Como hoteles nómadas de alto lujo y confort, los cruceros proponen el sistema todo incluido y la posibilidad de recorrer diferentes destinos sin transbordos ni mudanzas.
¿Cómo recorrer más de cuatro destinos separados por una distancia importante en menos de una semana y disfrutar de la estadía? ¿Cómo conocer una playa diferente por día con las comodidades y servicios de un hotel de lujo, sin hacer transbordos ni mudanzas de valijas? ¿Cómo tener la certeza de que la habitación elegida tiene garantizada la vista, el sonido y el perfume del mar?: Sólo y exclusivamente a bordo de un crucero, un centro vacacional flotante que suma cada vez más adeptos, fundamentalmente amantes de los sistemas todo incluido, el mar y su entorno, y la posibilidad de recorrer diferentes enclaves sin modificar su alojamiento.
Una vez embarcados en estas moles acuáticas, los pasajeros se sumergen en un universo de placeres y entretenimientos a bordo, acompañados por el marco infinito del azul marino.
Gracias a estos edificios itinerantes es posible descubrir los sitios más bellos del planeta surcando los mares y océanos del universo, como el Atlántico, el Pacífico, el Índico, el Caribe, el Mediterráneo y el Báltico. Los programas parten de siete días y se extienden hasta más de veinte días. Dentro del barco no existe el dinero, ya que la gastronomía, el alojamiento, las actividades y los espectáculos están contemplados en la tarifa. Allí hay que dejarse guiar por las tentaciones: alternar diferentes estilos culinarios como banquetes de mariscos, cenas italianas o degustaciones de cocina internacional de alta gama; o dejarse llevar por las propuestas recreativas, como clases de baile, gimnasia, golf, teatro, cocina, buceo, torneos, búsquedas del tesoro y hasta subastas de arte.
Los niños tienen su espacio en las plazas temáticas tentados por animadores que proponen juegos, deportes, fiestas y ensayos de obras con disfraces. Gozan de la libertad de recorrer el barco sin peligro de perderse como en tierra, y son agasajados con un menú diseñado especialmente para ellos.
Durante el día, el crucero arriba a los diferentes puertos que propone el itinerario, donde los pasajeros tienen la opción de contratar un tour por el pueblo o ciudad o recostarse sobre una playa virgen donde sólo estas naves pueden arribar.
Por la noche, se aborda nuevamente para elegir entre la variada propuesta gastronómica, disfrutar de los espectáculos, visitar el casino o bailar hasta el amanecer al ritmo pegadizo de la discoteca.
Las habitaciones, dotadas de comodidades como aire acondicionado, teléfono, música y televisión, están preparadas para una noche de sueños profundos acunados por el movimiento casi imperceptible y el sonido hipnotizador del mar.
Todos los barcos cuentan con piscinas al aire libre rodeadas de reposeras, gimnasios, saunas, baños turcos, hidromasajes, bibliotecas y discotecas. Algunos disponen de centros termales, salones de belleza, tiendas comerciales, lavandería y oficinas con Internet, entre otros servicios de lo más sofisticados. Costa Cruceros, por ejemplo, ofrece una selección de regalos como ramos de flores, vino o champagne y hasta un tratamiento de belleza, que se pueden adquirir a través de la web hasta una semana antes de la salida y entregarse directamente en el camarote o en el restaurante.
Curiosidades a bordo
Algunos cruceros brindan servicios novedosos, como la reciente propuesta de L’Oréal Paris, la marca global de belleza que abrió un espacio de ventas en el Costa Pacífica.
Entre otras curiosidades a bordo, este barco incluye: el Samsara Spa (de más de 6.000 m²), un simulador de Fórmula Uno de última generación, una piscina central con techo rebatible, una pantalla gigante de 18m², y un sector denominado PlayStation World, dedicado a los juegos de PlayStation 3.
