En septiembre de 2009, el abogado Luis Carranza Torres presentó su libro “Los laureles del Olvido”, que rescata la participación de soldados cordobeses en la Guerra de la Triple Alianza, al mando del joven coronel Agust´ín Olmedo. Comercio y Justicia entrevistó al autor para hablar de la obra y con la intención de reflexionar sobre algunos aspectos de un conflicto bélico bastante desconocido y sobre el cual sobrevuelan mitos.
– ¿Escribió el libro por interés personal en la Guerra del Paraguay o abordó el tema porque es poco conocido?
Hay temas históricos que convocan más que otros. La Guerra del Paraguay tiene eso. Sobre todo me interesó la participación de Córdoba, que tuvo una contribución (en ese momento se le decía “contribución de sangre”) muy atípica.
Primero fueron dos batallones que se juntaron en un solo regimiento, el Regimiento Córdoba. Ni antes ni después hubo una unidad militar con ese nombre, formada por cordobeses. En un momento en el que no había fuerzas armadas nacionales, llegó a ser emblemática. Me llamó la atención que estuviera conformada por “los pobres, los feos y los huérfanos”, aquellos que no tenían ninguna posibilidad de ser oídos.
En Córdoba la guerra fue tremendamente impopular. El oficial al mando, el coronel Olmedo, tenía 23 años y lo nombraron después de cinco oficiales más antiguos, quienes se excusaron por distintos motivos, algunos bastante curiosos.
También marcó diferencias en la sociedad. Los jóvenes universitarios se enrolaron voluntarios en la guardia nacional; por lo menos en las primeras etapas de la guerra. Pero la población rural escapó.
– ¿Qué enseñanzas quedan de un conflicto bélico tan largo, complejo y mal entendido?
La guerra ha sido presa de la lucha ideológica, pero muchas cosas no sucedieron como generalmente se cree y todos tienen parte de culpa.
Hay un dictador paraguayo, Solano López, una de las personas más ilustradas de Sudamérica, que cuando llega a presidente comienza a meterse en los asuntos internos de otros países, frente a un Brasil que necesitaba aglutinarse alrededor de la familia imperial con algo, porque no tuvo guerra de independencia. El detonante fue la situación política en Uruguay, pero una guerra iba a haber.
– ¿Recuerda cuando la presidenta dijo que la Guerra de la Triple Alianza debería llamarse la “Guerra de la Triple Traición”? ¿Qué opinión le merece?
La historia no es apta para simplificaciones. En esa época había un proceso de redefinición de la nacionalidad a partir de lo que había sido un conjunto totalmente orgánico y se forjaban los estados nacionales. El belicismo era general. Con distintos grados, son todos culpables. No es una guerra de santos, no hay víctimas. Tampoco, salvo contados casos de aberraciones, no hay naciones victimarias.
Paraguay, en la expedición al Mato Grosso, cuando capturó a los brasileños, los sometió a trabajos forzados y muchos murieron. Cuando las tropas brasileñas fueron a los campos de prisiones y vieron a sus compatriotas en los huesos, se enfervorizaron y se creeyeron autorizados para devolver mal por mal.
El tema del libro es un poco bucear en qué le pasa al hombre con la guerra; por eso, hay que hacer un esfuerzo por documentar sin caer en lugares comunes.
-¿Se simplifica lo que sucedió?
Por ejemplo, lo de la poblaci&o