Por Luz Saint Phat / [email protected]
Cada tanto, y aún más en contextos de crisis económica, se retoma la discusión sobre la cantidad de tiempo que las personas dedican a trabajar. Datos actuales y criterios pueden orientar un debate más acertado
Desde hace ya varios años, y cada tanto – sobre todo en contextos de crisis económica- se retoma en Argentina el debate sobre la extensión de la jornada laboral.
Mientras algunos países con economías más desarrolladas hace tiempo optan por reducir la cantidad de horas y días que sus habitantes dedican al trabajo, en estas latitudes la discusión está lejos de saldarse, aún considerando que el país se encuentra entre los que más corta es la jornada, en promedio.
Está claro que se trata de una discusión compleja, dado que tiene en cuenta diferentes variables que hacen al escenario nacional y la macroeconomía, y también las necesidades de los diferentes sectores y a las particularidades que presenta cada empleo, oficio y/o profesión, considerando además las estipulaciones que rigen en materia legislativa al respecto.
No obstante, mientras se escuchan voces que aseguran que jornadas más extensas serían beneficiosas para las personas en materia económica y que además contribuirían a mejorar el desempeño económico general del país, conocer datos actualizados y perspectivas especializadas es clave.
En primer lugar, vale señalar que en Argentina no se trabaja ni tanto, ni tan poco (siempre contabilizando la cantidad de horas).
Según explicó la nota que acompaña un gráfico donde se ve la diferencia entre países, se observó que “las personas empleadas en Colombia trabajan más de 44 horas por semana, un promedio que sitúa a este país entre los más altos de América Latina, seguido por México y Honduras”.
Además, el artículo precisó que “en la región, esta cantidad puede variar unas ocho horas, desde las 36 de Panamá hasta las 44,3 de Colombia”, aunque es importante “tener en cuenta que las estimaciones de la carga horaria semanal pueden incluir a trabajadores informales, por lo que el promedio general se ve disminuido”.
Según estos datos, se puede apreciar que mientras Perú, Honduras y El Salvador poseen las jornadas laborales más excesivas, con alrededor de tres de cada diez empleados que trabajan 49 horas a la semana o más, Argentina se ubica en el segundo puesto ranking de la menor cantidad de horas por semana con un promedio de 37 y sólo 16% de los trabajadores realizando más de 49 horas semanales. Mientras, en el tercer puesto se encuentra Panamá (36,2 horas en promedio).
En tanto, el podio de los países con las jornadas laborales más reducidas se completa con Uruguay (37,3).Finalmente, las posiciones cuatro y cinco son para Bolivia (38 horas promedio) y Ecuador (38,4).
Cambio conceptual
No obstante estos datos son centrales para iniciar un debate ajustado a la realidad del país en comparación con el resto de la región, es preciso incorporar a la discusión un cambio conceptual de “trabajar más “ a “trabajar más eficiente”.
Esta es la propuesta que Leticia Palmes transmitió en diálogo con Comercio y Justicia. Palmes es licenciada en Psicología por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y con posgrado en Gestión Estratégica del Capital Humano (Universidad de Belgrano). Además, Palmes es diplomada en Inteligencia Emocional y en Motivación, Conducción y Liderazgo.
“La extensión de las jornadas repercute en la salud física y mental de los trabajadores, exponiéndolos a diferentes riesgos“.”Estos riesgos están relacionados con la organización del trabajo, el tiempo,las condiciones laborales, las relaciones interpersonales y la carga de trabajo entre otros”, agregó.
Mientras, también indicó que otro aspecto a considerar es “el equilibrio y la conciliación vida laboral / familiar / ocio”. “Cuando las horas de trabajo son excesivas, se rompe el equilibrio de distribución de estos espacios, lo cual repercute negativamente en los tres ámbitos y se traduce en un factor desmotivante a la hora de trabajar”.
“Es necesario romper la relación más horas de trabajo=más eficiencia”, enfatizó la licenciada en psicología, y agregó que “poder darle tiempo a la persona para distribuirse y estar y ser en sus otros espacios de interés es un factor de alta motivación para el desempeño, pero para regular el tiempo de trabajo hay que aprender a organizar el trabajo, a trabajar por objetivo y a preguntarnos qué es lo que queremos o que es lo que tiene que hacer la persona mientras permanece en la organización”.
En relación particularmente a Argentina, la profesional señaló que el “ideal” a implementar debe estar “sujeto al tipo de actividad (esencial o no esencial), rubro, si es venta, servicio o producción” y que “la clave es analizar esas jornadas y ver a qué riesgos psicosociales puede estar expuesta la actividad”.
“Creo que se debe partir de interrogantes sobre qué queremos hacer, qué hay que hacer en el tiempo que las personas están en las organizaciones, además de trabajar sobre el propósito de trabajo y no del tiempo”.
“Estamos seteados y hablamos de jornadas de trabajo pero internamente las organizaciones tienen que preguntarse qué se hace en ese tiempo de trabajo.Desde allí se puede encontrar el equilibrio en el tiempo trabajado”, precisó.
Finalmente, Palmes destacó los beneficios de las jornadas laborales más cortas. “Al tener menos horas, la concentración es mayor”, dijo. “Cuando las jornadas son muy extensas, por una cuestión lógica de períodos de concentración, hay mucho tiempo muerto”, aseveró.
Además, indicó que “menos horas de focalización disminuyen la fatiga” y que, además, “las jornadas reducidas son motivantes porque “la gente sabe que si termina con sus tareas dispone de mucho más tiempo libre para hacer las actividades que les gustan”.
Otras variables
Por otro lado, además de pensar en términos de cantidad de horas, el trabajo eficiente y con mayor espacio para la vida personal también puede estar vinculado a otros aspectos.
En esta publicación, se describen con precisión las variables que hacen a la cultura laboral de cada una de estas naciones, además de la extensión de la jornada laboral y la cantidad de días que se trabajan.
Estos factores están relacionados con, por ejemplo, mayores días por vacaciones, mejores y más prolongadas licencias por maternidad y paternidad, tiempo dedicado al cuidado personal, etc.
Entre los países destacados por la cadena internacional de comunicación se encuentran Nueva Zelanda, España, Dinamarca, Francia e Italia.
Finalmente, vale destacar que el marco jurídico laboral internacional y de cada país, la existencia de altos o bajos niveles de informalidad en los puestos de trabajo, los niveles de desempleo, los sistemas de previsión social y el avance de la inteligencia artificial en diferentes aspectos del trabajo son centrales para pensar cómo se pueden construir esquemas y jornadas laborales más productivas y que, al mismo tiempo, proporcionen bienestar a la población.