Sólo en España, las entidades que garantizan la dirección solidaria de los fondos depositados por particulares crecieron 16 por ciento durante 2014. Financian además la producción colectiva.
La crisis económica en el corazón del mundo desarrollado aumentó en algunos países el “remordimiento de conciencia” en los clientes bancarios sobre el uso que dan las entidades al dinero depositado en las cuentas o fondos de inversión, lo que propicia el crecimiento de la denominada “banca ética”, organizaciones que se dedican a captar fondos para dirigirlos con fines solidarios y no meramente especulativos.
En España este tipo de entidades ya tiene casi 190.000 clientes que confían sus depósitos mes a mes a sus manos.
La “banca ética”, representada por entidades como Triodos, Fiare Banca Ética, Coop 57 y Oikocredit, viene cobrando protagonismo en los últimos años en España e incluso ingresó en el debate de la reciente campaña electoral en ese país a partir de propuestas de los nuevos partidos polìticos ciudadanos, de promover una alianza entre el Estado y este sector del mundo financiero, con el fin de promover emprendimientos que traigan soluciones a una economía en franco retroceso desde hace ya casi siete años.
Al respecto, una de las propuestas de la candidata de la alianza Barcelona en Comú, Ada Colau, fue la creación de un Instituto Municipal de Crédito, coordinado con otras entidades públicas como el Instituto Crédito Oficial y con entidades de la banca ética.
Una iniciativa celebrada por el Observatorio de las Finanzas Éticas añade que es importante que los nuevos mecanismos financieros que se impulsen sean “democráticos” y que no estén controlados por el poder político, sino que sea “realmente público” y acompañado de una transparencia.
Bancos de valores
Las entidades de las finanzas éticas buscan distanciarse de la banca tradicional subrayando al cliente que al depositar sus ahorros o nóminas, éstos no serán empleados para “especular” sino que estarán dirigidos a otros fines “solidarios”, que se traducirán en “un valor añadido a la sociedad”.
Los resultados del ejercicio de 2014 del conjunto de entidades de la banca ética española señalan el auge de este tipo de entidades, conocidas también como “bancos de valores”, ya que el año pasado creció 16 por ciento y aumentaron 6 por ciento los préstamos concedidos, llegando hasta 821 millones, mientras la morosidad se situó en 8,17 puntos, inferior a los 12,51 puntos de la media del sector financiero.
Triodos Bank, fundada en los Países Bajos en 1980 y una de las entidades éticas que más ha crecido en Europa en los últimos años, asegura que los clientes que solicitan financiación buscan que las compañías estén especializadas y comprometidas con el sector de la economía social y solidaria.
Un paralelismo con el caso de las entidades argentinas podría alcanzar a bancos públicos como el Nación (BNA), que orienta especialmente su crédito a ciertos sectores pymes o familias en situación de necesidad. El banco cooperativo Credicoop buscó en los últimos años pulir su imagen con la misma línea de conducta.
No obstante, en Argentina las organizaciones vinculadas con la economía social no son sujeto de crédito específico de los bancos. Sí de las cooperativas de crédito, aunque éstas carecen de significación en el conjunto del sistema financiero.
Para la banca ética internacional, la alianza está más clara: la idea es que las entidades sean “el socio financiero que acompañe las organizaciones en el desarrollo de sus actividades sostenibles”.
En el caso europeo, la crisis ha sido determinante para el impulso de esta actividad, que ha ido atrayendo poco a poco a clientes que “buscan alejar sus ahorros de los abusos de algunas entidades financieras” o para sentir, simplemente, que contribuyen más activamente con la economía real. Las entidades financieras éticas han surgido principalmente del impulso de cooperativas, empresas y organizaciones relacionadas con proyectos sociales, culturales o medioambientales que ahora son socios de estas compañías bancarias.
Sin embargo, en cuanto a la financiación, la banca ética sólo la concede para la actividad económica y no para el consumo, por lo que acaban financiando exclusivamente empresas u organizaciones.
En cuanto a los tipos de interés, en el caso de la cooperativa financiera Coop 57, por ejemplo, demandantes y oferentes de crédito deciden las condiciones financieras conjuntamente.
Con todo, la mayoría de gente que se acerca a las finanzas éticas lo hace siendo consciente de que construir un sistema financiero basado en otros valores conlleva “una buena dosis de militancia”, ya que la rentabilidad que se puede esperar es “más baja” que la media del sector tradicional, advierte el Observatorio.