ESCUCHARA pesar de que la política exterior fue un tema secundario en la campaña, lo que se juega es un cambio de enfoque tanto en cooperación económica como en inmigración. Expectativas modestas sobre los esfuerzos del demócrata para revivir el multilateralismo, atención a los ataques xenófobos y acciones cortoplacistas del republicano con los países del continente
Después de una campaña fuertemente polarizada, millones de estadounidenses van hoy a las urnas para elegir al 46º presidente de Estados Unidos entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden, quien aparece como favorito en las encuestas.
Hasta ayer, más de 90 millones de norteamericanos ya habían emitido su voto mediante el mecanismo de votación anticipada que, si bien siempre estuvo permitido, fue más utilizado este año debido al peligro de contagio que supone el covid-19.
El mundo entero aguarda los resultados de esos comicios.
“Algunas proyecciones ya anticipan que éstas serán las elecciones con la mayor participación registrada desde 1908. Esto se condice con una marcada polarización política, así como con un bajísimo número de electores indecisos (algunos los estiman entre 2% y 5%). La prudencia llama a aguardar los resultados finales aunque es posible estudiar ambos escenarios”, sostiene el politólogo Daniel Zovatto, director Regional de IDEA Internacional, especialista en elecciones y democracia.
Para Zovatto, los expertos concuerdan en que los desafíos de la pandemia llevarán a que las prioridades del nuevo presidente estén aún más fuertemente enfocadas en lo doméstico. Por ejemplo, Joe Biden ya propuso un plan que prioriza los empleos de los estadounidenses, excluyendo incluso las relaciones comerciales con América Latina.
Como menciona Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, las relaciones comerciales con la región no van a tener tantos cambios si hay un cambio de presidente y se debe tener “expectativas más modestas” de los esfuerzos de Biden para revivir el multilateralismo.
“La realidad es que la política exterior hacia América Latina, tanto con Trump como con sus antecesores, no ha sido estratégica y coherente sino más bien cortoplacista”, afirma Zovatto.
Sin embargo y a pesar de que la política exterior parece ser un tema secundario para la campaña, lo que se juega es un cambio de enfoque en las relaciones del país con América Latina. Hay dos áreas a mencionar, que contemplan medidas específicas y que son especialmente relevantes: las de cooperación económica y las respectivas a la inmigración. Ambas han demostrado tener una estrecha relación durante el mandato de Trump.
Éste suspendió la mayor parte de la ayuda exterior a los países del Triángulo Norte. “Se justificó esta medida porque se mantenía el flujo migratorio y las solicitudes de asilo de ciudadanos centroamericanos en Estados Unidos. Más de 100 miembros del Congreso se opusieron al recorte sosteniendo que la ayuda era fundamental y que estaba teniendo impactos positivos en El Salvador, Guatemala y Honduras. El hecho ilustra cómo Trump ha establecido un enfoque condicional de la ayuda económica donde los países tendrían que adoptar medidas estrictas para frenar la inmigración para recibir los fondos. Biden, por otro lado, se ha comprometido a renovar el compromiso de Estados Unidos en la región, que incluiría una cooperación económica de 4 mil millones de dólares”, describe el politólogo.
Influencias comerciales
Otro tema clave es la presión que ha ejercido Trump a los países de América Latina con relación a China. El mandatario ha tratado de contrarrestar su creciente influencia comercial desafiando, por ejemplo, la iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). Sin embargo, considerando que China está entre los primeros socios comerciales de Chile, Perú, Brasil y Costa Rica, entre otros, será muy difícil poner a esos países de la región en esa encrucijada. Las relaciones entre China y América Latina ya se encuentran consolidadas y muchas economías nacionales dependen en gran parte de la exportación de sus productos a ese país.
Para Zovatto, a América Latina le conviene significativamente que el candidato demócrata llegue al asiento presidencial, no sólo por los constantes ataques xenófobos a la comunidad latina sino también porque las posturas de Trump hacia la región son impredecibles. “En palabras de Shifter, es la primera vez que se ve un predominio tan grande de la agenda personal de un mandatario en la política estadounidense. Es sólo cosa de mirar su discrecionalidad hacia diversos regímenes autoritarios en el mundo. Mientras que recientemente ha tenido una postura firme con relación a Venezuela y Cuba, no queda claro de que sea por convicción o por su interés electoral en el Estado bisagra de Florida”.
Conjeturas sobre las agendas
Es difícil hacer conjeturas concretas más allá de una continuidad de su agenda anticomercio y antinmigración. “Con Biden, por el contrario, se puede esperar el retorno a un estilo más tradicional y cooperativo, además del fin del alineamiento con demagogos regionales como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. El equipo de Biden ha sostenido que buscará trabajar en colaboración con Brasil pero que desafiaría a su mandatario en temas relacionados con la degradación ambiental y la corrupción”, analiza el politólogo.
Cabe recordar que Bolsonaro ya rechazó una de las ideas propuestas por Biden, relativa a la creación de un fondo internacional para preservar la Amazonia brasileña, en el que Estados Unidos contribuiría 20.000 millones de dólares.
Éstas son, muy probablemente, las elecciones más polarizadas en los últimos 30 años en Estados Unidos, con un presidente que va a la reelección en medio de una profunda incertidumbre política, económica y social, con un hondo cuestionamiento sobre el reconocimiento de sus resultados.
Cualquiera sea el panorama político de Estados Unidos, éste siempre será relevante para América Latina, a pesar de que los expertos concuerdan en que los cambios no serán drásticos en cuanto a su relación con la región.
Este escenario obliga a reforzar vínculos regionales, con una colaboración especialmente necesaria en tiempos de pandemia.
¿Qué se elige hoy en Estados Unidos?
Estados Unidos celebra sus 59as. elecciones presidenciales, con las que determinará quiénes ocuparán los cargos de presidente y vicepresidente. En paralelo, estas elecciones permitirán elegir a los parlamentarios de la Cámara de Representantes (diputados), así como a 35 senadores -incluyendo las elecciones especiales en Georgia y Arizona-.
De esta forma, el actual presidente, el republicano Donald Trump (y su vicepresidente, Mike Pence) van por la reelección tras su primer mandato de gobierno. En este comicio se ven enfrentados a la propuesta del Partido Demócrata, encarnada por el ex vicepresidente y ex senador por Delaware, Joe Biden, quien compite para presidente, y la senadora por California, Kamala Harris, para vicepresidenta.
Para la elección de estos cargos, el país cuenta con un sistema de elección indirecta, por el cual los Estados eligen a sus electores, miembros del Colegio Electoral, quienes –habitualmente siguiendo el voto popular de su Estado– eligen al presidente y al vicepresidente. Así, un candidato requiere del voto de la mayoría de los electores (desde 1964, al menos 270 del total de 538) para triunfar en la elección presidencial.
Es importante tener en consideración que el número de electores por Estado está determinado en función del último censo disponible (2010), por lo que contar con el voto popular no garantiza la victoria en la elección, como fue en los casos de la elección de Donald Trump ante Hillary Clinton, así como en la de George W. Bush ante Al Gore Jr.
En la ruta para alcanzar dicha mayoría, los candidatos deberán cautivar a los denominados “Estados bisagra”, esto es, aquellos donde el voto popular oscila entre los partidos Demócrata y Republicano, sin una tendencia clara y definida, lo que acaba determinando el resultado de una elección. De esta forma, varios analistas ponen su atención en los resultados de Florida (con 29 votos electorales), Pennsylvania (20), Michigan (16), Carolina del Norte (15), Arizona (14) y Wisconsin (10), los cuales podrían inclinar la balanza hacia el lado vencedor.
