La presunción de que Abril Sosa fue raptada, sometida a un ataque sexual y luego asesinada, enciende interrogantes sobre cómo prevenir este tipo de desenlaces. Un especialista judicial en el tema advierte cómo captar signos de alerta: “En la mayoría de los delitos sexuales la víctima conoce al victimario”
Por Carolina Klepp – [email protected]
La madre de Abril Sosa, la niña de cuatro años que fue hallada asesinada tras permanecer desaparecida desde el sábado pasado, aseguró ayer que ella y su marido sospechaban del vecino detenido por el crimen, y recordó que había tenido problemas con él porque “se quiso hacer el vivo” con su hija adolescente.
“Yo decía que tenía que ser alguien que ella conociera, que le tuviera confianza como para irse con él”, expresó la mujer, al contar que el ahora detenido era conocido de la familia, que varias veces había ido a su casa y que hasta que su hija desapareció no estaba al tanto de sus antecedentes de delitos contra la integridad sexual.
Ricardo Cacciaguerra, médico forense jubilado del Poder Judicial, llevó adelante autopsias en distintos casos similares al de Abril; uno de ellos fue el de Rocío Barletta, la niña de 11 años que en abril de 2012 fue raptada cuando iba desde su casa camino a un quiosco, violada, asesinada y cuyo cadáver fue ocultado por el criminal en el paraje Casa Bamba, cerca de La Calera.
Con experiencia en este tipo de casos, subrayó que, desde una óptica preventiva, las familias tienen un rol preponderante.
“Las familias deben tener cierto celo, cuidado, en ver con quién se relacionan los niños. Los operadores judiciales, los jueces, están cuando la situación ha acontecido, por eso es importante que los adultos de las familias, las madres, los hermanos mayores, estén atentos con los niños. En los tantos casos en que actué como forense, en la mayoría, la víctima conoce al victimario, la seduce y la amenaza. La mayoría de los abusos sexuales en niños ocurre en la casa o cercano a la casa”, describió Cacciaguerra y enumeró entre los abusadores recurrentes a las figuras de padrastros, vecinos y familiares de las víctimas.
También se refirió al comentario de la madre de Abril respecto de que el sospechado del asesinato había tenido un incidente previo con otra de las hijas más grandes. “Este tipo de situaciones son un signo de alerta, tiene que ser llamativo para las familias si ocurre algo así, y denunciarlo”, afirmó el especialista en medicina legal y también magíster en Bioética, sin abrir juicio en el caso en particular.
El forense también recordó el caso del heladero ambulante “Pinchita” Moyano, quien se hacía amigos de los niños y entabló amistad con una de 10 años a la que luego abusó y mató. Se trataba de Gabriela Pimentel quien, en marzo de 2002, había ido hasta un almacén ubicado en una zona aledaña a su domicilio, en zona de Villa Urquiza, y varias horas más tarde fue hallada muerta en sitio cerca de la costanera del río Suquía. Había sido violada y aplastada con grandes piedras.
Llegados los casos de Rocío Barletta y de Gabriela Pimentel a juicio, los asesinos fueron condenados a prisión perpetua.