El compromiso, la determinación, el liderazgo, la creatividad, la confianza en uno mismo, la habilidad de adaptación, la persuasión y la capacidad de destacarse son cualidades necesarias para este tipo de proyectos.
Aun con contextos “poco amigables” para el desarrollo emprendedor, Argentina es uno de los 10 países con más emprendedores del mundo, siendo la calidad e innovación de los proyectos uno de los factores que la distinguen. No así la posibilidad de acceder a financiamiento.
La gestión de nuevas empresas de alto rendimiento presenta desafíos, tales como la conformación del equipo de trabajo, la gestión del crecimiento, la compensación y la percepción del riesgo, el vínculos con inversores o accionistas, entre otros.
Así, si bien se presume que los emprendedores no tienen jefe, lo cierto es que tienen varios actores que satisfacer: los inversores, accionistas,y los consumidores o usuarios.
Durante el seminario dictado sobre Tendencias Internacionales en Entrepreneurship, organizado por la Facultad de Ciencias de la Administración de la Universidad del Salvador (USAL), Andreas Antonopoulos, rector de la Universidad de Nueva York en Praga, destacó varios aspectos a considerar por quienes deseen comenzar un nuevo emprendimiento de alto rendimiento: el acceso a financiamiento, la satisfacción de los consumidores, la composición del equipo de trabajo, la escala del proyecto, la potencial venta, y la tolerancia al riesgo.
Esto último implica que deben sentirse cómodos con el escenario incierto que implica comenzar una empresa. Hay que tener en cuenta que es muy común fracasar antes de tener éxito. En ese sentido, el fracaso es uno de los condimentos que hacen a la experiencia del emprendedor, factor ampliamente valorado por lo accionistas.
“Asimismo, el compromiso, la determinación, el liderazgo, la creatividad, la confianza en uno mismo, la habilidad de adaptación, la persuasión y la capacidad de destacarse son cualidades necesarias para este tipo de emprendimientos”, dijo el especialista.
Antonopoulos puso el énfasis, además, en la importancia de la identificación de oportunidades. Mientras que las ideas existen por todos lados, las oportunidades se crean y construyen utilizando estas ideas y la creatividad emprendedora. Éstas son atractivas, temporales y ancladas en un producto o servicio que agrega valor a su comprador o usuario.
La oportunidad es, en ese sentido, es el corazón del proceso emprendedor.
Otro factor esencial es la experiencia. En promedio, las historias de éxito tuvieron pasos en falso. La experiencia es esencial y muy valorada por los inversores: uno debe estar familiarizado con la industria en la que va a trabajar.
Antonopoulos también destacó cuales son las áreas más “calientes” para emprender en proyectos de alto rendimiento. Quedó claro que todos los productos y servicios tecnológicos, de fácil expansión, que derriban barreras geográficas (y por lo tanto, son escalables) y que agregan valor a los usuarios y consumidores, son los más atractivos para los inversores y, por ende, los que mayor viabilidad tienen.
En ese sentido, mencionó servicios financieros, educativos y de recursos humanos apalancados por la tecnología, entre otros.
Finalmente, el orador alertó respecto de los cambios que la tecnología está trayendo a nuestras vidas y al futuro del trabajo. Muchos de los trabajos que requieren de personas, en el corto plazo, posiblemente sean motorizados y mecanizados, motivo por el cuál se debe estar pendientes de lo que está pasando escala global.
Respecto de la cultura emprendedora en Argentina, a pesar de no encontrarse entre las primeras, el académico destacó que está por sobre el promedio mundial.