lunes 25, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Estudio revela cuán inflamables son las plantas cordobesas

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Los espinillos tienen capacidad de rebrotar, mientras que otras especies -como la jarilla- lo hacen en menor medida; algunos tipos de algarrobos, sólo los ejemplares más jóvenes.

Cada región tiene un régimen natural de incendios que en muchos casos, como en Córdoba, no se conoce con certeza.

Los últimos ocuridos en la provincia pusieron este tema de relieve.

Un grupo de investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal del Conicet-UNC, dirigido por la investigadora Sandra Díaz, divulgó ayer una investigación sobre la ecología del fuego de plantas del Bosque Chaqueño Occidental de Córdoba.

La información obtenida en este trabajo es un primer paso muy útil porque permitió no sólo estimar cuán inflamable es cada especie sino también si sobrevive, si brota nuevamente luego de un incendio y la resistencia de sus semillas al paso del fuego.

“Las 34 especies que estudié pueden rebrotar después de un incendio de baja o media intensidad, mientras que con un fuego muy intenso muchas de ellas mueren. La mayoría de las semillas mostró tolerancia a temperaturas moderadas de hasta 70°C”, comentó Pedro Jaureguiberry, uno de los investigadores.

Asimismo, el estudio señala que, a grandes rasgos, podría decirse que el índice obtenido para cada especie muestra tres niveles de inflamabilidad, relacionados con el tipo de planta: baja -la mayoría de los árboles-, media -arbustos y herbáceas latifoliadas- y alta -todas las gramíneas-.

En algunas especies -como el espinillo-, la mayoría de los individuos tiene la capacidad de rebrotar, mientras que otras especies, como la jarilla, lo hacen en menor medida y en algunos tipos de algarrobos sólo rebrotan los ejemplares más jóvenes, mientras que los más añejos, en general, mueren. “No todas las plantas responden igual al fuego ni todos los fuegos son iguales y aún no tenemos suficiente conocimiento científico del cual partir para establecer una política que tenga en cuenta este tipo de diferencias”, comenta Díaz. Es decir que, aunque la mayoría de las especies tiene capacidad de rebrotar, el ecosistema no se recupera en su totalidad.

Finalmente, a pesar de todo lo que se investiga relativo al fuego en nuestro país, aún falta mucho por conocer respecto a éste como factor ecológico y sus implicancias en los planes de manejo. “Pienso que los trabajos científicos sobre el fuego son muy valiosos para adquirir conocimientos indispensables para tomar medidas de manejo adecuadas, especialmente desde el punto de vista de la eficiencia en el uso de los recursos materiales y humanos”, concluye Jaureguiberry.

El estudio
Como parte del estudio fue necesario desarrollar un dispositivo específico que permitiera medir la inflamablidad de diferentes especies, así como un protocolo y un índice que no existían hasta el momento.

El resultado fue el desarrollo de una tecnología creada para una investigación básica, que pone en funcionamiento la rueda de retroalimentación entre ciencia y tecnología de una manera que contradice el esquema de pensamiento clásico, según la cual es la primera la que da lugar a la segunda y olvida, muchas veces, la complejidad de los cruces y encuentros entre ambos dominios.

“La importancia de esta investigación radica en que, además de avanzar en un campo estratégico, es una clara muestra de investigación básica con desarrollo tecnológico, que responde a necesidades regionales y, además, es replicable”, asegura Díaz.

Como parte de la investigación, se construyó un dispositivo parecido a un asador portátil, que permite medir en el campo y de manera estandarizada la inflamabilidad de plantas enteras o porciones de hasta 70 cm de longitud.

Este desarrollo constituye un punto medio entre los estudios de laboratorio que se realizan con instrumentos costosos de alta precisión que miden pequeñas partes separadas y no tienen en cuenta la estructura de la planta, y otras investigaciones complejas que involucran el ensamblaje de ‘comunidades’ de plantas. En éstas se colocan plantas enteras en grandes túneles de fuego experimentales, donde son quemadas mientras se registran diversos parámetros.

El aparato permite construir la “tasa de quemado”, que contempla la distancia que se quemó desde donde comenzó el fuego hasta donde se detuvo y el tiempo que duró encendida la planta. Además, mide la temperatura máxima alcanzada. A esto se le añade una estimación visual del porcentaje que se consumió y, a partir de la estandarización de esos datos, se construye un índice para poder comparar las mediciones de todas las especies.

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