Aunque la participación del género fue incrementando, menos de un cuarto de los cargos más altos cuentan con representantes del sexo femenino.
Según una encuesta realizada por Pratt Pinet, Argentina se encuentra por debajo del promedio regional en cuanto a representatividad de mujeres en altos cargos corporativos: mientras que en el país sólo 23 por ciento de los puestos directivos son ocupados por mujeres, ese porcentaje promedia los 29 puntos en América Latina.
La empresa de búsqueda de ejecutivos en el segmento middle y top management consultó a distintas compañías de Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Ecuador, España, México y Perú sobre la temática “Mujeres en puestos directivos”. Y si bien la presencia del sexo femenino en la cima de las pirámides corporativas fue creciendo, más de tres de cada cuatro top executives son hombres.
Al respecto de la situación local, casi la mitad de los encuestados argentinos coincidió en que en la empresa en la que trabajan no existe una política organizacional con respecto a la equidad de género en niveles directivos. A escala regional, sin embargo, la situación es aún más grave. Un 73 por ciento de los consultados que pertenecen a compañías de América Latina aseguró que no existe –o no se ejerce– una política relacionada con esta cuestión.
Cuando se les preguntó por la valoración de la diversidad de género, 38 por ciento de los encuestados que trabajan en compañías argentinos respondió que la presencia de mujeres en altos cargos afecta positivamente al negocio en términos de resultado. En toda América Latina, el número de consultados que respondió de esa misma forma fue, en promedio 42, por ciento. Por otra parte, un tercio de quienes participaron del relevamiento tanto a escala local como regional cree que los liderazgos femeninos en una empresa contribuyen a un mejor clima laboral y robustecen la imagen de RSE.
Mujeres empoderadas
Patricia Debeljuh es experta en ética empresarial y directora ejecutiva del Centro de Conciliación Familia y Empresa del IAE Business School de la Universidad Austral. Sobre la evolución del empoderamiento de la mujer, la especialista explicó: “El fenómeno está directamente vinculado con el mayor nivel educativo que alcanzó la mujer”.
“Entró masivamente a la universidad primero, y desde allí ingresó al mercado del trabajo, lo que ha hecho que, con los años, se note el impacto de la formación. En la región, la mujer entra al mercado laboral con más nivel educativo que los varones. Ellos consiguen trabajo con los estudios que alcanzaron; en cambio, por lo general, la mujer primero se prepara y luego busca trabajo”.
Sin embargo -continúa- una vez que ingresa, como el mundo laboral ha sido históricamente diseñado por hombres y para hombres, entra a un ámbito poco flexible y con pocas prácticas que apoyen al desarrollo de la familia, ya que el eje está fijado en la productividad, la rentabilidad y el beneficio. “Entonces, el proceso de empoderamiento de las mujeres es testigo de la lucha por no perder su condición femenina. Al estar el mundo del trabajo tan masculinizado, existe la tentación de que, para conquistar el poder que ostentan los varones, ellas trabajen como ellos, lo que perjudica a ambos”, agrega la especialista.
Más aún, Debeljuh consideró sobre la evolución de la mujer en el poder, que tanto en el país como en la región la mujer no ha llegado masivamente al poder.
“En Argentina, la mujer representa más de 50% de la matrícula universitaria y 60% de los egresados. Pero si uno analiza la cantidad de ellas que llegaron a puestos de poder, la proporción no se ve reflejada. Tampoco es que a escala mundial o regional sea muy diferente. En el mundo, la mujer representa 40% de la fuerza laboral pero sólo 24% de los puestos directivos es ocupado por una de ellas. En la región, el país que siempre encabeza el ranking es Colombia. Allí, 29% de los puestos directivos son ocupados por mujeres”.
Ámbito laboral
Las mujeres siguen con desventajas respecto de los hombres
Un informe de la ONU de hace algunos años asegura que el trabajo es el lugar donde más se discrimina a la mujer. Y, a pesar de que se han conseguido muchos avances respecto de la igualdad de género, todavía hay mucho camino por recorrer.
Carina Lupica dirige el Observatorio de la Maternidad y explica que “las mujeres padecen ciertas desventajas en el mercado de trabajo respecto de los hombres, y las madres respecto de mujeres sin hijos/as porque la organización familiar y social no ha logrado adaptarse a la nueva realidad”, apunta la especialista.
En efecto, -continúa- si bien hoy las mujeres comparten con los hombres el tiempo de trabajo remunerado, no se ha generado un proceso de cambio similar en la redistribución de la carga de las tareas domésticas al interior de los hogares.
“Ellas siempre son las responsables finales de esas labores, sean amas de casa o trabajen percibiendo un salario”, aclara. Debido a ello, las mujeres adaptaron su inserción y desarrollo laboral a sus responsabilidades familiares, lo que resulta en “carreras profesionales interrumpidas, lagunas previsionales, salarios más bajos y empleos de peor calidad que los hombres y que las mujeres sin hijos/as”. Ello que repercute negativamente en el nivel de los ingresos de las madres y de sus familias.