Entre 55% y 91% del trabajo realizado por mujeres en la región ocurre en el campo de la economía informal, según un estudio del BID y del Banco Mundial. Son necesarias más entidades que conecten los negocios de las mujeres con personas con experiencia empresarial.
“Las emprendedoras latinoamericanas requieren de más apoyo para que sus empresas crezcan”, explicó Yanire Braña, quien dirige la Comunidad Mujer, Emprendimiento y Tecnología (MET) que ofrece un programa de mentoring para emprendedoras de Argentina, España, Colombia, Perú, EEUU y, próximamente, Brasil.
Es un punto de vista que también se refleja en los números: un estudio conjunto del BID y del Banco Mundial pone de manifiesto que entre 55% y 91% de la actividad empresarial de las mujeres latinoamericanas es en el campo de la economía informal.
Más aún, esta problemática “es más psicológica y social que económica y legal”, tal y como reconoce el informe Women Business and the Law del Banco Mundial.
De hecho, el número de mujeres que lanzan proyectos empresariales en Latinoamérica porque ven una oportunidad de negocios es varias veces superior al de las que lo hacen por necesidad económica. “Eso indica que las mujeres tienen una verdadera vocación emprendedora para iniciar proyectos”, recalca Braña, cuya organización ya brindó ayuda a 70 mujeres latinoamericanas a lanzar o desarrollar sus propios proyectos empresariales en el último año.
Los problemas llegan a la hora de continuar esos proyectos. Por ejemplo -siempre siguiendo el informe- las mujeres, en América Latina, suelen tener un nivel educativo menor que los hombres, y juegan un papel menos visible en la sociedad. “Eso dificulta el acceso al crédito, simplemente por una cuestión psicológica: la mujer no está acostumbrada a ir al banco y el empleado del banco no está acostumbrado a relacionarse con clientas”, puntualiza Braña.
Realidad latinoamericana
Combatir esa situación no es tarea fácil. De acuerdo con el Banco Mundial, América Latina es también el área del mundo que ha avanzado más hacia la igualdad legal entre hombres y mujeres en los últimos cincuenta años, por lo que no hay mucho que hacer en esa dirección.
Es la región que tiene mayor proporción de mujeres en el Parlamento de todo el mundo tras Escandinavia, según datos de la ONU.
Y cuatro de los jefes de Estado y de Gobierno de la región son mujeres: Dilma Rousseff (Brasil), Cristina Fernández (Argentina), Laura Chinchilla (Costa Rica) y Michelle Bachelet (Chile, aunque no asumirá el cargo hasta el 11 de marzo). Son cuatro países con 260 millones de habitantes -tanto como Alemania, Reino Unido, Francia e Italia juntas-y un PIB de 2,2 billones de euros, es decir, más que Alemania.
“El problema es que esos avances ocultan los verdaderos problemas de las mujeres en el día a día empresarial. Para afrontarlos, iniciativas como MET, que cuenta con el apoyo de BBVA y de la Fundación Belcorp, pone en contacto a mujeres que están lanzando o planean comenzar sus propios negocios con personas con experiencia empresarial”, dice Braña.
El MET y su “mentoring”
Es lo que se llama “mentoring”, una actividad muy extendida en Estados Unidos pero que en España y América Latina todavía es poco conocida. Para ello, se selecciona a las candidatas y se las pone en contacto con sus mentores.
Luego, una serie de tests de personalidad y de capacidades y conocimientos, por medio de una herramienta informática, decide a quién emparejar con quién. Las “mentoreadas” también pueden contactar unas con otras y recabar apoyos. Su objetivo es ayudar a empresas como Crispy Fruits, una sociedad creada por dos colombianas-Johanna Salgado y Jimena Flórez-que en menos de un año está exportando frutas secas a países como Brasil o Australia.
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