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Una alianza para transformar residuos de papas en proteínas animales y abono natural

François Nolet y Julien Laurençon de Procens.
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La sellaron Procens y la empresa McCain. Son los primeros en el país en desarrollar este proceso

Julien Laurençon, de Francia, y François Nolet, de Bélgica, son los dos emprendedores que se lanzaron a realizar en Colonia Caroya un emprendimiento de biotecnología que apunta a liderar en Argentina y América Latina el desarrollo de una nueva industria basada en los insectos

Su empresa Procens es una de las galardonadas del Concurso Ideas Emprendedoras 2021, impulsado por el Ministerio de Industria, Comercio y Minería de la Provincia de Córdoba. 

Lo que hacen es utilizar crías de larvas de mosca soldado negra (hermetia illucens) para convertir grandes volúmenes de residuos alimentarios de la agroindustria y transformarlos en concentrado de proteínas premium para la alimentación animal. Lo que resta se transforma en abono natural para suelos.

Las moscas son nativas del norte de Argentina, pero también están distribuidas en las provincias de Córdoba y de Buenos Aires. En su estado de larva biodegrada se convierte la materia orgánica en proteína y esto constituye una gran ventaja para la nueva industria de los insectos en el mundo. “La mosca adulta no se alimenta en su estado adulto, sólo vive siete días y no transmite plagas por lo cual no es un vector de contaminación”, asegura Nolet.

Otro de los beneficios es que se puede producir durante todo el año sin depender de las condiciones climáticas, porque el único insumo que utilizan son los desperdicios alimenticios. “El producto tiene una calidad y un precio estable”, dice Nolet.

El proceso consiste en extraer humedad del sustrato, realizan una cocción y posterior pasteurización, armando una mezcla de distintos desperdicios alimenticios con contenido balanceado de fibras y diferentes nutrientes. Luego se obtiene la materia prima para alimentar a las larvas. “Por otro lado, criamos huevos y moscas en colonias, hacemos un pie de cría con una población de moscas que están en un ámbito controlado a 30 grados de temperatura constante, con más de 80 por ciento de humedad,  12 horas de luz y 12 de oscuridad. Las moscas están en jaulas, las criamos en el interior y viven entre siete y diez días”, explica Laurençon. 

Se cosechan los huevos, los ponemos a eclosionar y luego recuperan las neonatas, larvas pequeñas, y les inoculan en un pequeño volumen de desperdicios. “A  partir de ahí van a empezar a alimentarse, el ciclo es de unos 14 días y multiplicar su peso en unas 10 mil veces”, detalla Laurençon.

Adaptables, productivas y ecológicas 

Las larvas de mosca soldado negra son capaces de trabajar con gran variedad de materia orgánica en todo lo que se encuentra en un compost. Los desperdicios deben estar limpios y ser de origen  vegetal. “Reciclamos principalmente material vegetal por cuestiones de bio seguridad alimentaria”, dice Nolet.

Actualmente procesan unos 100 kilos diarios de larvas en la planta de Balcarce (Buenos Aires) que rinde unos 20 kilos de larva por día. “De cada 100 kilos que vamos a procesar podemos producir unos 20 kilos de larva y 40 kilos de abono por día”, informa Laurençon.

La biodegradación y bioconversión son dos procesos que permiten hacer crecer las larvas, a través de las bio proteínas y otros nutrientes. “Realizamos un proceso de pre fermentación con organismos y las larvas no bioacumulan los plaguicidas de las cáscaras de papas”, aclara Nolete. Si puede llegar a haber algún residuo de plaguicida es en el abono. Pero no el proceso de compostable, no queda casi nada”, aseguran ambos.

El final del proceso consiste en cosechar la larva adulta, matarla y proceder a deshidratarla. “Se realiza un proceso de prensado para extraer los lípidos y por otro lado se obtiene la harina que tiene 60 % de proteínas y queda 15 % de grasas”, señala Laurençon

Para cada tonelada de desperdicios alimenticios procesados, después de dos semanas se obtienen 250 kilos de larvas frescas que después del proceso de deshidratación y proceso de transformación producen unos 75 kilos de harina y 25 kilos de aceite destinados a la alimentación de todo tipo de animales carnívoros. Los 400 kilos de sobrantes van a ser un abono natural para los campos.

El producto final es una proteína animal con propiedades hipoalergénicas, antiinflamatorias y antimicrobianas. Por eso se trata de un producto premium 100% natural, pues tiene una calidad similar a la harina de conejo o de pescado.  La harina de insecto tiene 60% de proteínas de alta calidad de origen animal.

Los desafíos 

Todo comenzó en Colonia Caroya en una finca agroecológica donde se asentaron Julien y François hace unos años. Desde Bélgica trajeron las primeras larvas de la mosca soldado negra y armaron un prototipo en un container marítimo que instalaron en Chacra de Luna. Con ese prototipo funcionando, pudieron convencer a inversores cordobeses.

La industria de los insectos para procesar residuos alimenticios surgió hace 12 años en Europa. Los emprendedores tomaron como referencia la experiencia de Protix, de Países Bajos, y Protifly, de Francia.

Los emprendedores tomaron las experiencias previas de Europa que ya están desarrollando esta industria y que dan ejemplos exitosos de cría de insectos. 

En septiembre de 2020 se mudaron de Colonia Caroya a Balcarce para hacer una prueba piloto con los residuos de la papa, mayoritariamente cáscara  para la firma canadiense McCain, cuyos productos congelados se encuentran en la mayoría de las góndolas de los supermercados. “Nos ubicamos cerca de un establecimiento de residuos alimenticios y coordinamos la logística del generador de estos desperdicios”, agrega Laurençon. 

El pasado lunes firmaron un contrato con esta empresa por siete años para la recuperación y el reciclaje de sus residuos y descartes de papa que son cáscara de papa y bastones que no corresponden a los requisitos de calidad para el producto final.  Procens prevé instalar un nuevo módulo productivo próximo de cinco toneladas para ir después por una planta que podría procesar 100 toneladas por día. Esta alianza con esta empresa multinacional tiene posibilidad de replicar el proyecto en Brasil. 

Los emprendedores aseguran que el proceso es sustentable y sostenible porque la materia prima recupera un desperdicio de la industria alimentaria que recuperan e insertan en otro proceso productivo. “Además no se generan residuos porque se transforman en larvas o en abono. Este proceso no genera emisiones de gases de efecto invernadero de ningún tipo y no utilizamos agroquímicos, lo único que agregamos son organismos bioeficientes que funcionan como un bioinsumo y terminan teniendo una huella de carbono negativo”, dice Laurençon.Los creadores de Procens consideran que el desafío en Argentina consiste en descubrir la biología de estos insectos en la complejidad de su ciclo aprovechando al máximo su potencia para convertir desperdicios alimenticios en nuevos nutrientes. “Otro desafío es mejorar la automatización y mecanización de procesos para mantener las condiciones óptimas para la cría de la larga en sus diferentes etapas”, añade Julien. En los aspectos legales trabajan con Senasa, en relación a la integración de los insectos en el tema agroalimentario para definir un marco regulatorio en Argentina.

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