El accidente aéreo del equipo Toyota 2000, sin resolución

Cuatro años y medio no fueron suficientes para brindar una respuesta adecuada a los familiares y víctimas sobrevivientes de la tragedia aérea del equipo de competición Toyota 2000, que dejó el saldo de seis personas muertas y tres heridos al estrellarse un avión Pipper Navajo Chiftain en el aeropuerto internacional de Córdoba Ambrosio Taravella, la noche del 8 de mayo de 2005.

El expediente se encuentra radicado en el Juzgado Federal Nº1, a cargo de Ricardo Bustos Fierro, de quien depende que se confirmen o no las imputaciones dispuestas por el fiscal EnriqueSenestrari y se proceda a una eventual elevación a juicio de la causa.

Como se recordará, entre los acusados, se encuentra personal de la Fuerza Aérea y funcionarios de la aviación civil, a quienes se imputó como supuestos responsables de homicidio culposo y lesiones culposas, agravados por el número de víctimas.

Las primeras imputaciones se conocieron en noviembre de 2007. Ese año Senestrari promovió acción penal contra el jefe del aeropuerto Córdoba, Hugo Argañaraz, y otras autoridades de la misma estación aérea y de organismos de control meteorológico y de seguridad, que supuestamente fueron negligentes en su actividad y causaron el accidente. Posteriormente, en mayo de 2008, el fiscal también acusó al jefe de la Dirección de Tránsito Aéreo del Aeropuerto Ingeniero Taravella, Antonio Álvarez, a quien imputó por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Desde ese momento la causa está paralizada en el juzgado de Bustos Fierro.

Pericias
El accidente en cuestión ocurrió cuando un avión a cargo del piloto Daniel Reynoso y del copiloto Mario Corti, con siete pasajeros a bordo -entre ellos miembros del equipo Toyota 2000- se aprestaba a aterrizar en el aeropuerto.

Según lo investigado, en ese momento lloviznaba y las condiciones meteorológicas empeoraban continuamente, a punto tal que lo aconsejable hubiera sido el cierre del aeropuerto. Sin embargo, desde la torre de control se autorizó el aterrizaje, que se haría de modo instrumental hasta que el piloto tuviera la pista a la vista, luego de lo cual concluiría la maniobra en forma visual.

Al momento de establecer responsabilidades, Senestrari tuvo en cuenta las conclusiones a las que arribó la pericia oficial, dejando de lado lo actuado por la Junta de Investigación de Accidentes, tras considerarlo “parcial y sesgado”.

En el nuevo informe quedó desestimada la responsabilidad de los tripulantes de la aeronave y, por el contrario, se determinó que la causa directa del siniestro fue la antena “incorrectamente” instalada a 1.000 metros del eje de la pista.