ESCUCHARLa palabra corrupción proviene de la voz latina corruptio, la cual puede diseccionarse en tres partes: el prefijo co-, que significa “junto”, el verbo rumpere, que es “hacer pedazos” y el sufijo -tio, que nos remite a una “acción y efecto”.
Admite como equivalentes en nuestra lengua, con toda justicia, a palabras y expresiones como “depravar”, “echar a perder”, “sobornar”, “pervertir” o “dañar”.
No se trata, pues, de una palabra más ni de algo que sea beneficioso que ocurra. Y en este mundo global de nuestros días, también se han globalizado dichas prácticas.
Son innumerables los ejemplos de actos de corrupción que atraviesan múltiples estados y actividades. Uno de los más resonantes sea tal vez la corrupción denunciada e investigada por los tribunales de Estados Unidos y que afecta a la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), situación que presenta la paradoja de que no hace mucho tiempo la FIFA e Interpol firmaron un convenio considerado histórico por el cual la FIFA aportaría veinte millones de euros en diez años para luchar contra la corrupción en el fútbol. El objetivo que perseguía este acuerdo era el de formar y prevenir y proteger al fútbol de las actividades corruptas que lo afectaban, lo que se enmarcaba dentro de la idea de imponer el fair play en este deporte, alcanzando el acuerdo a los 188 países miembros de la FIFA.
La globalización hace, como buen rasgo, que los actos de corrupción puedan ser juzgados desde varios países. Ello no es un detalle menor, habida cuenta de que la corrupción “sistemática y organizada” tiene -como uno de sus requisitos para permanecer en el tiempo- la connivencia de algunos niveles de autoridad con poder de decisión en donde se origina.
Las autoridades del Departamento de Justicia en los Estados Unidos han exhibido cualquiera sea la “Administración” que rija a ese país, una línea invariable en el sentido de enjuiciar ante los tribunales a personas extranjeras aun por hecho cometidos fuera de Estados Unidos, si existe una “conexión mínima” con éste, como por ejemplo utilizar un banco estadounidense para mover los fondos o un servidor local de Internet para concretar la transacción ilícita. Como nuestros avispados lectores ya habrán percibido, eso les otorga un margen de maniobra no amplio,sino amplísimo, cuyos contornos prácticamente se pierden en el infinito.
La entrega voluntaria de Alejandro Burzaco en Italia, uno de los tres imputados (por ahora) argentinos tiene también que ver con esto de la transnacionalización de la actuación de las distintas justicias de los países. En primer lugar, no le quedaba otra: difícilmente con un pedido de captura internacional podría haber vuelto a Argentina. En segundo término, su doble nacionalidad italiana lo coloca en ese país en mejor posición con vistas a una extradición a Estados Unidos que en el nuestro. El tratado de asistencia judicial entre dicho país europeo y el Estado requirente es más ventajoso que el similar que los EEUU ha celebrado con nuestro país.
Dicha diferencia es visible desde “el vamos”: Burzaco goza del beneficio de la prisión domiciliaria, permaneciendo en un inmenso y suntuoso caserón en la localidad de Collalbo, un apacible lugar de la comuna de Renon, mientras se decide su extradición. Algo que difícilmente habría conseguido en Argentina.
Como puede verse, el derecho penal de este siglo XXI será transnacional no sólo en cuanto a sus delitos de envergadura sino también respecto de los procesos con los que se buscará enfrentarlo.
* Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. Abogado, magister en Derecho y Argumentación Jurídica
