Por Luis Carranza Torres* y Carlos Krauth **
Varias veces hemos tratado en esta columna asuntos vinculados con el fútbol. En la semana previa hablábamos de los dimes y diretes del contrato por la televisación del fútbol. Ahora nos ocupamos un poco más del contexto de ese tipo de negocio jurídico y económico.
Es que este juego, al ser el deporte más popular del mundo, se ha convertido, seguramente por su aceptación y en no pocos casos fanatismos, es fuente de problemas que rozan lo económico, lo legal y también lo político.
Han quedado atrás los tiempos en que se lo podía circunscribir al ámbito deportivo. Hoy en día ha devenido en espectáculo de masas.
Y tal fenómeno mundial, en nuestro país -como no podía ser de otra manera- repercute fuertemente es esos ámbitos. De todos ellos el de su televisación parece ser uno de los temas de disputa. Que sea gratis o pago parece haberse transformado en una cuestión similar a discutir el reconocimiento de algún derecho humano básico.
Entendemos que plantear así las cosas, tal como lo hacen algunos comunicadores, es de una trivialidad absoluta. Sin embargo, esta discusión ya ha sido zanjada por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que luego de innumerables cabildeos decidió conceder la televisación de los partidos a las cadenas televisivas Fox y Turner, las cuales desembolsarán unos 205 millones de dólares al año, más una pago inicial de 77 millones de dólares en concepto de garantía.
Semejante cifra hizo que los clubes y la AFA aceptaran -olvidando rápidamente posiciones asumidas- esta “privatización”, ya que el monto a repartir superó largamente la cifra que recibían cuando existía el “Futbol para todos”-sostenido por el Estado-, el que -vale aclarar- era para todos en la ciudad de Buenos Aires ya que en interior la mayoría de los partidos iba por canales de cable, a los que solo podían acceder quienes se encontraban abonados a algunos de ellos.
Que esté bien o mal que sea pago o gratuito el fútbol es una discusión en la que no entraremos aquí. Sí nos interesa señalar la necesidad de debatir la utilización que se hace del fútbol y en este caso de su televisación, que se levanta como una bandera política en favor o en contra del adversario político de turno, mientras algunos miran para otro lado y hacen sus negocios, evitando discutir temas que hacen más al fondo del problema.
Respecto al tema de la televisación, seguramente la mayoría de nosotros estará en contra del monopolio de las transmisiones como se hacían antes de la aparición del Futbol para todos; sin embargo, debemos preguntarnos si suprimir esta práctica habilita a condicionar la televisación a posiciones ideológicas dominantes. Máxime si el Estado aprovecha ese consumo de masas para introducir publicidad que, más que pública, era decididamente partidaria. El uso de lo público en beneficio privado es tan reprobable como los monopolios, públicos o privados.
Por otro lado, debería discutirse seriamente, frente a tantas necesidades sociales, quién debe ser el que sostenga una práctica comercial-deportiva como es la del fútbol, que, sobre todo en primera división, genera fortunas a cambio del empobrecimiento de los clubes que son mayoritariamente asociaciones deportivas ¿sin fines de lucro?
En función de ello ¿cuándo se controlará realmente a los clubes en lo que hace al cumplimiento de sus fines “sociales” y de sus obligaciones legales y comerciales? Lo mismo que las conductas de intermediarios, dirigentes y futbolistas, sostenimientos de barras bravas – las que muchos dirigentes llaman con el eufemismo “hinchas caracterizados”-, etcétera.
Estas y tantas preguntas más podríamos hacernos, sin embargo parece que ninguna interesa ser resuelta, ya que lo importante sigue siendo que entre dinero para continuar con las mismas prácticas. En definitiva, es como dice Pablo Albacares -en Fútbol (argentino) por TV: entre el espectáculo de masas y el monopolio del Estado-: “La AFA ha demostrado que puede rescindir de un día al otro un contrato y aliarse con agentes impensados. Eso puede volver a ocurrir. Porque, a fin de cuentas, público o privado, codificado o abierto y ‘para todos’ o ‘para pocos’, el fútbol no deja nunca de ser un gran negocio”.
*Abogado, doctor en Ciencias Juridicas. ** Abogado, magíster en Derecho y Argumentación Jurídica