Habitualmente se dice que las buenas noticias ocupan lugares más reducidos respecto de las malas en la distribución de espacios de los medios de comunicación. Es para discutir, y largo, si realmente es así.
Como en todo, hay algo de verdad y algo de prejuicio. Lo que sí podemos decir es que a nosotros en esta columna nos gusta reflejar el lado bueno que ocurre. Principalmente, po que entendemos que hay hechos valiosos que deben ser informados porque hacen a las expectativas de todos -o al menos la mayoría-. También porque rescatan los logros de las personas, individualmente o como colectivo. Somos críticos de muchos aspectos de la realidad, pero eso no nos lleva, como sucede en otros casos, a entender que “todo está perdido” o a pretender imponer una mirada invariablemente negativa sobre todo lo que pueda informarse u opinarse.
De todas las buenas noticias que andan dando vuelta, hoy por hoy, una de las mejores es la que habla de la baja de pobreza en el mundo. Parece increíble pero se apoya en datos recogidos a lo largo de un amplio lapso que efectivamente lo verifica.
Conforme a la información del Banco Mundial, en las últimas décadas los avances en la reducción de la pobreza han sido notables. Los países se habían propuesto la meta – como primer objetivo de desarrollo del milenio (ODM)- de disminuir para el año que vivimos (2015) la tasa de pobreza registrada en 1990.
Que dicho objetivo haya sido alcanzado es muy bueno, pero tampoco dede ser festejado por demás. La cantidad de personas que viven en condiciones de pobreza extrema en el mundo sigue siendo muy alta. Pero sí con esto se ha demostrado que el “siempre habrá pobres” es una falacia, a más de resultar también una expresión de cinismo de la peor especie.
La otra demostración es que la erradicación de la pobreza se halla asociada a la promoción de las libertades de las personas. Ninguna dictadura ha eliminado pobres, todo lo contrario.
La liberalización de regímenes autoritarios o la visualización social de grupos históricamente relegados ha sido uno de los elementos que más ha influido en la baja. El acceso a la educación y a la infraestructura básica se ha “revelado” también como los grandes instrumentos en la materia.
Por ejemplo, en los países del Asia Oriental (China, Vietnam, Corea del Sur, etcétera) se produjo la reducción más marcada en materia de pobreza extrema, que bajó de 78% en 1981 a 8% en 2011. En Asia meridional cayó de 61% a 25 % en dicho lapso. Sin embargo, en África al sur del Sahara sólo exhibe una disminución en la tasa de 53% a 47%.
En cuanto a nuestra América Latina, puede celebrarse el logro que, por primera vez en su historia, hay más personas en la clase media que en la pobreza. Casi 100 millones de personas han escalado posiciones sociales y económicas entre 2003 y 2013. Pero como en las otras regiones, los resultados por país difieren considerablemente. En el caso de la República Argentina, desde el año 2013 no se mide la pobreza oficialmente y las informaciones no oficiales (por ejemplo el observatorio de pobreza de la Universidad Católica Argentina) hablan de un porcentaje que ronda 25%, similar al de una década atrás. Esto daría un fenómeno, cuanto más, estacionario frente a un mundo y una región en baja.
Que el objetivo de una “pobreza cero” se haya comprobado posible mediante políticas y programas de desarrollo, resulta una espectacular noticia, sobre todo frente a los detractores de siempre. Esos que lucran con la brecha entre las posibilidades de las personas. Disminuir y buscar erradicar la pobreza no es una cuestión económica sino de esencial dignidad humana.
Puede verificarse en cifras pero su real sentido es mucho, mucho más que eso. Y se halla dado por los millones de seres humanos, niños, ancianos, hombres y mujeres que pueden empezar a tener una autonomía de vida. Proponerse y lograr metas, decidir por sí lo que quieren ser y hacer. Bajar la pobreza es dignificar la especie humana en su conjunto. Claro está que lograr en la materia un índice de un dígito o cercano al cero, en todas partes, supone dejar de lado las palabras interesadas.
* Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. ** Abogado, magister en Derecho y Argumentación Jurídica