Pasión y paciencia es la fórmula para abordar el proceso de recuperación de un objeto de arte en un monumento arquitectónico, según la licenciada Cristina Lancellotti, a cargo de Conservación y Restauración Artística junto a su equipo de profesionales y becarios de la universidad. El equipo realiza una minuciosa tarea de redescubrir el original para luego replicar las mismas técnicas, colores y materiales empleados hace 127 años, cuando se lo construyó.
Por Laura Pantoja – [email protected]
No hay rincón del Teatro del Libertador General San Martín que haya quedado fuera de la gran lupa restauradora. Así es que entre el centenar de profesionales que ha pasado por sus distintas etapas a lo largo de este año y tres meses de labor se encuentran reconocidos especialistas en pétreos, ceramistas, conservadores artísticos, de fachada, de textiles, de mobiliario, de telón, de maquinaria y equipamiento escenográfico, de acústica, interiorismo y luminaria. Además, colaboró un sinnúmero de asesores institucionales y externos, como Ceprocor, Investigación histórica y proyecto escenográfico y universidades, entre otros.
Una misión a destacar es la del equipo de Conservación y Restauración Artística, a cargo de la licenciada Cristina Lancellotti, que tiene a su cargo el proceso de recuperación de todas las intervenciones artísticas: cielorrasos, paredes, frente del escenario, columnas, relieves, palcos y avant scenes (palcos contiguos al escenario), entre otras.
Según pudo comprobar El Inversor y la Construcción, la tarea comenzó con un proceso de decapado, que se realizó con bisturí, para descubrir el original (se comprobó que muchas de las obras habían sido pintadas encima con látex), y continuó con un camino de recuperación exhaustivo en el que se respetaron técnicas, materiales y colores usados originalmente.
Al igual que algunos elementos estructurales, muchos de los objetos artísticos fueron sujetos a cateo, una herramienta de relevamiento y diagnóstico que permite indagar sobre las diferentes técnicas aplicadas, capas de pintura o materiales adicionados y determinar así períodos de tiempo, etapas estilísticas y volumen de la intervención del objeto. Esto permitió establecer criterios para abordar cada una de las restauraciones.
Manos a la obra
“Somos un equipo fijo de 14 restauradores con experiencia, tanto de Córdoba como de Buenos Aires, a los que sumamos 50 becarios de la Universidad Nacional y de la Universidad Provincial de Córdoba”, señaló la licenciada, quien en el momento de la entrevista se encontraba dirigiendo la etapa final de proyecto, correspondiente al cielorraso del hall de ingreso al teatro.
“La clave de la restauración es tener paciencia. Me fijo en la gente que tenga ganas de trabajar y aprender, quien no está entusiasmado no sirve porque el trabajo es duro. Para los cielorrasos del salón principal debimos subir cinco pisos y además mantener el cuello en alto por mucho tiempo. Hay que tener pasión para hacerlo”, explicó. Ella acredita amplia experiencia en la restauración artística de monumentos arquitectónicos como el Palacio San Martín, la Casa de Gobierno y el Museo de Arte Decorativo en Buenos Aires, entre otros.
La restauradora tuvo especial atención en la selección de los materiales, trabajó con tintes de restauración reversible, viajó a Italia y Francia donde consiguió pigmentos especiales para restauración y barnices de retoques. En las salas nobles, donde se comprobó que la técnica original fue a base acuosa, “un temple”, también se emplearon acuarelas importadas. “Son materiales que por los precios no se consiguen acá y por eso viajamos”, dijo.
Cada intervención demandó el armado de una obra civil adicional. “Se montó una obra dentro de la obra”, según acotó Daniel Rey, secretario de Arquitectura, quien contó que “se montaron andamios hasta el techo, para lo que se debió ubicar el piso de manera horizontal (como se recordará, el piso es móvil, con una posición levemente inclinada hacia el centro del escenario”), dijo Rey.
Los relieves
Las guardas en sobrerrelieve de todas las columnas y de las panzas de los palcos también fueron recuperadas. El detalle significativo es que se hicieron de cartapesta -papel con cola vinílica-, un material noble que aporta a la acústica del lugar.
“Todos los escudos de las guardas están hechos en cartapesta, al igual que las ménsulas, los materiales blandos son necesarios para la acústica; también los duros, entre ambos se debe mantener un delicado equilibrio de peso”, explicó una de las restauradoras.
Más áreas
El telón de fantasía, que estaba en desuso, fue rescatado y enviado a Buenos Aires para su recuperación. “Está pintado a mano, pesa 600 kilos y tiene 12 metros de largo”, apuntó Daniel Rey, quien aclaró que será la “sorpresa” del reestreno.
Por otra parte, también restauraron alfombras, desarmaron y retapizaron las butacas con género de terciopelo ignífugo, al tiempo que los bandós decorativos fueron completamente restaurados y vueltos a bordar.
Luminaria
Los artefactos se conservaron; lo que se reemplazó en forma completa es la instalación, el cableado y la luminaria por tecnología led. A su vez, se incorporará al salón central una araña que se mandó a fabricar especialmente, según indicó Rey.