Una línea gratuita y un equipo profesional móvil con psicóloga, asistente social y policías accionan en conjunto para asistir a los damnificados y lograr que hagan la denuncia contra el agresor.
La voluminosa cifra de 77.000 llamados por auxilio a la línea gratuita 137 en los siete años de existencia del programa “Víctimas contra las Violencias” en la ciudad de Buenos Aires supone haber creado la conciencia social de que los golpes contra mujeres y chicos no son un problema privado.
Permanentemente ingresan llamadas al 137, la mayoría son casos de violencia, algunos necesitan asesoramiento, otros ameritan el desplazamiento del equipo móvil de una Brigada formada por psicólogas y trabajadoras sociales acompañadas por dos suboficiales de la Policía Federal, contó una de las expertas.
La dinámica habitual en el centro de llamadas es atender el caso, entender de qué se trata y decidir si se desplaza o no al equipo móvil. Si el llamado proviene de una comisaría, se despliega un protocolo de asistencia a la víctima desde el momento en que debe hacer la declaración para formalizar la denuncia; si es de un domicilio particular, cuentan con un programa en la computadora que dice a qué comisaría corresponde territorialmente.
Ante un llamado, “un historial establece si ya consultó al servicio en otras oportunidades, lo que implica un número de caso y un breve registro para seguir la evolución y no tener que repetir preguntas a la víctima”, cuenta Mercedes, una de las profesionales del equipo.
Otra de las trabajadoras del programa contó que “se contiene a quien llama hasta que llega el equipo sin cortar el vínculo telefónico, porque muchas veces las situaciones son muy peligrosas y no hay que dejar a la víctima sola “hasta que es asistida presencialmente”.
“Las cosas no son fáciles porque necesitaríamos mucha más gente para atender más llamados telefónicos, no obstante, si bien un Programa no cambia una cultura, ‘Víctimas contra las Violencias’ se asentó para quien sí hemos logrado una conciencia, hay instrumentos y recursos: lo que ocurre es que hay que ir aumentándolos en proporción al fenómeno que se ha generado”, señaló la psicóloga Eva Giberti, coordinadora del programa que asiste y acompaña a las víctimas 24 horas los 365 días del año.
Violadores
Giberti contó que uno de los objetivos del programa es “lograr detener a los violadores, a los que (antes) no se podía apresar porque la víctima dejaba caer la denuncia para no volver a vivir el trauma de pasar por preguntas inconvenientes”.
Actualmente, cuando la víctima llega a la comisaría, “la deben sentar en un lugar recoleto, darle un vaso de agua y llamarnos para que la persona no declare si no estamos y, a partir de eso, no la dejamos un minuto sola sea mujer, adulta, travesti, niño o niña”.
“¿Cuál es el resultado? Que tenemos siete violadores seriales detenidos porque la víctima hasta el último momento tiene un profesional al lado”, enfatizó. Giberti consideró que “es todavía difícil llevar el programa a las provincias porque hay que trabajar con el prejuicio de un país eminentemente patriarcal, y hay que entrenar a policías para que el cambio lo vean no digo ‘mis nietos’ sino mis bisnietos”.
“Desde octubre del 2006 a fines de 2013 atendimos a unas 20.000 víctimas mayores y unas 10.000 menores, y fuimos a la casa de infinidad de mujeres golpeadas por sus parejas, muchas de ellas tan aterrorizadas que ni se animaban a pedir ayuda”.
Además, “entre 58 y 60% de los abusadores o violadores son conocidos o miembros de la familia y este delito abarca cualquier condición social”, advirtió.
Giberti sostiene que “hay que entrenar a las mujeres para que no toleren golpes y se defiendan llamando para pedir auxilio a la línea 137, pero además enseñarle a los chicos, desde pequeños, que no se puede golpear a una mujer porque eso es delito”.