mencionar: cuando el único medio de vida de una mujer es el agresor, ella no tiene salida, está atada; por eso es importante el acompañamiento y subsidio económico a estas mujeres. Esta problemática es un flagelo social que no puede abordarse sólo desde lo penal aunque la respuesta penal es importante porque es necesario cumplir con los acuerdos internacionales y los tratados firmados por el país. Necesitamos del juzgamiento rápido y efectivo.