<?xml version="1.0"?><doctrina> <intro></intro><body><page>Por los motivos que se expondrán a continuación, no se comparten los argumentos jurídicos brindados por la Cámara para sustentar la declaración de inadmisibilidad de los recursos de casación e inconstitucionalidad, ni para la imposición de la sanción disciplinaria. Tras una detenida lectura de las consideraciones vertidas por los Sres. Vocales en la resolución comentada, se impone como cuestión previa -a resolver si los recursos extraordinarios locales han sido correctamente inadmitidos en razón de su extemporaneidad- responder el siguiente interrogante: ¿Qué efecto tiene la aclaratoria? ¿Se borra el efecto reconocido por la ley cuando ella es declarada improcedente? A fin de suministrar adecuada respuesta a estos interrogantes, a continuación se exponen algunas reflexiones acerca de esta figura. <bold>I. Aclaratoria: Naturaleza. Efectos.</bold> Partiendo de la definición de aclaratoria, como acto procesal por el que se corrige un error material, se suple una omisión o se aclara un concepto oscuro contenido en una resolución, sin alterar lo sustancial de la decisión, es posible formular una primera afirmación relativa a su naturaleza jurídica: la aclaratoria no es un recurso. Se diferencia de los recursos porque mediante ella se pretende la integración del fallo y no su impugnación, pues no se ataca la idea, sino cómo ésta ha sido expresada. En efecto, la aclaratoria no es un verdadero medio impugnativo, sino que se trata de “una facultad ordenatoria que, aun de oficio, pueden ejercerla los tribunales”<header level="4">(1)</header>(art. 338, CPC). Ello es así, tanto en el CPCCba. como en el CPCNac., ya que las normas que a ella refieren se encuentran ubicadas en el capítulo que refiere a la conclusión del juicio y no en el que lo hace a los recursos. Además, su trámite no tiene sustanciación, a diferencia de los recursos. Así se ha dicho que “...la aclaratoria no está contemplada como recurso y en la práctica aparece como una facultad disponible por las partes...”<header level="4">(2)</header> Ahora bien, ese acto procesal -pedido de aclaratoria- conforme está regulado en nuestro ordenamiento jurídico adjetivo, a los fines de su admisibilidad, debe postularse dentro del plazo fatal de tres días, los que se computan a partir de la notificación de la resolución que es objeto de aclaratoria. Fuera de ese plazo, sólo queda la posibilidad de que el tribunal interprete oficiosamente la resolución por él dictada, en virtud de las expresas atribuciones que le confiere el art. 338, CPC. La teleología que inspira esta última norma es la de lograr que la sentencia cumpla su función de decir el proceso de modo expreso, positivo y preciso, depurándola de errores materiales, oscuridades y omisiones acerca de las pretensiones oportunamente deducidas por las partes. A la hora de resolverse la petición, la declaración de improcedencia de la aclaratoria oportunamente planteada sólo podrá fundarse en que los motivos en los que el peticionante sustentó la aclaratoria no engastan en las causales que el legislador previó taxativamente como motivos de aclaratoria (error material involuntario, omisión involuntaria, oscuridad de conceptos). De hacer lugar a la petición el tribunal, la resolución aclaratoria de la sentencia (<italic>lato sensu</italic>) pasa a ser una parte integrante de aquélla, esto es, de esa unidad lógico-jurídica que es la sentencia y, eventualmente, adquirirá la calidad de cosa juzgada, al igual que aquélla. A contrario, cuando el pedido de aclaratoria no recibe acogida, la resolución denegatoria de la misma nunca podrá integrar aquella resolución -objeto de aclaratoria-. En la hipótesis de admitirse que la aclaratoria es un recurso que se interpone ante el mismo tribunal que dictó la resolución, cuya aclaración se peticiona, la discusión relativa a si se debe o no interponer -junto con el pedido de aclaratoria- el recurso ordinario o extraordinario, dependería del efecto que el legislador haya asignado en los recursos, vgr. en nuestro sistema procesal local, por razones de política legislativa, el legislador local reconoce, como regla, efecto suspensivo a los recursos, tanto a los ordinarios como a los extraordinarios. Es decir, que habría que admitir que la aclaratoria tiene efecto suspensivo. Ello en virtud de que el otro recurso que contra la misma resolución primigenia procediera, podría tornarse inútil si la aclaración satisficiera las aspiraciones de quien la peticiona. Sin embargo, y en apoyo de la tesis que sostiene la naturaleza no recursiva de la aclaratoria, la letra del texto normativo del art. 337, CPC, viene a zanjar toda duda en cuanto a sus efectos, al atribuirle implícitamente al pedido de aclaratoria el efecto “interruptivo”<header level="4">(3)</header>, en vez de “suspensivo”<header level="4">(4)</header> cuando, en su párrafo segundo, refiere al plazo para recurrir, en los siguientes términos: “...El plazo para recurrir se computará desde la notificación a cada parte de la resolución aclaratoria o que deniegue la misma”. En la misma senda se ha dicho que “el CPC no establece con claridad cuál de ambos efectos le asigna al pedido de aclaratoria frente al plazo del recurso, pero puede inferirse válidamente del art. 337, párr.2°, que es el interruptivo, ya que se refiere al plazo para recurrir -sin aditamento alguno- es decir, a su totalidad... De tal modo se puede afirmar que el pedido de aclaratoria tiene efecto interruptivo del plazo para recurrir, por lo que éste comienza a contarse de nuevo desde la notificación de lo decidido sobre aquél”<header level="4">(5)</header>. Tal previsión normativa despeja toda confusión con relación al efecto de la aclaratoria, ya que, durante la vigencia de la ley 4915, el texto originario del art. 363, CA (hoy 337) guardaba silencio con relación al punto. Tal laguna legislativa motivó disímiles interpretaciones: por un lado, de aquellos que sustentaban que tenía efecto interruptivo; por otro, de los que negaban tal efecto. Se logra un avance en este tema con la sanción de la ley 7897, que expresamente le reconoce efecto “interruptivo”. Más tarde, cambió el eje de la discusión y se trataría de establecer si tiene efecto interruptivo sólo para la parte que solicitó la aclaración, o lo tiene para ambos; y si la impugnación podía abarcar puntos distintos a los que fueron motivo de aclaración<header level="4">(6)</header>. Sobre ese punto, se pronunció el Excmo. TSJ de Cba, último intérprete de la ley -a nivel local-, resolviendo favorablemente ambas cuestiones<header level="4">(7)</header>. Ahora bien, una nueva duda interpretativa sobre el sentido y alcance del art. 337, CPC, parece instalarse entre nosotros, a partir del dictado de la resolución analizada, la que puede enunciarse de la siguiente manera: <bold>¿cuál fue la voluntad del legislador local al atribuir efecto interruptivo al pedido de aclaratoria?: a) ¿atribuir tal efecto sólo para aquéllos casos en los que el pedido de aclaración sea declarado procedente?; o b) ¿atribuirlo, para todos los casos, con independencia de una declaración en ese sentido?</bold> En la resolución comentada, el conflicto interpretativo parte del entendimiento de los Sres. Vocales de Cámara de que el pedido de aclaratoria que, a la postre, es declarado improcedente, en razón de la finalidad abusiva del peticionante, esto es, contraria a la teleología que la inspira (art. 336, CPC), no habría existido como tal y, como acto inexistente que es, carece del efecto interruptivo que el art. 337, CPC reconoce a la aclaratoria. En consecuencia, los recursos que se hubieren interpuesto contra la sentencia (que fue objeto del pedido de aclaración), encontrándose vencido el plazo para recurrir contado a partir de la notificación de la misma, son inadmisibles en razón de su extemporaneidad. Tal solución, a mi entender, no se encuentra autorizada por la normativa analizada (art. 337, CPC), ya que la ley no realiza distingo alguno al acordar a la aclaratoria -léase pedido de aclaratoria- efecto interruptivo del plazo para recurrir, al tomar como <italic>dies a quo</italic> a los fines de su cómputo, la notificación de la resolución (auto) que ‘haga lugar al pedido de aclaratoria’ (resolución aclaratoria) o que, ‘la deniegue’, sea por la causa que fuere (inadmisibilidad o improcedencia). En la resolución comentada, por el contrario, los vocales de Cámara, tras reconocer que “...la ley asigna a la aclaratoria el efecto de interrumpir los términos para interponer ulteriores recursos (CPC, art. 337)...”, hacen la siguiente salvedad “...esto supone que el remedio se utilice con la finalidad que le es propia...”, y, considerando que la aclaratoria fue empleada con un fin abusivo (art. 1071 bis, CC): interrumpir los términos para articular los recursos contra la sentencia, y que nunca estuvo en el ánimo de la recurrente denunciar errores susceptibles de ser corregidos por esa vía, concluyeron que es necesario impedir que el acto ejecutado con ese designio pueda alcanzar sus objetivos, razón que los llevó a declarar la extemporaneidad de los recursos así interpuestos y a aplicar una sanción disciplinaria a la parte recurrente y a su letrado. Como se advertirá, los fundamentos de la declaración de inadmisibilidad de los recursos de casación e inconstitucionalidad articulados contra la sentencia de Cámara, si bien descansan en una aparente extemporaneidad de la impugnación, a este motivo se lo hace derivar de un aspecto subjetivo de la conducta del recurrente: la finalidad abusiva del pedido de aclaratoria, declarada impertinente en resolución anterior. Tal motivo hace parecer a aquella sanción (inadmisibilidad), aun cuando se intente justificar en la inoficiosidad o inexistencia del acto (pedido de aclaratoria), más que una sanción de naturaleza procesal, un castigo al obrar dilatorio, malicioso o perturbador del litigante y su patrocinante, lo que, en definitiva sólo podía ser objeto de una sanción disciplinaria, tal como la aplicada por los magistrados (LOPJ, art. 18), junto con la sanción procesal referida (inadmisibilidad de los recursos), mas no de esta última. En este estadio de la exposición, parece atinado ahondar en el aspecto subjetivo tenido en mira por los Sres. Vocales para fallar como lo hicieron. A tal fin, se propone repasar algunas nociones relativas al “abuso del proceso”. <bold>II. Abuso del proceso</bold> ¿Cuándo un acto procesal es abusivo? Para explicar el abuso del proceso, algunos autores buscan la respuesta en el derecho sustancial, por entender que este instituto encuentra su fundamento en la Teoría del Abuso del Derecho, art. 1071, CC. En tanto que otros lo buscan en el derecho procesal, y entienden que éste se configura cuando en el proceso ha existido una violación al deber de moralidad.<bold> A) </bold>Dentro de la primera posición, las opiniones también se encuentran divididas. Así, en ella conviven distintas teorías: a) Criterio subjetivo de la intención de perjudicar (<italic>aemulatio</italic>): el titular de un derecho subjetivo lo ejerce sin salirse de sus límites y condiciones, pero con intención de dañar a otro. A esta teoría se le reprocha que su determinación por el órgano jurisdiccional requiere el complicado análisis del ánimo de perjudicar del agente; b) Sistema de la culpa: en el ejercicio de un derecho subjetivo, su titular perjudica a otro debido a su dolo o negligencia, existiendo culpa delictual o cuasi delictual respectivamente<header level="4">(8)</header>. Esta tesis ha merecido la siguiente crítica: entenderlo así resta personería propia a la tesis, al confundirla con el acto ilícito; c) Teoría de la falta de interés legítimo o utilidad: no es lícito el ejercicio del derecho en perjuicio de otro, sin interés legítimo. La crítica de la que es objeto esta tesis es que no dista del sistema de la culpa, pues la falta de interés o utilidad significará que éste ha obrado con intención maligna, torpeza o negligencia; d) Sistema de la ruptura del equilibrio de intereses: esa ruptura se produce cuando con el ejercicio antisocial de una facultad reconocida por la ley, el interés social dañado, sea más considerable que el interés social prohijado en ese derecho subjetivo; e) Criterio funcionalista: es aquel ejercicio anormal del derecho contrario a su destino económico o social (Raymond Saleilles). El abuso del derecho se da cuando el ejercicio de la prerrogativa jurídica conlleva a una lesión del espíritu de ese derecho (Josserand)<header level="4">(9)</header>. Se ha criticado esta teoría diciendo que el fin económico y social del derecho no es el que el legislador tuvo en vista al consagrarlo, sino que más bien conviene asignarle las transformaciones que se han producido en la sociedad desde que fue consagrado. <bold>B)</bold> Para la segunda posición, la Teoría del Abuso del Derecho no puede servir de fundamento para justificar el abuso del proceso o el abuso en el proceso civil. No comparte la opinión de ciertos autores que ven en el ‘abuso del derecho’ un nuevo principio que rige el proceso civil<header level="4">(10)</header>. Por el contrario, entiende que, su fundamento debe buscarse dentro de las reglas propias que rigen el proceso civil, por tratarse, en definitiva, de un principio derivado del “principio de moralidad”. Más precisamente, justifica la noción de abuso del o en el proceso en dos principios: “moralidad” y “economía procesal”. En contra de la aplicabilidad de la Teoría de la Abusión en el Proceso Civil, se han suministrado los siguientes argumentos: 1°) El art. 1071, CC, adopta una de las posibles caras del “abuso del derecho”, adhiriendo a un criterio objetivo o funcionalista; 2°) Por las consecuencias que la comprobación del acto abusivo trae aparejadas, esto es, la nulidad de los actos perjudiciales. Ello atenta contra el sistema de las nulidades procesales, las que se caracterizan por su nota de “relatividad”, lo que significa que el acto abusivo procesal, consentido por los afectados, o que, aun irregular, haya logrado su finalidad, no podrá ser nulificado; 3°) Porque en el proceso civil existen “facultades”, “atribuciones” y “cargas”, más que “derechos”, “obligaciones” y “deberes”, cuestión que obligaría al juzgador, en el caso concreto, a dilucidar “si la conducta que se acusa de abusiva proviene del ejercicio de un derecho o de una carga”<header level="4">(11)</header>. Los sostenedores de esta posición doctrinaria -contraria a la aplicación de la Teoría del Abuso del Derecho en el marco del proceso civil- argumentan que “no es aplicable en el marco del derecho procesal (iuspublicista) pues la teoría del abuso del derecho tiene su origen en el derecho sustancial (iusprivatista), y cada vez que se intenta transplantar algún modelo teórico del derecho material al adjetivo, cruje sonoramente la estructura de este último como si resistiese la invasión de institutos foráneos”<header level="4">(12)</header>. ¿Qué actos procesales pueden ser objeto de un ejercicio abusivo? Con relación a la instancia en la que es factible que se cometa un abuso del proceso, resulta atinado citar las expresiones del jurista Manuel A. P. Funes, quien parece poner las cosas en su lugar cuando expresa: “Todos los derechos que se ejercen durante el proceso derivan del derecho de accionar. A este derecho, en última instancia, se refiere siempre el abuso del derecho en los actos procesales”<header level="4">(13)</header>. Abraham L. Vargas, enrolado en esta tesis, hace la salvedad de que “si aún no se ha dilucidado si la “acción” es un “derecho” -o al menos de qué naturaleza-, riesgoso es hablar “en el inicio del proceso” (esto es, en el acto de incoarlo) de un “abuso”, pues podría colisionarse con el “ejercicio de un derecho constitucional” (<italic>due process of law</italic>)<header level="4">(14)</header>”. Por esa razón, estamos de acuerdo en que el estudio de si hay “ejercicio abusivo del proceso” debe hacerse en un estadio posterior a su inicio. <bold>C)</bold> El art. 1071, CC. El art. 1071, CC argentino<header level="4">(15)</header>, en su redacción actual, recepta un criterio meramente objetivo, al considerar como abusivo tanto al acto que ‘contraríe los fines que la ley tuvo en mira al reconocer los derechos’, como a aquél que ‘exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres’, no haciendo referencia alguna a la intencionalidad, dolo o culpa. D) El art. 83, CPC de Cba. El art. 83, CPC Cba. sanciona la disvaliosa conducta procesal de las partes y/o sus letrados e impone a éstos, correlativamente, el deber de actuar en el proceso con lealtad, probidad y buena fe. Resulta facultativo para los Tribunales hacer lugar al pedido de aplicación de la multa prevista en el citado artículo, en cuyo caso deberán verificar si la conducta observada por el letrado o la parte encuadra en la tipificada en la norma bajo análisis. Como podrá advertirse, a diferencia del art. 1071, CC, el art. 83, CPC, recepta un criterio subjetivo, al establecer como deber “la actuación en el proceso con probidad y buena fe”, y sancionar el incumplimiento de este deber, y la conducta manifiestamente maliciosa<header level="4">(16)</header>, temeraria<header level="4">(17)</header>, dilatoria o perturbadora”. Excluye la aplicación oficiosa de la sanción, toda vez que requiere la “instancia de parte”. En el proceso, el principio de autoridad que lo rige se manifiesta en las potestades disciplinarias que puede ejercer el juzgador<header level="4">(18) </header>quien, acorde con las pautas suministradas por el mentado artículo, puede indagar en el contenido subjetivo de los actos con que ellos se expresan en el proceso. El límite que debe observar, en el ejercicio de esta potestad, es la garantía constitucional del derecho de defensa en juicio, cuyo ejercicio debe poder ser siempre amplio, de allí que deba ser utilizada con suma cautela. El principio de moralidad, también rector del proceso, en rigor de verdad, resulta abarcativo del deber de decir verdad. Sin embargo, en virtud de igual limitación (CN, 18), la falta de verdad no puede ser sancionada sino sólo en la medida que distorsione el proceso, contrariando sus fines públicos. Magüer, conforme la normativa referida, resulta sancionable toda conducta que contraríe los deberes de probidad y buena fe -a lo que agrego-, colocando injustamente a la parte contraria en la obligación de desplegar un esfuerzo mayor para obtener el reconocimiento de su derecho. <bold>III. Colofón</bold> Los conceptos vertidos precedentemente resultan demostrativos de que, atento la valoración del factor de atribución subjetivo de los sujetos procesales -efectuada por los Sres. Vocales de Cámara- como elemento de relevancia jurídica, en el caso, resultaba aplicable la sanción contenida en el art. 83, CPC, a lo que debe añadirse que -aun cuando no surge de la resolución comentada- existió una instancia de parte solicitando su aplicación. La declaración de inadmisibilidad de los recursos (casación e inconstitucionalidad) impetrados, por extemporáneos, computando el plazo para recurrir a partir de la notificación de la sentencia que fuera objeto del pedido de aclaratoria y no desde la de la resolución que recayera sobre este último, declarando su improcedencia, y privándolo del efecto interruptivo reconocido por la ley (art. 337, CPC), que parten de la valoración de la ‘intencionalidad’ de la conducta de la parte y su letrado, en otras palabras, que se haya acudido a una figura del derecho sustancial, “abuso del derecho” -sustentada en un criterio objetivo- para castigar la intencionalidad de dilación del proceso, me lleva a la convicción de que existió, por un lado, una errónea interpretación del art. 337, CPC, y, por otro, una errónea subsunción de tales conductas en el art. 1071, CC, sin perjuicio de que la consecuencia normativa electa (multa) resultara igualmente aplicable al caso por expresa disposición de la LOPJ (art. 18, LOPJ, N° 8435). Ello, claro está, independientemente de que tales conductas, efectivamente, hayan sido merecedoras de la aplicación de sanciones disciplinarias. En definitiva, nuestro ordenamiento adjetivo, en el art. 83 suministra las herramientas legales para que, el juez, como director del proceso, haga respetar el principio rector de moralidad, valorando un factor de atribución subjetivo de la conducta, a diferencia de la figura del abuso del derecho, receptada en el art. 1071, CC, que sólo se sustenta en un criterio objetivo, estándole vedado al juez valorar -por difícil que parezca efectuar tal valoración- la intencionalidad de los sujetos que ejercieron abusivamente el derecho que la ley les reconoce&#9632; <html><hr /></html> <header level="3">1) Martínez Crespo, Mario. Temas Prácticos de Derecho Procesal Civil. T.1. Ed. Advocatus. Cba., 2003, p.134. En contra: Palacio, Chiappini, Podetti, Colombo, Ramacioti, Sentís Melendo.</header> <header level="3">2) Cismondi Etulain, Mario J. “La aclaratoria en el Código Procesal Civil, Ley 8465”. Foro de Cba N°50, 1998, p.82.</header> <header level="3">3) La interrupción de un plazo borra el tiempo transcurrido hasta el momento de dicha interrupción, naciendo uno nuevo a partir de que aquella finaliza .</header> <header level="3">4) La suspensión de un plazo hace que el tiempo transcurrido hasta ella se sume al tiempo que faltare de transcurrir, para terminar aquél, luego de haber cesado el acto suspendido.</header> <header level="3">5) Cismondi Etulain, Mario J. La Aclaratoria en el CPC. Ley 8465, Foro N° 50, 12, c), p.76/77.</header> <header level="3"> 6) Cismondi Etulain, Mario J. Op.cit., pp.80-82.</header> <header level="3">7) TSJ, BJC 1997-I-78.</header> <header level="3">8) Cifuentes, Santos. Elementos de Derecho Civil. Parte General. Ed.Astrea, Bs.As., 1995, p.40. “El sujeto obra abusivamente en tanto en el caso en que tenga el propósito de dañar, aunque su actuación no le origine un beneficio, utilidad o ventaja, como cuando sin mediar esa intención lo ocasione por imprudencia o falta de diligencia en el acto”.</header> <header level="3">9) Este autor distingue tres actos: el acto abusivo, el ilegal y el excesivo. Los actos abusivos serían aquellos que han sido cumplidos dentro de los términos de la ley, pero con un espíritu que no es el de la institución; en cambio los actos ilegales ultrapasan los límites objetivos de su derecho. Los actos excesivos, por el contrario, no desconocen esos límites objetivos, sino que los observan causando un perjuicio a un tercero.</header> <header level="3">10) Peyrano, Jorge W. “¿Otro principio procesal: La proscripción del abuso del derecho en el campo del proceso civil?”. E.D., revista N° 8577 del 8/9/94.</header> <header level="3">11) Vargas, Abraham L. Estudios de Derecho Procesal. Tomo I. Ediciones Jurídicas Cuyo, Mendoza, 1999, p.269.</header> <header level="3">12) Rodríguez Juárez, Manuel E. Cuestiones Procesales, Alveroni Ediciones, Córdoba, 1998, p.125.</header> <header level="3">13) Funes, M.A.P. El Abuso del Derecho en el Proceso Civil, Juris, Tomo 66, p.294, citado por Vargas, Abraham L., op.cit., nota 386.</header> <header level="3">14) Vargas, Abraham L., op.cit., p.267.</header> <header level="3">15) CC, art. 1071: “El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considerará tal al que contraríe los fines que aquélla tuvo en miras al reconocerlos o al que exceda los límites impuestos por las buen fe, la moral y las buenas costumbres”.</header> <header level="3">16) La malicia consiste en la utilización de facultades procesales con el deliberado propósito de obstruir el desenvolvimiento del proceso o retardar su decisión.</header> <header level="3">17) La temeridad consiste en la conciencia de la propia sinrazón, optando por continuar litigando, abusando de la jurisdicción y de la defensa.</header> <header level="3">18) C7a. CC Cba. 2/7/99, Sentencia 99. Trib. de origen: Juz. 22 CC Cba. “Díaz Jorge A. c/ Carlos A. Saife - PVE (Rehace expediente): “La plenitud cognoscitiva que se asigna hoy en día al magistrado lo autoriza a ver más allá de lo dispuesto por las partes, investigar el contenido subjetivo de los actos con que ellas se expresan en el proceso. Toda actuación jurídica procesal de parte reconoce o se sujeta al orden público que preserva el proceso, y a partir de sus propios principios, se infieren las consecuencias propias que importan los respectivos desvíos”.</header></page></body></doctrina>