Aunque el uso del guano como abono para diversos cultivos es parte ya de la sabiduría y la tradición popular en el campo, el uso y aprovechamiento de los desperdicios de los establecimientos de engorde masivo de animales, alimentados a base de balanceados, han sido motivo de una larga controversia, que ha llegado a las universidades y, por supuesto, a movilizar la realización de estudios técnicos por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Uno de esos equipos, que desarrolla sus tareas en Justiniano Posse -sudeste provincial-, probó las bondades y los beneficios de fertilizar cultivos de maíz con los desperdicios de feedlots.
Se trata de una novedad presentada en la última exposición Rural cordobesa y por estos días, también presente en la Exposición Rural nacional en los predios de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires.
Novedad porque desde 2012 se conoce la fertilización de cultivos de trigo con efluentes de feedlots, pero ahora queda probada la fertilización para el caso de un grano de tratamiento mucho más complejo, como el maíz. Por supuesto, abre un nuevo rubro de rendimiento al negocio de los feedlots.
Los técnicos del INTA Justiniano Posse vienen trabajando desde hace tiempo en el aprovechamiento de los residuos y su uso como biofertilizante para mejorar la calidad del suelo y el rinde los cultivos. Los resultados obtenidos este año determinaron que, aplicado en maíz, el aumento del rinde mejora en hasta 1.200 kg por hectárea.
Lisandro Errasquin, especialista de esa unidad del INTA, explica que la intensificación de la ganadería en sistemas confinados de engorde bovino -conocidos como feedlot-, deriva en el aumento y la concentración de los efluentes.
Por esto, en paralelo a la intensificación y concentración de la producción, se genera el problema de la acumulación de efluentes líquidos y sólidos.
“Buscamos aprovecharlos como insumo productivo porque pueden representar un excelente oportunidad para usarlos como enmiendas orgánicas”, señaló.
Los residuos del feedlot aportan altos contenidos de materia orgánica, fósforo y nitrógeno; su distribución en el lote contribuye a la disponibilidad de estos nutrientes, claves en los sistemas de producción agrícola extensivos, y a la mejora de las propiedades físicas del suelo.
Para Alejandro Saavedra, especialista del INTA Justiniano Posse, el destino final más económico para reponer nutrientes es su aplicación al suelo.
“De esa forma, el productor reduciría notablemente el costo de las aplicaciones de fertilizantes minerales”, aseguró Saavedra, para quien “en los residuos tenemos una oportunidad para agregar valor en origen y contribuir a la sustentabilidad del sistema”.
Cómo trabajar
Para ejemplificar estos beneficios se realizó un trabajo en un establecimiento de la localidad santafesina de Cafferata, donde se evaluó la aplicación de efluentes sobre maíz, previo a la siembra.
El ensayo incluyó tratamientos en los que se probaron dosis de 7.500, 15.000 y 35.000 kilos por hectárea de residuos.
Según los técnicos del INTA, el cultivo rindió hasta 1.206 kilos por hectárea más, en comparación con la parcela testigo sin efluentes.