Hay poco menos que una decena de astilleros que producen embarcaciones livianas, de uso particular y familiar en la provincia. Como el mercado de consumo es escaso, gran parte de la venta se destina al litoral y Buenos Aires. Son necesarias políticas de mantenimiento y fomento de la actividad deportiva en los lagos cordobeses
Por Laura Pantoja – [email protected]
Aun cuando su mercado náutico es pequeño, Córdoba es el segundo polo de fabricación de embarcaciones medianas a motor, detrás de Buenos Aires.
En la ciudad se hallan alrededor de cinco astilleros que se suman a otros tres en el interior provincial, en San Francisco, Villa Rumipal y Villa María, que fabrican principalmente embarcaciones deportivas livianas, para pesca, esquí acuático o snowboard, entre otras de uso particular y familiar.
Cada astillero se especializa en un nicho de mercado particular para diferenciarse, y en el marco de una limitante de tamaños que rige para las fábricas del interior, en tanto no se pueden transportar por ruta lanchas de más de 2,60 metros de ancho.
“No hay un mercado de consumo amplio en Córdoba porque no tenemos grandes ríos como el Paraná, donde se realiza la pesca de grandes especies, y -por ello- gran parte local se vende en el resto del país. Sucede que sí, hay muchos proveedores locales y una mentalidad muy industrializada en Córdoba que permite que la fabricación local sea más fácil y rentable”, explicó a Comercio y Justicia Mario Marzi, gerente Comercial del Astillero Campanili, uno de los más antiguos del país y el primero en fabricar embarcaciones de fibra de vidrio.
En ese sentido, destacó la mano de obra calificada cordobesa, lo que facilita el desarrollo de la actividad en relación a otras provincias, como las del norte del país, que carecen de oficios y proveedores de partes.
Con todo, Córdoba -en cuanto a nivel de producción- está mejor posicionada que Santa Fe y Rosario, en donde sí hay algunos jugadores de peso, de acuerdo con lo que comentó Marzi.
Estacionalidad
La venta de las fábricas cordobesas se destina al mercado local y al resto del país y está sujeta a la dinámica de la estacionalidad del negocio.
“De agosto a diciembre es la época de mayores ventas y recambios en el mercado interno; es el momento en que las fábricas aumentan su capacidad operativa. Luego, durante el resto del año, para asegurar el crecimiento de las ventas en un sector que lo hace de manera lenta, la única forma es salir a vender el excedente de producción afuera, sobre todo ”, aclaró el directivo.
En temporada baja, el excedente se vende en las provincias del litoral, donde la actividad se mantiene tanto en invierno como en verano, y en temporada alta, se fortalece en el mercado local, según apuntó.
Depuración
Al parecer, no es un negocio que prometa explotar, pese a los crecientes intentos de sus jugadores para promover la actividad en la provincia. Ya lo han comprobado los muchos fabricantes ocasionales -ex mecánicos náuticos o proveedores- que han entrado y salido del mercado, creyendo que “fabricar una lancha iba a ser como descubrir la pólvora”.
“No es un mercado que tienda a explotar; depende de quién tiene la ilusión de poseer una embarcación y está muy atado a lo cultural. Por ello, los jugadores que ingresan nuevos no prosperan, hay muchas otras actividades más rentables y que requieren de una menor inversión, con venta personalizada y conocimiento exhaustivo del rubro”, amplió Marzi.
Mercado local
El mercado de consumo de lanchas y botes con motor es pequeño porque la infraestructura de lagos y ríos no satisface en su totalidad los requerimientos de la actividad deportiva acuática (sky y snowboard) o pesquera (pesca de especies grandes). Esto conlleva a una cultura prácticamente inexistente para la navegación con esos fines en la provincia, y que de alguna manera está eclipsada por otras actividades, como la circulación en camionetas 4×4.
“Es muy difícil torcer una cultura instalada porque no existe la cultura de la navegación como opción, tal como sí sucede en Rosario o en Buenos Aires que tienen los ríos cerca y -por ello- el consumidor con cierto poder socioeconómico lo baraja como una de las primeras alternativas”, apuntó.
No obstante, el lago San Roque y el dique Los Molinos son superficies acuáticas generosas que, con adecuadas políticas de fomento, mantenimiento y apoyo a la actividad deportiva, podrían ser grandes promotores de una nueva cultura de la navegación de ese tipo.
“Sucede que por no pensarlos estratégicamente como fuentes de otro nicho turístico vinculado al deporte acuático, se descuidan, no aportan bajadas públicas de lanchas ni, muchos menos, cuentan con guarderías náuticas”, opinó el especialista.
Pese a todo, el mercado de consumo en Córdoba existe; el pescador compra un motor y alquila un bote. Los modelos más accesibles son éstos (entre $80 mil y $150 mil), que se los puede impulsar hasta con motores fuera de borda de dos a 40 caballos de fuerza (HP).
Luego, están los que compran embarcaciones livianas para pesca, esquí acuático o uso familiar. La más chica que fabrica Campanili es el modelo Explorer 445, con capacidad para cuatro personas y potencia máxima de 70 HP. Le siguen los modelos de la línea Sport, elegidas por familias para paseo y deporte. También se encuentra la línea Premium, con capacidad para ocho personas, alfombras de alta calidad, baño, duchador, butacas ergonómicas, torre de wakeboard y solárium de popa, entre lo más destacado.
“Diez por ciento de los dueños de lanchas viaja al Paraná. El que no tiene barco contrata el servicio de cabaña y guía de pesca y se evita el traslado de la lancha en la ruta”, acotó Marzi.
Poca agua y dólar alto
La venta de lanchas en el mercado local y durante la temporada alta se mantuvo en términos de volumen y registró una leve tendencia a la baja. Según el especialista, un gran porcentaje de turistas viajó al exterior, lo que motivó que se proyectara poca actividad en los lagos y, por ello, escaso movimiento de recambios o compras.
Por otra parte, por la falta de lluvia había agua en los lagos y la consecuente turbiedad, hecho que hace menos atractiva la actividad. Y, por último, la subida del dólar en plena temporada, de casi $16,5 a $20, generó una devaluación que puso al inversor en alerta y/o espera a mejores condiciones para comprar.
“La gente espera a ver qué pasa y altera la decisión de compra o la posterga; el comprador aguarda para ver si con la misma cantidad de dólares puede comprar una lancha más grande o bien, con menos dólares, acceder al modelo que pensaba comprar originalmente”, explicó.
Precios internacionales
Los precios de las embarcaciones son en dólares porque están atados a los precios de los motores que se importan en el mercado internacional. “Aquí se fabrica la embarcación y se instala un motor importado.
El segmento arranca en un bote con motor o una lancha de 40 hp hasta 200 hp, con precios que van de US$12 mil y terminan en US$60 mil”, detalló Marzi.
Una embarcación chica equivale a un auto “también chico” de baja gama y una de alto porte, a un vehículo de alta gama, comparó.
La oferta se consolida en pocas manos, con alta experiencia
En el ámbito nacional, más de una decena de fábricas perduran en el tiempo, contra aquellos que entran y salen creyendo que “fabricar lanchas es un negocio brillante”. “Es necesario el know how, una alta inversión inicial, saber vender de manera personalizada y tener ‘espalda’ para cubrir los costos durante los meses de temporada baja”, explicitó Mario Marzi.
Con todo, indicó que no hay proyecciones de que vayan a ingresar nuevos jugadores; por el contrario, una de las fábricas más grandes del país se incendió a fines del año pasado y no planifica -por el momento- reabrir, según comentó el gerente Comercial de Campanili.
Se trata de Marine Sur, ubicada en el partido bonaerense de Campana, que fue destruida casi en su totalidad como consecuencia de un incendio que derrumbó gran parte de su estructura.Astilleros locales
Son más de siete y fabrican embarcaciones livianas destinadas a pesca y deportes acuáticos. Conforman el segundo polo de producción detrás de Buenos Aires. Su actividad es posible gracias a la existencia de proveedores industriales y mano de obra calificada.
Producción nacional
Aunque no hay datos estadísticos, según los especialistas se fabrican seis mil lanchas anuales en el país. Buenos Aires, Córdoba y Rosario nuclean a las principales plantas.
Consumo local
El consumo de actividades en lancha, tales como pesca y deportes acuáticos es escaso en Córdoba pero se mantiene año a año. La mayor venta de unidades se realiza en temporada alta y el resto se coloca en el país, sobre todo en la región del litoral.
Venta anual en Córdoba
La temporada que fue desde agosto de 2017 a fines de enero de 2018 registró ventas similares al año anterior, con una leve tendencia a la baja. La turbiedad de los lagos, el turismo hacia el exterior y la suba del dólar afectaron un mayor desarrollo.
Producción limitada
La producción de lanchas no tiene techo, se pueden construir desde botes remos hasta yates de 150 metros de largo. En el interior la fabricación está limitada a su tamaño porque en las rutas no pueden circular lanchas de más de 2,60 metros de ancho
Precios
El segmento más pequeño de lanchas, 40hp parte de u$s 12 mil, mientras el más grande ( en el interior), de 200 hp, cuesta u$s 60 mil. La valoración es equivalente al segmento automotriz: la más chica es similar a un auto de gama baja, y la más grande, a uno de alta gama