miércoles 20, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Vietnam conquista su derecho a la paz y a la vida

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Hace 40 años, el 30 de abril de 1975, la humanidad respiró aliviada. Saigón despertaba de una larga pesadilla. Quedaban atrás los días de terror. Los días y sus noches de bombardeos constantes mientras en los foros mundiales sus atacantes se llamaban a sí mismos campeones de la democracia y la libertad.

Las imágenes de la guerra han quedado grabadas a fuego en la memoria colectiva. Son un testimonio irrefutable. Henry Kissinger se sorprendió cuando “su mundo mágico” se desgrano como un castillo de naipes. Ningún servicio secreto, por eficiente que haya sido, pudo falsificar las fotografías de los bombardeos continuos a la población civil; tampoco las de las consecuencias de las millones de toneladas de bombas tiradas sobre el territorio de la península de Indochina, sobre todo Vietnam, sobre la “Ruta Ho Chi Minh”, por la que Hanoi suministraba ayuda a la guerrilla del sur a través del territorio de Laos y Camboya y la lluvia de napalm y fosforo blanco que aún causa todo tipo de malformaciones y cánceres en las nuevas generaciones de vietnamitas.

Las denuncias sobre las violaciones de los Acuerdos de Ginebra, que reglamentan la guerra, tenían el valor del papel mojado para la potencia agresora. Cada avión B-52 -verdaderas fortalezas volantes- de Estados Unidos y sus aliados -denunció el Tribunal Internacional sobre crímenes de guerra fundado por el filósofo británico Bertrand Russell y su secretario perpetuo Jean Paul Sartre- arrojaba a sus objetivos 32.000 kilos de bombas de hasta 1.500 kilos cada una, además de bombas de fragmentación diseñadas para multiplicar las víctimas en forma indiscriminada, y defoliantes que transformaron la tierra en un erial.

Es necesario recuperar la historia en breves trazos que intentan sintetizar los 10 años más trágicos de la Guerra Fría. La contienda había comenzado en el asentamiento francés con el despertar del colonialismo. La batalla de Dien Bien-phu marcó la retirada de Francia y el inicio de la embestida yanqui. Durante el gobierno de Kennedy se elaboró la Teoría del Dominó, que postulaba que una vez que cayera Vietnam en manos del comunismo todo el sudeste asiático seguiría, en breve, las banderas socialistas. Al envío de asesores militares, primero, para sostener el régimen títere de Saigón, siguió “la fabricación” de un incidente naval en el Golfo de Tonkín para justiciar la intervención militar a gran escala.

Oriana Fallaci visitó Vietnam en 1969, en el contexto de la guerra. Su testimonio es valioso.

Recorrió la cuarta zona militar y la frontera con el sur. “Tras varios días de marcha escuchamos repetidos truenos y vimos relámpagos en el horizonte. Los guías explicaron se trataba de la artillería norteamericana. Me dolieron las aldeas arrasadas, los puentes destruidos, los campos de cultivo horadados por los gigantescos cráteres de las bombas lanzadas por los gigantescos octomotores B-52. Vi árboles mutilados, bambúes incinerados, surcos anegados de metralla. Conocí huérfanos, escuché testimonios de muchachas violadas y relatos de campesinos que vieron a sus familiares aniquilados por el fuego de ametralladoras disparadas desde helicópteros. Caminé por laberintos de extensos túneles donde la vida proseguía como si fuese a flor de tierra. Pude llegar a las cercanías de la fortaleza yanqui de Contien y presencié las mortíferas andanadas de sus armas pesadas disparadas desde los acorazados de la Séptima Flota.”

Estados Unidos -continúa la periodista italiana- aprovechó el vacío dejado por el colonialismo francés para implantar una política neocolonial en Vietnam tan pronto se firmó el acuerdo de Ginebra, que fue escalando militarmente en la medida en que crecía la resistencia del pueblo vietnamita a la división del país y a la existencia de un gobierno ilegítimo en el sur. De los “asesores” militares “se pasó a la presencia masiva de las fuerzas armadas yanquis, que acantonaron en suelo survietnamita 550.000 hombres, incluyendo una parte importante de su fuerza aérea y sus bombarderos estratégicos. Pero nada de esto pudo doblegar al pueblo de Vietnam ni a sus hermanos de Laos y Cambodia. Al contrario, en el sur de Vietnam se consolida un ejército guerrillero, que en unión con las tropas de la República Democrática de Vietnam –Vietnam del Norte- fue capaz de llevar a cabo grandes operaciones, como la ofensiva del Tet de 1968, catalogada como una de las grandes proezas de la historia militar.”

Esa ofensiva echó por tierra la arrogancia de los mandos de Estados Unidos que no se percataron del formidable movimiento de tropas y material que hizo posible atacar 140 aldeas y ciudades y hasta introducir un comando en la embajada estadounidense en Saigón.

Pero aún debían transcurrir unos años hasta que Estados Unidos, forzado por su bancarrota militar y la presión de la opinión pública, se viera obligado a aceptar, el 27 de enero de 1973, el “Acuerdo sobre el fin de la guerra y la restauración de la paz en Vietnam” en las negociaciones de paz de París. Gran parte de la infraestructura había sido destruida por las bombas y, como en el sur, las armas químicas habían arrasado vastas extensiones de selva y cultivos. Millones de vietnamitas habían muerto, sobre todo niños, mujeres y ancianos. El acuerdo de París consiguió el fin de los bombardeos sobre el norte, la retirada de las tropas yanquis y el reconocimiento de los derechos fundamentales del pueblo vietnamita.”

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