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“Abognautas”: la tecnología hace repensar la profesión

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Alejandro Batista, especialista en Derecho de Alta Tecnología y docente de la Universidad Nacional de La Plata, considera que el ejercicio de la abogacía está atravesando un momento de crisis. El campo legal está cambiando, desde la implementación de la firma digital hasta el uso del big data, pasando por una tendencia a la desintermediación del rol del letrado

Por Carolina Klepp – [email protected]

Para Alejandro Batista, el desconocimiento y el temor llevan a rechazar los cambios o, peor aún, a ignorarlos, cuando en realidad se debería tratar de entenderlos para aprovecharlos.
La tecnología irrumpió y no deja de avanzar en todas las disciplinas; en ese contexto, apunta al concepto que denomina “abognautas” para referirse a un profesional que debe innovar y abrir su pensamiento, primero, como un requisito necesario de adaptación e incluso de diferenciación en un mercado que es bastante complejo, pero, luego, como una cuestión absolutamente necesaria ante el avance del desarrollo tecnológico que abre las puertas a la desintermediación entre el derecho y la ciudadanía. Batista impulsa a colegas y futuros abogados a “salir de la zona de confort”.

– ¿A qué se refiere el concepto de abognautas?
– Me dedico a temas de tecnología y derecho y eso me va llevando a estar atento a todas las transformaciones que estamos viendo. En nuestra vida cotidiana tenemos enormes cambios. Como también soy docente de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata, trato de ir viendo con los alumnos y los graduados cómo estos cambios se van reflejando. Vemos que nuestra profesión se maneja en ámbitos que suelen ser bastante reacios a los cambios. La misma Facultad de Derecho, los colegios profesionales y el ámbito de la justicia en general. Creo que éste es el momento en que mayor crisis va a hacer la profesión de los abogados, porque se están requiriendo nuevas habilidades. Éste es un poco el concepto de abognautas, de cómo impulsar la innovación y una apertura de pensamiento entre los abogados, primero como un requisito necesario de adaptación e incluso de diferenciación en un mercado que es bastante complejo. Pero, luego, como una cuestión absolutamente necesaria. Ya se está hablando en otras profesiones cómo el desarrollo tecnológico va ocupando lugares.

– En la abogacía ya habla de modificaciones como firma electrónica y validez de los documentos virtuales, ¿qué otros cambios vendrán?
– En Buenos Aires se está debatiendo el tema. La Corte Suprema de Justicia impulsa la implementación de expediente digital, videoaudiencias y firma electrónica. Estamos teniendo varios problemas para que esto pueda avanzar; de hecho, la vigencia plena de la firma electrónica se ha venido suspendiendo desde hace ya dos años en que se tenían previstas fechas para empezar a ser “el” sistema -y no para que coexista con el papel-. Esto se ha suspendido por problemas con los abogados. Lo curioso es que estamos hablando de tecnología y herramientas que ya llevan muchos años, en esto la justicia y la abogacía en general están demoradas. Es un cambio importante, que afecta cuestiones culturales. Cuando uno abre el panorama y mira todo lo que está pasando a nivel tecnología se advierte lo que denominamos un cambio “incremental”, es decir, algo que cambia la forma en que venimos trabajando, pero no es un cambio de los que llamamos “disruptivo”, que se refiere a aquel que marca un antes y un después. Estamos a las puertas de lo que va a ser un cambio disruptivo y eso ya se viene dando en otros ámbitos, como en el derecho anglosajón. El Reino Unido tiene muchas experiencias de este tipo, el cambio disruptivo vendrá de la mano con lo que tiene que ver con big data e inteligencia artificial aplicada al sector legal.

– ¿Con qué experiencia concreta puede ejemplificar eso?
– Hay muchos desarrollos tecnológicos aplicados al sector legal que hacen que se puedan abordar casos a nivel masivo o de lotes de casos para aplicar antecedentes y resolver cuestiones sin la intervención humana. El año pasado salió una publicación de un chico de 19 años que armó un pequeño robot que aplica inteligencia artificial para resolver lo que serían recursos sobre multas de tránsito. Ese robot resolvió más de 4.000 multas favorablemente, multas de personas que iban conversando con ese robot y el robot les iba dando las indicaciones para poder hacer el recurso y esos recursos prosperaron, sin intervención humana y sin intervención de un abogado.

Un ejemplo que elimina la intermediación de la profesión
– Sobre ese tema, hay un autor inglés que se llama Richard Susskind que viene escribiendo desde hace más de 20 años sobre estos temas, realmente es un pionero. Uno de las cuestiones que él marca es el concepto de desintermediación. Es algo que ha pasado en otras áreas. Por ejemplo, cuando Uber irrumpe en Argentina, desintermedia el concepto de transporte público entre las compañías, porque pone en contacto a usuarios y otras personas que son particulares que ofrecen transporte. En el caso del derecho, los abogados durante muchísimo tiempo venimos siendo la interfaz entre el derecho y la gente, porque las personas cuando tienen un inconveniente tienen que pasar por el abogado, no solamente por una cuestión legal, por un requisito, sino por una cuestión cultural, las personas no saben si existe tal o cual ley y cómo se interpretan las leyes, la sentencias no están redactadas de manera sencilla, entonces, terminamos con un abogado, que es el traductor, el intermediario, entre el mundo legal y la cuestión particular que les pasa a las personas. Pero eso era antes de la tecnología. Hoy las personas tienen acceso a la tecnología y, a un clic de distancia, numerosísima información legal y ahora tienen softwares o programas que comienzan a trabajar directamente con las personas interesadas a resolver problemas.

-¿Cómo avizora el futuro de la profesión entonces?
– Uno podría diferenciar el ejercicio profesional en dos grandes bloques, todo lo que tenga que ver con el patrocinio y la firma de un abogado ante la justicia, que como está por ley va a tener que seguir existiendo. Al menos esto por ahora, pero habrá que ver cómo evoluciona. Ahora, todo el trabajo del abogado que tiene que ver con asesoramiento, asistencia, consultoría, allí es donde mucho más rápidamente se van a instalar estos temas de inteligencia artificial. El abogado tendrá que ver cómo agregar valor en este campo.

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