Cayo Guillermo es la piedra preciosa del collar insular suspendido en el Caribe cubano, un paraíso inmortalizado en la obra literaria del escritor norteamericano Ernest Hemingway.
Un collar de islas de arenas blancas, bañado por un mar turquesa y cristalino, rociado de lagunas habitadas por colonias de flamencos y matizado por una tupida vegetación protagoniza la región de los Jardines del Rey, nombre que eligieron sus colonizadores hace cinco siglos al descubrir este paraíso natural.
La franja de islotes suspendida sobre el Caribe, al norte de la provincia de Ciego de Ávila, forma parte del archipiélago Sabana-Camagüey, el más extenso y numeroso de los cuatro que rodean la isla de Cuba. Este paisaje exuberante que caracterizan los cayos como Coco, Guillermo y Paredón Grande, que llevó a Diego Velázquez a nombrar el lugar en homenaje al monarca español Fernando El Católico, conserva hoy casi intactas su virginidad y belleza.
Para quienes prefieren disfrutar de playas paradisíacas, con apenas una visión de la cultura y la forma de vida que forman parte del país emblemático de la revolución, pueden arribar directamente al aeropuerto internacional Máximo Gómez de Ciego de Ávila y acceder a los cayos a través de una carretera (pedraplén) que los une a la isla.
La autovía de unos 17 kilómetros de largo parte de Tariguano y atraviesa un manto celeste de aguas bajas hasta desembocar en los cayos, donde se suceden las diversas cadenas de hoteles internacionales como Sol Meliá, Iberostar, NH y Blau, que junto a las cubanas Gaviota, Cubanacán y Gran Caribe, reciben exclusivamente a los turistas internacionales con el habitual sistema todo incluido.
Con el brazalete de rigor en mano, los visitantes pueden acceder a los diferentes restaurantes que ofrecen los hoteles y degustar los platos a base de mariscos, las combinaciones de arroz con distintos ingredientes, la carne de cerdo asada o frita y los tostones o chatinos (trozos de plátano verde aplastados y fritos). La pulsera también da acceso a la degustación de ciertos tragos a base de ron como el típico mojito cubano, además de la recreación y las diversas propuestas de animación como clases de rumba, gimnasia, yoga y relajación.
Por las noches, los mismos animadores invitan con espectáculos de música y baile para luego concluir las veladas en la discoteca al ritmo de la rumba, de la salsa, del rock y del hip hop.
La preferida de Hemingway
A escasos kilómetros de los hoteles de Cayo Guillermo, el más pequeño del archipiélago, se encuentra playa El Pilar, un paraje de aguas cristalinas y arena finísima como la harina, que recibió el nombre del yate del novelista norteamericano y Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, quien se enamoró a primera vista del lugar e inmortalizó esta zona de la geografía cubana en su novela “Islas en el Golfo”.
