viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Una postal del “Núremberg del terrorismo” que juzgó los atentados yihadistas en París

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Por Ana Clara Pérez Cotten

En “V13”, un texto que articula de forma atrapante los testimonios de 300 testigos, supervivientes y familiares de las víctimas de los tres atentados extremistas que el 13 de noviembre de 2015 (13N) dejaron en París cientos de muertos y heridos, el escritor francés Emmanuel Carrère reconstruye las jornadas del juicio y con la sutileza del observador que se propone ingresar a la escena, elabora una crónica que es también una postal de época.

La noche del viernes 13N, la sala parisina de espectáculos Bataclan estaba repleta: más de 1.500 personas asistían a un concierto de la banda estadounidense The Eagles of Death Metal. A las 21.48 horas, tres miembros de un comando del Estado Islámico (EI), armados con rifles de asalto AK-47 y cinturones explosivos, ingresaron al lugar y comenzaron a disparar indiscriminadamente.

Estos hombres, identificados como Mohamed Aggad, Ismael Omar Mostefai y Samy Amimour, fueron responsables de asesinar a 90 personas e hirieron a 200 en tan solo 10 minutos, en lo que fue el inicio de una larga toma de rehenes. Aquello fue la continuación de una serie de atentados yihadistas en cadena que siguieron en otros dos puntos de París ese viernes fatídico.

El ataque al Bataclan terminó con 130 víctimas (131, si se considera a un herido que no pudo recuperarse del trauma y se quitó la vida cuatro días después). Minutos antes, durante un partido de fútbol amistoso entre Francia y Alemania en el Stade de France (en las afueras de París), se produjeron varias explosiones en el perímetro del estadio donde se encontraban los jefes de Gobierno de ambos países, Angela Merkel y François Hollande; los extremistas intentaron ingresar, pero fueron impedidos por las medidas de seguridad y algunos de ellos se inmolaron al ser detenidos.

Poco más tarde, varios restaurantes y bares en los distritos 10 y 11 del noroeste de París fueron blanco de tiroteos, que se multiplicaron en la calle Charonne.

“Habían encendido todas las luces y estaban disparándole a la gente, yo diría que con cierto placer”, recuerda una de las víctimas. “Cuando se lanzaron al suelo con la esperanza de escapar de las primeras ráfagas, no cayeron uno al lado del otro, sino unos sobre otros. Intencional o involuntariamente, los de arriba protegieron a los de abajo”, reconstruye el autor, que en el momento en el que escribía las crónicas ya había sido premiado por la FIL de Guadalajara pero todavía no había recibido el Princesa de Asturias a las Letras en 2021.

En las 368 páginas de “V13” (Anagrama), Carrère, autor de libros como “El adversario”, “Limonov” y “De vidas ajenas”, repara en los rasgos humanos de la tragedia, y aún cuando se ampara en datos, números y testimonios, dedica amplios tramos de la obra a dar lugar a la duda y la rabia, el dolor y la perplejidad.

Para eso, se vale de una prosa metódica y documental que en sus matices se vuelve conmovedora. Y aunque algunos podrían considerar que comprender equivale a disculpar, Carrère no está de acuerdo e insiste en la lógica heurística: ¿Cómo y por qué jóvenes nacidos en países europeos, en el seno de familias creyentes, pudieron ser radicalizados al punto de cometer actos terroristas?

A lo largo de su carrera, el autor ha demostrado cierta capacidad para sumergirse en la psicología de sus personajes para, desde esa instancia, acceder a los rincones más oscuros de la condición humana. Experimentó, además, con diversos géneros literarios, desde la ficción hasta el periodismo y la no ficción autobiográfica.

La cobertura del juicio por el atentado de la sala Bataclan fue extensa y captó la atención de los medios de comunicación tanto a nivel nacional como internacional. Dada la magnitud de los ataques y la importancia de un juicio icónico, numerosos periodistas y medios estuvieron presentes para informar sobre los procedimientos y los testimonios. Y entre ellos estaba Carrère, quien junto con la Nobel Annie Ernaux y Edgar Morin de 101 años es considerado uno de los principales representantes de la intelectualidad francesa contemporánea.

“Fue devastador. Muchas veces llegaba a casa y me ponía a llorar. Cuando escuchas tal descarga de sufrimiento es difícil absorber”, contó sobre aquellas jornadas, aunque no se trataba de un rol exótico para el autor. En los noventa escribió crónicas judiciales y cubrió para el semanario Le Nouvel Obs (L’Obs) el proceso contra Jean-Claude Romand, un médico falsario que asesinó a su mujer, a sus hijos, a sus padres y a punto estuvo de matar también a su amante. Después de esa experiencia, Carrère publicó una libro sobre el caso, “El adversario”.

“Tiene una figura juvenil, la cara comida por la mascarilla y debajo de ella la barba salafista. Antes de nada, recita con voz firme la shahada, que es el sobrio y grandioso credo del Islam: ´Declaro que no hay más dios que Alá y que Mahoma es su profeta´. Una pausa. ´Bien, dice el presidente. ´Veremos eso más tarde. ¿Nombre del padre y de la madre?´ ´El nombre de mi padre y de mi madre no vienen a cuento aquí´ ´¿Profesión?´ ´Combatiente del Estado Islámico´. El presidente mira sus notas y dice plácidamente: ´Yo aquí veo: trabajador eventual´”, reconstruye Carrère sobre cómo fue el tono de las primeras jornadas del juicio, fiel a su mirada siempre filosa.

El libro -que nació como una serie de columnas de 7.800 caracteres que fueron publicadas semanalmente en la revista francesa L’Obs y reproducidas en el diario español El País- suma aproximadamente un tercio del texto inédito, quizá los tramos más interesantes, de nueva creación.

Mirando, escuchando, conversando y tomando notas con lápiz, presenció jornadas eternas cargadas del dramatismo del relato de los sobrevivientes: el autor se autopercibe como cronista del “Núremberg del terrorismo”. Asistió de lunes a viernes, excepto unos días de convalecencia por Covid. “Aquí juzgaremos a gente de segunda categoría, ya que los que mataron están muertos. Pero también será algo enorme, algo sin precedentes que quiero presenciar”, vislumbra al comienzo.

Cita a Simone Weil al advertir que el mal en realidad es monótono y lo sorprendente y milagroso es el bien. Y adopta esa mirada al darle voz a las víctimas y amplificar sus historias y percepciones. La historia de los victimarios, en cambio, se revela como desangelada, mecánica. “Pensamos que sus interrogatorios serían apasionantes, pero en realidad no lo son: no tienen nada que decir”, sostiene.

El juicio, que comenzó en septiembre de 2021 y se extendió hasta junio de 2022, no involucró a los nueve miembros del comando porque todos ellos se suicidaron la misma noche de los ataques. En cambio, se juzgó a 11 personas consideradas cómplices en diferentes grados y durante todas esas jornadas, Carrère presenció las audiencias y se sumergió en la complejidad de los sentimientos de los familiares de las víctimas e indagó en las causas de la crueldad de los asesinos con la intención de, en última instancia, comprender sus actos para tras el fallo, dar lugar al duelo colectivo.

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