En Argentina, uno de los principales fenómenos naturales de riesgo para la población son las inundaciones, sobre todo en la Región Centro y en el Litoral. Las reacciones emocionales de los afectados incluyen angustia, llanto, insomnio, pesadillas, culpabilidad del sobreviviente, desorientación y confusión.
Por Luz Saint-Phat – [email protected]
Tal como viene sucediendo durante las últimas temporadas estivales en el país, las inundaciones son uno de los principales fenómenos naturales de riesgo para la población,
sobre todo en la Región Centro y en el Litoral.
En estos casos, es importante que los grupos de atención en salud mental tengan algunas precisiones sobre las principales herramientas y acciones que se pueden desarrollar en el terreno.
Con este objetivo, el documento de la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones, titulado “Salud Mental: Recomendaciones para la Intervención ante Situaciones de Emergencias y Desastres” (http:// www.msal.gob.ar/saludmental/images/stories/recursos comunicacion/pdf/2015-04-24_sm-en-emergencias-y-desastres.pdf) delinea algunas recomendaciones a tener en cuenta.
Entre las principales se encuentran la necesidad de una escucha activa sobre las demandas de la población afectada, la construcción de espacios comunitarios y la movilización de los recursos en el territorio. Además, el documento enumera las principales problemáticas emocionales que pueden surgir entre quienes padecieron la catástrofe. Entre ellas se encuentran síntomas como angustia, llanto, insomnio y pesadillas, culpabilidad del sobreviviente, desorientación y confusión.
Para la elaboración de la guía de sugerencias se utilizaron como principales referencias la Guía Práctica de Salud Mental en Situaciones de Desastres publicada por las organizaciones Mundial (OMS) y Panamericana de la Salud (OPS), en 2006; la Guía IASC sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Emergencias Humanitarias y Catástrofes publicada por el Comité Permanente Interagencial (IASC, por sus siglas en Inglés) en 2007; y la Guía para Equipos de Respuesta de Apoyo Psicosocial en Emergencias y Desastres, publicada por la OPS en 2010.
Asistencia necesaria
En primer lugar, la guía especifica los motivos por los cuales es necesario tener en cuenta la asistencia en salud mental en situaciones críticas.
Al respecto, el documento señala que “durante y después de la exposición a un incidente crítico aumentan las probabilidades de padecer una serie de problemas de salud mental” y que “las personas que se sienten seguras, calmas y confiadas; que tienen acceso a servicios de asistencia social y encuentran los medios para valerse por sí mismas tras un desastre tendrán mejores posibilidades, a largo plazo, de recuperarse del impacto que podría generarles la exposición al evento”.
Agrega el texto, en la misma línea: “La importancia de los desastres para los profesionales de salud mental ha aumentado progresivamente con la identificación de sus consecuencias emocionales a corto, mediano y largo plazos. Por este motivo, resulta de especial relevancia la necesidad de que todos los efectores de salud-salud mental reciban capacitación específica en la temática a fin de encontrarse preparados teórica y conceptualmente al momento de dar respuesta frente a una emergencia”.
Indica el documento sobre los síntomas más frecuentes: “Los efectos de los desastres sobre la salud física suelen ser bastante conocidos, en cambio no siempre se han reconocido de igual manera los efectos sobrela salud mental, dimensionando lo psicosocial en un sentido amplio, abarcando no sólo la enfermedad psíquica sino también otra gama de problemas como la angustia, el duelo, los comportamientos violentos y el consumo excesivo de sustancias psicoactivas”.
Y señala la guía consultada: “Es indudable que en situaciones de emergencia debe esperarse un incremento de reacciones emocionales intensas. La gran mayoría de estas manifestaciones es normal, pero la baja cobertura de los espacios de salud mental no permite una identificación rápida, en caso de desastres, de las personas que requieren de un apoyo especial, generando así la patologización de aquello que era normal en un contexto anormal”.
En este contexto, dice el manual, “la OPS (2002) recomienda generar espacios comunitarios en donde se socialice el impacto, tratando de propiciar la reelaboración y prevenir futuras crisis. También es importante que los equipos de trabajo intervinientes desarrollen un proceder activo, que puedan escuchar las demandas de la gente en sus espacios sociales o informales, sin esperar que las personas se acerquen a los servicios de salud. Esto es fundamental para identificar los problemas psicosociales y sus indicadores colectivos”.
En tanto, los profesionales deben tener en cuenta que los asistidos no son pacientes del tipo clínico y que “la asistencia de salud mental a los damnificados suele ser de carácter más práctico que psicológico. Los servicios de salud mental para los afectados se deben adaptar específicamente a las comunidades que se atienden y el personal de salud mental tiene que apartarse de los métodos tradicionales, evitar el uso de etiquetas diagnósticas, además de buscar sistemática y activamente a los afectados para que su intervención de apoyo tenga éxito”, señala el texto.
“Una intervención adecuada a tiempo tiene una influencia positiva sobre las reacciones psíquicas del afectado ayudándolo a recuperar el equilibrio y favoreciendo la resolución de secuelas psicológicas”, concluye el documento.