<?xml version="1.0"?><nbibliografica> <intro></intro><body><page>Por medio de la prestigiosa editorial cordobesa Alveroni, Mario C. Perrachione pone a disposición de los operadores jurídicos su obra "La casación como método de control de la función jurisdiccional", que seguramente movilizará el ánimo de algunos de los especialistas que con asiduidad vienen trabajando para profundizar y perfeccionar el tópico analizado. Lo primero que tenemos en cuenta al comentar un libro es la complejidad del tema elegido. Somos conscientes de las particularidades que depara todo estudio sobre "la casación", principalmente en lo relativo al hecho de que su tratamiento no se agota en las características propias de la figura. Por el contrario, la variedad de temas que surgen a partir de su análisis como recurso extraordinario (óptica procesal) requiere -anticipadamente- que aquel que se involucre intelectualmente con ella delimite el alcance de su investigación pues, de lo contrario, correrá el riesgo de quedar atrapado en el marco de abstracción que caracteriza su estudio. Frente a lo expuesto, la labor de Perrachione no deja de sorprendernos, más aun cuando de antemano -por su experiencia profesional y docente- conocía que el tratamiento de la temática excedía indefectiblemente las fronteras demarcadas por el derecho procesal. El lector podrá apreciar que el autor se involucra en temas que trascienden lo netamente procesal para incursionar en terrenos de la lógica jurídica, la teoría de la argumentación forense, la filosofía, la historia, la política, etc. Esta actitud asumida por Perrachione es deliberada; a través de ella deja entrever que la figura considerada como mero recurso proporcionará una visión incompleta o parcializada de la casación como instituto. Su aspecto procesal, su aplicación práctica en el mundo del derecho procesal, es una de las tantas caras que la configuran; sin embargo, no es la única, siendo imposible reducir su tratamiento a este solo aspecto. Frente a todas estas particularidades que denota el estudio de "la casación", el mérito científico del autor no puede ser puesto en tela de juicio. Este trabajo, como se comprenderá a lo largo de su lectura, es ambicioso: implica una crítica profunda a la forma en que actualmente se concibe y funciona este recurso. Asimismo, a través de este texto el autor quiere ofrecer a los jueces y a los abogados litigantes una herramienta útil que les permita adentrarse en la estructura misma de la figura. Otro punto que merece destacarse es la técnica de exposición utilizada por Perrachione. Con buen tino, en los primeros tres capítulos determina en forma general el alcance de su investigación y establece además una base teórica sustentada por conceptos claros, al margen de discusiones dogmáticas, que permitirá al lector manejarse cómodamente cuando se analicen en concreto y con profundidad las cuestiones particulares elegidas por el autor. A renglón seguido, aborda los temas que -a juicio del autor- son trascendentales para obtener una somera comprensión de la funcionalidad de la figura y lo que servirá para justificar, en definitiva, su tesis. Sobre este particular, la elección nos parece adecuada. Pero más aún, la manera de abordarlos, ya que no pierde la virtud que lo ha caracterizado en todas sus publicaciones: el pragmatismo de sus investigaciones. En este último sentido, el lector contará con una obra eminentemente práctica, con reflexiones sólidamente fundadas y abonadas con profusa jurisprudencia. Ratificando la buena técnica empleada por el autor en la elaboración de esta obra, cabe resaltar que si bien cada uno de los capítulos, sobre la base de los temas examinados, son independientes, mantienen entre sí una perfecta ilación a lo largo del trabajo. Esta cualidad, esta metodología empleada por Perrachione, torna muy amena la lectura, porque, a pesar de la complejidad de los temas y la hondura con la que fueron abordados y que requieren del lector una dosis de concentración adicional, ésta se mantiene constante gracias a tal conexidad. Como decimos <italic>ut supra</italic>, en los tres primeros capítulos se deja establecido, por un lado, el alcance de la investigación (la posibilidad de control de logicidad de la <italic>quaestio facti</italic>). Al respecto considera que la cuestión de hecho no es ajena al ámbito de conocimiento del tribunal de casación, en contra de la posición tradicional que limita dicho control a la <italic>quaestio iuris</italic> y que ha hecho del asunto un verdadero “mito”. Pero mientras el tribunal de mérito -nos dice el autor- analiza el objeto de conocer en forma empírica, en función de su valor convictivo, el de casación debe hacerlo desde la perspectiva del razonamiento seguido por el <italic>a quo</italic>, es decir, atendiendo al método de tal conocer. Por otro lado, en el marco teórico que servirá de soporte a sus conclusiones, puede destacarse el mantenimiento de la tradicional división entre <italic>“errores in procedendo”</italic> y <italic> “errores in iudicando”,</italic> aunque adoptando una redacción más amplia y explícita que los comprenda. A continuación se procede al análisis de temas específicos como la “legitimación para recurrir” (Cap. IV); el requisito de “sentencia definitiva” (Cap. V); las “reglas de congruencia” (Cap. VI). Sin embargo, donde con mayor claridad se evidencia el mérito científico y la mente inquieta de Perrachione es en los capítulos dedicados a “hechos y derecho”. Parecería que la pasión del autor puesta en el tratamiento de este punto le juega una mala pasada al tratar el tema de “la descripción de los hechos como requisitos de fundamentación del fallo”. Principalmente, al enfatizar que el razonamiento judicial no es sólo de carácter “práctico–prudencial”. Para el autor hay otros términos cuya determinación exige una prueba lógico-matemática que aquel especial razonamiento no es capaz de suministrar, reduciendo su campo de acción a supuestos donde existen conceptos abiertos o indeterminados y donde la discrecionalidad del juez juega un papel importante. Asimismo, al criticar la doctrina de las teorías creacionistas que estiman que el juez debe dictar una sentencia equitativa y justa aun por encima de lo dispuesto por la norma positiva, considera Perrachione que esta forma de ver las cosas es errónea: el juzgador debe limitarse -dice- a interpretar y aplicar la ley, en un todo de acuerdo con el principio de legalidad y la división de poderes. No obstante ello, el autor admite el apartamiento sólo cuando la regla positiva colisione con otra de rango superior, pero de ninguna manera por razones de justicia o equidad emanadas de la idiosincrasia del juzgador. Su particular manera de apreciar las cosas, más allá de lo discutible que pueda ser, tiene su lado positivo: seguramente será el centro de muchas críticas, lo que no afectará el mérito científico del trabajo -como bien lo señala Arbonés en el prólogo- sino que, por el contrario, lo incrementará en tanto aliente al desarrollo del pensamiento. En los capítulos que siguen, Perrachione dedica toda su atención a dos cuestiones insoslayables cuando de casación se trata: “Fundamentación de las sentencias” y “Reglas de la sana crítica racional”. A pesar de la abstracción con la que dichos temas se presentan en el mundo jurídico, el autor logra reducirlos a conceptos prácticos y claros, perfectamente entendibles, pero sin mengua del rigor científico de sus conclusiones. A todas luces, lograr tal compatibilidad es sumamente plausible. A partir del capítulo XI se aboca al tratamiento de la casación desde el punto de vista netamente procesal. Examina los distintos supuestos por los cuales procedería el recurso (por quebrantamiento de la forma, por errores <italic>in iudicando</italic>); los aspectos más relevantes sobre el juicio de admisibilidad, procedibilidad y fundabilidad del recurso; la aplicación del principio <italic>“iura novit curia”</italic> en materia de casación; el juicio de reenvío y la intervención de las partes en esta etapa, entre otros temas. En definitiva, el hecho de que este estudio haya sido abordado por un especialista en derecho procesal como Mario C. Perrachione, con la profundidad que denotan sus reflexiones, no es desde ya poca cosa. Frente a ello -a riesgo de reiterativos-, el lector accederá seguramente a un trabajo preciso, bien fundado, en el que no sólo hay una puesta al día de ideas tradicionales, sino también la introducción de nuevos enfoques y aproximaciones dignas de discusión, estudio y crítica. </page></body></nbibliografica>