<?xml version="1.0"?><doctrina> <intro></intro><body><page>Se dice que los siameses son dos gemelos unidos físicamente al nacer y que, eventualmente, pueden ser separados mediante intervención quirúrgica. Esta anomalía tiene sus matices, porque a veces ambas personas se presentan anatómicamente completas, y en otras, carente, una de ellas, de corazón, hígado o de los riñones. Cuando se presenta la primera hipótesis, y aunque se corran ciertos riesgos, obtenida con éxito la separación, ambas personas podrán seguir viviendo independientemente, una sin la otra. El problema será ya muy distinto toda vez que uno de aquellos siameses fuese incompleto y que, por ser tal, no podrá tener vida autónoma. Morirá desde el momento mismo de la separación. ¿Cómo vivir sin hígado, sin corazón o sin riñones? Supongamos, a pesar de todo, que ambos siameses desearan la separación, y que, consentimiento de por medio, se llevara a cabo el acto médico. ¿Será responsable el profesional? Y en su caso, ¿de qué? Parece sumamente difícil sostener que el médico no fuese el autor de la muerte del siamés que dejó de existir. Faltaría saber si dicho resultado fue intencional o si, por el contrario, la muerte no fue querida. ¿Cómo y de qué manera no querer aquella muerte cuando se conoció con anterioridad un resultado inexorable? ¿Cómo y de qué manera pudo haber creído el profesional que ambos siameses podían seguir con vida? Diremos entonces que el médico tuvo intención de matar y que mató. Pero como dicho homicidio se ejecutó con el consentimiento del ofendido, la responsabilidad penal se verá atenuada, porque no es lo mismo matar con el consentimiento de quien ya no quiere vivir, que matar a una persona que no quiere morir. En estos casos, ¿se podría hablar de eutanasia? Vamos a suponer ahora que el siamés incompleto se opusiera a la separación, y que el restante no quisiera ya más permanecer unido. Si la separación se llevara a cabo, entonces el médico habrá matado a una persona que no deseaba morir y el homicidio será sin consentimiento, por lo que ya no contará con la atenuante anterior. Todavía podemos pensar en aquella hipótesis en la que si la separación no se llevara a cabo, el siamés completo morirá porque el restante, al ser incompleto y vivir de aquél, lo que hace, es poner, actualmente, en peligro su vida. Aquí se asoma la necesidad de salvar la vida de uno para que no pierdan la vida los dos; entonces, que muera uno. De este modo, podría quedar justificado el médico en razón de haber causado un mal para evitar otro mayor. No obstante, esta solución podrá ser objetada en el sentido de que la ley protege las dos vidas del mismo modo, de manera que la del siamés completo no es superior ni vale más, que la vida del gemelo incompleto, cuya vida no vale menos, a pesar de ser una persona incompleta. Acaso se podría aún, pensar en la posibilidad de invocar, conforme al cuadro de circunstancias, la legítima defensa de terceros, en razón de que el médico no habría hecho otra cosa que salvar una vida cuya existencia había sido puesta en peligro de muerte por el restante gemelo. Por último, cabe quizás, una extrema posibilidad. Aquí, el médico creyó conocer el verdadero estado de las cosas y, por ello, desconoció lo que era real y verdadero. Si dicha ignorancia tuvo por causa una negligencia culpable de su parte y a raíz de ello causó la muerte a los siameses, esas muertes, no obstante no ser intencionales, serán atribuibles por culpa, al menos que el verdadero estado de las cosas no pudo ser conocido, porque no era posible conocerlo o era de muy difícil conocimiento. Entonces, al ser el error o la ignorancia insuperables, la culpa quedará excluida&#9632;</page></body></doctrina>