La psicoanalista Laura Pepe pone en duda la idea de que todas las personas aprenden del mismo modo y advierte de la importancia de encontrar lo particular que, en cada sujeto, posibilita u obstaculiza el acceso al conocimiento.
Por Luz Saint Phat – [email protected]
Las integraciones de alumnos con necesidades educativas especiales al aula común promueven que docentes y profesionales del área de la salud mental pongan en juego nuevas estrategias de enseñanza y aprendizaje.
Laura Pepe es licenciada en Psicología, trabaja en el área clínica con niños y adolescentes desde la perspectiva psicoanalítica y realiza integraciones escolares. También es alumna del Nuevo Programa de Enseñanza (NPE) del Centro de Investigación y Estudios Clínicos (CIEC).
En diálogo con Comercio y Justicia, la especialista explica algunos aspectos del rol del integrador y descarta la idea de que todas las personas aprenden del mismo modo.
También advierte de la importancia de encontrar lo particular que, en cada sujeto, posibilita u obstaculiza el acceso al conocimiento.
-Desde su experiencia ¿cuál es la evaluación que realiza sobre el estado actual de los procesos de integración de alumnos con necesidades educativas especiales al aula común en Córdoba?
-La integración escolar en las escuelas de Córdoba está en un nivel moderado, en el sentido de que la figura del integrador no está del todo incluida, aunque se está dando cada vez más lugar al profesional. En realidad, depende de la disponibilidad de cada escuela y de las experiencias previas que ya ha tenido en temas de integración, tarea que se trata básicamente de adecuar contenidos a los alumnos que tienen diferentes formas de acceso al conocimiento. Es decir, es muy variada la experiencia en Córdoba en relación con cada escuela.
-En la actualidad ¿cuáles son los desafíos que plantean los procesos de integración para las instituciones educativas, para los profesores y para el mismo docente integrador?
-En mi experiencia, los procesos de integración tienen relación con lo más singular de cada sujeto para el acceso al conocimiento y al saber. Siempre va a haber un discurso escolar que va a pretender que sea universal el acceso de todos los niños por igual a todo el conocimiento, pero cada niño tiene una capacidad especial para lograr los objetivos escolares. Entonces, desde la función del integrador escolar lo que promuevo es escuchar y acceder a ese rasgo singular y a los obstáculos particulares que se oponen a que el niño pueda acceder al conocimiento que requiere el establecimiento educativo. Después, habrá que ver en cada caso cómo el integrador puede acompañar el proceso por el cual el alumno aprende algo de lo que los otros pretenden, pero motivado por un deseo singular que le es propio. En este punto, el docente de grado o el profesor no puede ponerse a ver esta singularidad de cada uno porque es mucha la cantidad de alumnos y por eso es el integrador el que presta la escucha y la presencia.
-¿Cuál es la diferencia entre un maestro particular y un psicólogo o un psicopedagogo que cumple el rol de integrador escolar? ¿Cómo se compone el equipo que trabaja con los alumnos que poseen necesidades educacionales especiales?
-Depende de cada caso y de cada institución. Hay alumnos que necesitan que el integrador sea psicopedagogo, otros que sea psicólogo y eso es en función de cuál es la problemática y el tema para abordar. En ese sentido, cada equipo tiene que evaluar o distinguir qué aspecto del proceso de aprendizaje está -digamos- “haciendo ruido” en cada caso particular para intervenir. También hay que tener en cuenta que una integración escolar es diferente en primaria que en secundaria, entonces los roles y las funciones van a ser diferentes en cada uno de estos ámbitos.
-Desde tu experiencia ¿las escuelas de Córdoba están preparadas para trabajar con la integración de alumnos con necesidades educativas especiales?
-En mi experiencia, existen diferencias muy grandes en escuelas públicas y escuelas privadas. Aun así, se demanda mucho el módulo que legalmente se llama apoyo de integración escolar porque los profesores y los maestros no pueden abarcar todas las necesidades en un contexto de masividad. Entonces, se necesita siempre una figura auxiliar que tenga en cuenta estas cuestiones. Los docentes quizás están capacitados pero como son tantas las diferencias entre los alumnos, y como cada niño tiene una problemática diferente, el abordaje es más difícil para cursos numerosos -de hasta 50 alumnos-. Por otro lado, en cuanto a si los docentes están preparados para recibir a un integrador, las posturas son muy variadas. Existe reticencia de algunos maestros que consideran que el alumno no va a poder cumplir; muchos también tienen la creencia de que la integración hace los contenidos “más fáciles”. Pero, en realidad, no es cuestión de simplificar sino de adecuar y hacer más accesibles esos conocimientos a quienes tienen otra manera de aprender.
-Desde tu perspectiva ¿es posible la plena integración de las capacidades de aprendizaje de todos los individuos en un aula común? ¿Creés que todos los niños y adolescentes son susceptibles de integrarse a la escuela tradicional?
-Desde el psicoanálisis de orientación lacaniana, la “plena integración” no es posible; nunca existe debido a la misma definición de plenitud. Todos no aprendemos lo mismo y cada uno tiene una diferente manera de aprender, según los intereses personales y los caminos recorridos. Lo que quizás sí existe es poder pensar y combinar lo que cada niño o alumno desea con el contenido curricular. Pero cada alumno tiene su propia manera de acceder al saber que se imparte en la escuela. Y la función del integrador es que, a pesar de las dificultades que cada niño pueda tener, también tenga la posibilidad de acceder a la escuela común.
Por otro lado, también es posible pensar que no todas las personas pueden integrarse en todos los colegios. Me parece que en cada caso es necesario evaluar dónde se ubica cada alumno. Quizás muchos padres quieren enviar a sus niños a escuelas que no son para él y es importante indagar por qué se elige una institución educativa y evaluar cómo el alumno es esperado en esa escuela y cómo se siente.