El sueño de la construcción de un mundo de paz, justicia y progreso que heredamos de nuestros mayores y formadores tropieza, a cada instante, con la brutalidad de la especie humana que busca los insondables caminos de la autodestrucción.
Sobre esa presunción trabajábamos para encontrar algunas claves del proceso de disolución que vive la Unión Europea en las vísperas de las elecciones continentales. Elecciones que asoman complejas, difíciles y controversiales por el avance de los grupos neonazis, en todos las regiones europeas, muchas veces escudados en los reclamos legítimos de la población frente a la crisis financiera y económica que padece.
Cuando habíamos terminado de contabilizar los muertos –que suman miles- de la campaña electoral continental fuimos sacudidos con la noticia del secuestro, en Nigeria, de 276 jóvenes en edad escolar a manos del grupo ultraislamista Boko Haram –que significa “la educación occidental es pecado”-, fundado en 2002 en la localidad de Maiduguri, en el Estado de Borno, por Ustaz Mohammed Yusuf.
Las explicaciones no alcanzaban. Tampoco las anotaciones que cuenta nuestro observatorio africano. Boko Haram –que se reivindica así mismo como hermano de los talibanes y socio de Al Qaeda del Magreb Islámico del norte de Malí y de Al Shabab de Somalia-, tiene como objetivo central instaurar un califato islámico en el norte de Nigeria y procurar el establecimiento de la Shari’a como norma vigente en los 36 estados del país, no sólo en el norte de mayoría musulmana; si bien en el norte de Nigeria la shari’a ha sido tradicionalmente considerada, por el gobierno, un código de justicia informal, aceptado por importantes sectores de la población.
Presencia que obligó al presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, a declarar, en diciembre de 2011, que los “ataques (de Boko Haram) han amenazado la seguridad colectiva y desestabilizado los pilares de la existencia de Nigeria como nación (…) Lo que comenzó como una crisis sectaria en el noreste del país ha evolucionado gradualmente y se ha convertido en actividades terroristas en distintas partes de la nación”, apuntó Jonathan, quien anunció medidas excepcionales para restablecer la seguridad perdida.
Bajo el estado de emergencia -asevera el diario El Mundo, de España- dictado por Jonathan, tanto el Ministerio de Defensa como la policía han recibido instrucciones para asegurar la protección de la vida y propiedad de los residentes de las zonas afectadas del país. El presidente de Nigeria ha ordenado cerrar las fronteras con Camerún, Chad y Níger, en el noroeste.
Abubakar Shekau, el actual jefe de Boko Haram, es discreto, solitario y capaz de todo porque carece de miedo y escrúpulos, según cuentan quienes han tenido contacto cercano con el terrorista. Es uno de los terroristas más buscados del mundo, a quien se le adjudican responsabilidades directas en más de cuatro mil asesinatos. Su inescrupulosidad quedó de manifiesto en un video que difundió ex profeso. Allí asevera que disfruta “matando a todo aquel que Dios me ordena matar, de la misma manera que disfruto matando pollos y carneros”.
“Un velo de misterio envuelve su vida personal” -anota en otra crónica Jorge Naranjo, periodista del diario El País radicado en Dakar-. “Unos dicen que procede de un pueblo llamado Shekau (igual que su apellido), situado en el estado de Yobe, al norte de Nigeria, pero hay quien asegura que en realidad nació al otro lado de la frontera, en la vecina Níger.
Tampoco está clara su edad, aunque debe rondar 40 años. Lo que sí se sabe es que tras recibir las primeras enseñanzas de un clérigo musulmán se trasladó a Maiduguri, capital del estado de Borno, para profundizar en sus conocimientos del Corán en la Escuela de Estudios Legales e Islámicos. Fue allí donde conoció a Mohamed Yussuf, fundador del grupo terrorista Boko Haram, convirtiéndose en su principal y más radicalizado lugarteniente.”.
En 2009, las fuerzas de seguridad nigerianas lanzaron un gran ataque contra una de las bases de Boko Haram, que para aquel entonces ya golpeaba con intensidad mediante atentados y ataques dirigidos fundamentalmente contra policías y militares. Yussuf falleció junto a un millar de insurgentes y el propio Shekau fue dado por muerto. Sin embargo, apareció un año más tarde proclamándose nuevo líder de la secta y anunciando una amplia campaña para vengar “los mártires”. Mucho más radical que su antecesor, los ataques de Boko Haram comenzaron a incluir objetivos civiles, sobre todo iglesias y escuelas pero también mezquitas y pueblos.
No fue hasta el año pasado que Shekau decidió ordenar secuestros de mujeres y niñas, algo que este grupo había rechazado hasta ahora. La nueva orden del líder surgió como respuesta ante el hostigamiento que estaban sufriendo las propias mujeres de los miembros de Boko Haram por parte del ejército, que ha puesto en marcha una feroz campaña de represión contra el terrorismo en el norte del país. Los expertos aseguran que esta respuesta violenta y sin resultados palpables, que ha incluido ejecuciones extrajudiciales, torturas y ataques indiscriminados a sospechosos, denunciada por la Comisión de Derechos Humanos nigeriana, no ha hecho sino agravar el problema, radicalizar aún más a los terroristas y facilitar el caldo de cultivo para la captación de nuevos adeptos. Escurridizo, cruel y fanático, pero también hábil en el manejo de la propaganda, Shekau sigue escondido y al frente de un nutrido grupo de hombres con gran capacidad para seguir matando, como demostró hace sólo unos días en Gamboru Ngala -unos 300 muertos en un ataque-, o en la propia Abuya, en el pasado mes de abril.