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Una alternativa que puede significar para el justiciable una salida más rápida del conflicto

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Casi la mitad de los casos que llegan al fuero podrían pasar por esta nueva instancia conciliatoria. La prueba piloto debutó con éxito en la primera semana

La Oficina de Conciliación de la Cámara Única del Trabajo de Córdoba debutó en su primer semana con conciliación casi perfecta, es decir, casi la totalidad de los causas que se llevaron a negociación lograron un resultado positivo.  Desde el lunes pasado, las diferentes salas de la cámara pueden remitir a esta dependencia, ya sea de oficio o a petición de parte, aquellas causas en trámite que pudieran ser susceptibles de conciliación. Allí, un equipo de cinco personas, comandados por una prosecretaria y coordinados por el camarista Huber Alberti intentan instalar “una alternativa que puede significar para el justiciable una salida más rápida al conflicto”.

–  ¿Qué tipo de casos llegan allí?
– El caso que se envía lo define el vocal de cada sala, pero en general no estamos enviando aquello que tenga que ver con Ley de Riesgo del Trabajo porque aquí ya la costumbre nos indica que, para esos casos, el letrado de la ART ya viene con un mandato. De manera tal que se arregla o no se arregla, no hay mucho que uno pueda contribuir a la hora del acuerdo. Tampoco hemos sugerido mandar aquellos expedientes que uno ve que, por la conflictividad que tienen, es altamente improbable que haya acuerdo. Tampoco enviamos aquellos que no tienen contraparte, porque no hay con quien sentarse a conversar. El resto, todo puede ir a esa instancia de conciliación, me refiero a juicios de empleados domésticos, juicios de comercios chicos que muchas veces pasan más por cuestiones de orden personal que económicas y causas en las que la realidad económica de tal negocio hace que haya que sentarse a conversar con otras pautas porque son de cumplimiento imposible.

– ¿Qué porcentaje del universo de causas pueden pasar por esta instancia?
– Creo que 50% de las causas que tenemos pueden ser remitidas a conciliación porque el otro 50% son causas de Ley de Riesgos de Trabajo.
– ¿Qué recepción han tenido de parte de los trabajadores y de los abogados que están en estas causas?
– Las primeras impresiones son más que positivas porque se ha entendido que es una herramienta más para la solución del conflicto. Esto no es poner un obstáculo para dictar una sentencia a mayor cantidad de tiempo. Esto está previsto dentro de los tiempos que nosotros los jueces manejamos. En nuestro caso hemos enviado expedientes que ya tienen fecha de audiencia de vista de causa para ahora, al medio, hemos puesto  esta alternativa. Si se arregla ahí, a mí me queda libre el día que tenía fijada dicha audiencia y lo reemplazo por otra. Entonces no perdemos tiempo. A las salas nos sirve porque saca trabajo y a su vez nos permite reemplazar automáticamente esa fecha con otra causa que no tenga posibilidades de acuerdo.

– ¿Qué ocurre con el proceso cuando acuerdan en esa conciliación?
– Allí, las personas que hoy intervienen en la Oficina se encargan de fijar cuáles son las pautas que han alcanzado las partes y con esas pautas lo mandan a la Sala a la que pertenezca ese expediente. Quien va a homologar eso, en definitiva, es el juez que tiene esa causa. De manera tal que para poder homologarlo tiene que verificar que que las partes han conversado en esos términos, esté dentro de lo que el juez considera que se puede acordar y que no hay renuncias de derechos que sean irrenunciables.

– ¿Cuánto tiempo estiman que se podría ahorrar en un proceso judicial con este paso?
– Lo ideal sería que esto ocurriera antes, en la etapa de Conciliación. Pero la realidad indica que hoy, con el personal que tienen los jueces de Conciliación, se ven imposibilitados. Basta con ver las audiencias que se publican en el diario, 40 por día, es imposible que eso pueda hacerse. Más adelante, podría pensarse este mismo mecanismo para la etapa de Conciliación.

– ¿Por que no se pensó entonces en  iniciar esta prueba piloto justamente en esa etapa ?
– Lo que ocurrió es que, si se observa un poco la historia de los últimos años del Poder Judicial, lo que fue aumentando son los Juzgados de Conciliación; originalmente fueron cinco, pasaron a ocho y ahora son diez. Las Salas seguimos siendo 11. Entonces, se sumó mucho trabajo en aquella etapa y, por ende, nos elevan una enorme cantidad de expedientes más que antes y seguimos siendo los mismos jueces para fallar. Eso fue lo que nos generó esta idea para ir buscando una alternativa que ayudara a sacar más rápido algunos temas y, por otro lado, que tuviera un impacto presupuestario mínimo porque se está trabajando con personas que ya pertenecía al Poder Judicial. Además, con una infraestructura que ya teníamos, espacios que teníamos desaprovechados. A muy bajo costo se ha desarrollado una alternativa que puede significar para el justiciable una salida más rápida al conflicto.

– ¿Hay mayor permeabilidad de los letrados para incorporar estas herramientas conciliatorias frente a una cultura  litigante?
– Le voy a hablar de mi experiencia. Yo hace ocho años que estoy dentro de la Justicia, pero durante 22 años fui litigante; tengo las dos experiencias. Me parece que el déficit viene desde el sistema universitario. A los abogados nos forman para el litigio, no para el acuerdo. No es que esté bien o mal, es una concepción y así se la ha venido trayendo. En los últimos años hay un reflejo distinto. Hay otras comunidades, como Estados unidos donde la formación es a la inversa. Allá se forma para el acuerdo y excepcionalmente para el litigio. Creo que desde la etapa formativa del profesional se debiera orientar hacia la negociación.

Un segundo elemento es que en Argentina no hay costumbre de pagar por asesoramiento. Aquí el cliente sólo paga cuando hay un conflicto judicial; el cliente entiende que ahí el abogado se ganó el honorario. En cambio, si el abogado se sentó a conversar con otro, da la impresión que no se ganó el honorario. Es un cambio de cultura. Una etapa de mediación o conciliación debería tener ese reconocimiento. Hay que cambiar esta cultura entre todos los operadores de la Justicia. El abogado también tiene que hacer una reflexión: si realmente haciendo el número, el litigio le conviene, porque puede llevar muchos años.

Litigiosidad

– “Desde 2005 a la fecha se aumentó 150% la cantidad de causas que llegan a las Salas. Eso ya se nos ha transformado casi en inmanejables, no se pueden mantener los tiempos razonables para sacar una sentencia. Si algo no queremos -y creemos que el Tribunal Superior tampoco lo quiere- es volver a una etapa en la que la Cámara o las Salas demoran 2, 3, 4 o hasta 5 años para sacar una sentencia”.
– “Esta oficina no va a solucionar el punto, pero ayuda, pero si sigue este incremento de causas habrá que pensar otras alternativas, más creación de salas, creación de otros funcionarios que colaboren con las salas, y procedimientos especiales para algunas causas, como podría ser lo relacionado a Ley de Riesgos de Trabajo”.

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