El Ministerio de Salud de Argentina destacó que la utilización del plasma para el tratamiento de pacientes con coronavirus “puede ser beneficioso pero no curar” y desestimó su “uso compasivo” en cuadros “con enfermedad multiorgánica”, dado que “está demostrado” que, en esos casos “no es para nada efectivo”.
Así lo informó el coordinador de la Dirección de Medicina Transfusional, Daniel Fontana, quién además pidió a los profesionales del sistema de salud “informar sobre la base de la evidencia” ya que “no es posible comentar que por unas pocas transfusiones se hayan tenido resultados favorables” en el tratamiento de la enfermedad.
Al participar del reporte diario que emite la autoridad sanitaria para informar sobre la situación epidemiológica en el país, Fontana brindó detalles sobre los diversos estudios que se están realizando en materia de transfusión de plasma para el tratamiento de la Covid-19.
En ese sentido, subrayó que si bien un estudio realizado en los Estados Unidos sobre 20 mil transfusiones demostró la seguridad del mecanismo, no existe ningún informe que haya permitido evaluar la efectividad del tratamiento.
Según explicó el especialista, la mayoría de los pacientes tratados con plasma también reciben otras medicaciones y, por ello, es muy difícil determinar cuál es la razón efectiva de su mejora.
En la Argentina hay varios ensayos clínicos en marcha pero no existen resultados preliminares.
En ese sentido, aclaró que “se piensa que el plasma puede ser beneficioso, pero no curar” la infección de coronavirus.
“La posición del ministerio es promover y continuar con los estudios de investigación. Es muy importante tener esos resultados para conocer la real efectividad del plasma”, señaló.
Fontana apeló a la responsabilidad médica a la hora de comunicar y llamó a los profesionales a hablar con bases científicas, ya que se está “confundiendo” a la población que termina por creer “que el plasma cura a cualquier paciente y eso no es verdad”.
Finalmente, convocó a los pacientes recuperados a donar su plasma, un gesto “voluntario y solidario” que, de ninguna manera es obligatorio, para poder continuar con los ensayos clínicos.