La revolución industrial fue una disrupción basada en la tecnología. Siglos más tarde llegó Internet . Hoy ya existen las machine learning que hasta detectan el sarcasmo
Por Por Miguel Logarzo Azua (*) – Agencia de noticias Télam
Se le atribuye al CEO de una importante empresa de Silicon Valley la siguiente frase: “Si funciona, entonces ya es obsoleto”. Un concepto más que interesante desde el punto de vista del marketing de impacto, donde subyace una realidad incontrastable, la velocidad de la evolución en la industria de la alta tecnología.
La revolución industrial, sobre todo la segunda, fue una disrupción basada en la tecnología mecánica y de procesos de la producción, que extinguió gran cantidad de trabajos basados en labores personales para ser reemplazados por la mano de obra en serie. Para abreviar, siglos más tarde llegó el “Uber” de la información: Internet, siendo la primera señal revolucionaria en la industria de la Tecnología de la Información (TI) que, hasta ese momento, sólo se basaba en la producción de hardware y software.
Para entender mejor y tener una base de conocimiento clara, digamos que hoy en día la industria TI se asemeja a la de autopartes, siendo que desde el productor de neumáticos hasta quien hace tapizados, pasando por el fabricante de bombas de nafta, todos pertenecen al mercado automotor. Así las cosas, el mercado TI, vía la disruptiva Internet, está minado de diferentes jugadores que van desde la fabricación de semiconductores a consultoras de política internacional basadas en big data, pasando por emprendimientos donde dos adolescentes se juntan para desarrollar una aplicación móvil que nos indica dónde comprar sushi en la zona donde estamos haciendo las compras de Navidad.
A partir del conocimiento de este mercado -al menos de lo que hoy es el mercado TI-, la aparición serial de clusters de conocimiento y formatos de negocios como cloud computing, big data, bots y nano bots, transforman el mercado aunque no son disruptivos, pero lo parecen. Son evoluciones dentro de una norma.
Ahora bien, la aparición de lo que hoy se denomina machine learning (máquinas que aprenden) desemboca en una verdadera evolución: la IA -Inteligencia Artificial-.
Esta realidad pensada por Ray Bradbury, hoy convive con nosotros y ya no como futuro o tendencia.
De hecho, en una consulta online por Internet para la compra de un electrodoméstico, me topé con un encuestador online quien contestaba prolijamente mis preguntas. Debido a su rapidez, le pregunté a mi interlocutor: “¿es usted un robot?”, a lo que me respondió con la misma velocidad, “sí, soy un robot, sigamos con la encuesta”. A esa altura, mi robot amigo no resistió un par de inteligentes preguntas de mi parte y comenzó a repetir respuestas. Me pregunté entonces cuándo será el momento en que se me acaben las preguntas inteligentes y sea él quien se ría.
A cuento de lo anterior, el concepto de machine learning se está desarrollando hace un tiempo y con resultados asombrosos a favor de la calidad de vida, dado que estas máquinas van aprendiendo: cambian los algoritmos, los mejoran y complejizan hasta sugerir sin preguntarme qué película debo ver y comprar las entradas directamente.
Se están haciendo trabajos donde los algoritmos llegan a que las máquinas no sólo resuelvan y sigan aprendiendo, siendo cada vez más inteligentes, sino que además detecten el sarcasmo.
(*) Asistente Social de Empresarios y Coordinador de Grupos Vistage.