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Un conflicto estratégico y peligrosa situación internacional

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Por Florencia Rusconi de Agopian (*)

Uno de los conflictos más antiguos del mundo, la disputa territorial entre Armenia y Azerbaiyán por un enclave separatista (Nagorno-Karabaj), recrudeció desde el 26 de septiembre pasado con consecutivos choques que dejaron ya un centenar de muertos en ambos bandos, entre ellos decenas de civiles. Se trata de un conflicto histórico que mezcla intereses políticos, étnicos-religiosos y económicos para la región del Cáucaso.

Si quisiera explicar el actual conflicto entre Azerbaiyán y Armenia, ¿por dónde empezaría? ¿Comenzaría con las elecciones celebradas  por el gobierno armenio autoproclamado (y no reconocido internacionalmente) en la región de Nagorno-Karabaj de Azerbaiyán? ¿Retroceder a 1994, cuando se requirió un alto el fuego internacional para detener la guerra y la limpieza étnica de los dos países? ¿O incluso más allá de la caída de la Unión Soviética, cuando Nagorno-Karabaj declaró por primera vez su independencia y nadie escuchó? 

Pero ¿qué pasa con Nagorno-Karabaj? Este territorio se encuentra dentro de Azerbaiyán, es un pequeño enclave de población armenia que quiere independizarse y formar parte del país vecino (Armenia). Con 140.000 habitantes, de los cuales 90% es armenio, en 1991 se autoproclamó Estado independiente al crear la República de Artsaj.

Para entender cómo comenzó todo este conflicto territorial hay que volver a principios del siglo XX, más precisamente a 1918, cuando la URSS ocupó la región caucásica y dividió el territorio en tres repúblicas socialistas: Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Como en muchos otros casos de la historia de la colonización, no se tuvo en cuenta las etnias y religiones que convivían en la zona. Así es como Nagorno-Karabaj se quedó dentro de Azerbaiyán a pesar de ser más afín a Armenia. Durante muchos años esta incómoda situación se mantuvo así, sin querer llevar la contra a la cúpula soviética.

Pero cuando el imperio soviético empezó a flaquear, los habitantes de Nagorno-Karabaj comenzaron a manifestarse y Armenia, en un intento de ampliar su territorio, entró en una guerra con Azerbaiyán, que duraría ocho años (1987-1994). Este conflicto se llevó por delante más de 30.000 vidas humanas y causó alrededor de un millón de desplazados. 

A pesar de que la URSS intentó evitar esta anexión armenia, sus prioridades empezaban a concentrarse en sobrevivir. Así es como el régimen soviético se fue desinflando sin poder ejercer ningún tipo de influencia. En 1991, la región de Nagorno-Karabaj se autoproclamó independiente y creó la República de Artsaj. Este nuevo Estado comparte administración y bancos con el país armenio que, además, durante la guerra ganó terreno azerí rodeando la zona este del país recién autoproclamado.

La guerra acabó con los azerbaiyanos como grandes perdedores, 

El Estado República de Artsaj no ha sido reconocido por ningún país de las Naciones Unidas, pero las actividades diplomáticas para reconocer la región han hecho (y siguen haciendo) grandes esfuerzos para conseguir sus objetivos.

Hay que  precisar que para que un Estado sea aceptado como tal, es necesario que lo reconozca/n otro u otros Estados de la comunidad internacional. La ONU no tiene atribuciones para reconocer Estados y, por ende, no lo puede hacer ni determinar la creación de uno nuevo.

El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha proclamado en distintas ocasiones que “sus mayores enemigos son los armenios” y no ha dado ningún signo de querer resolver este conflicto, del que los azerbaiyanos se sienten víctimas históricas.

En  Madrid, en 2009, se hizo un intento de avivar la resolución del conflicto, cuando se propusieron tres líneas para relajar las tensiones. Según la primera, los habitantes de Artsaj podrían decidir ser de Armenia o ser de Azerbaiyán. El segundo punto instaba al Ejército armenio a retirarse de la región ocupada al sureste de Nagorno-Karabaj. Y, por último, Azerbaiyán garantizaría un corredor humanitario para todos los que quisieran salir de Artsaj hacia Armenia.

Estas conversaciones cayeron en saco roto porque ninguno de los dos países estaba dispuesto a renunciar al territorio de Nagorno-Karabaj-Artsaj. Las tensiones se han ido acumulando hasta ahora, que han vuelto a reanudar el enfrentamiento militar.

Durante febrero de 2020, los líderes de ambos países se dejaron ver por primera vez en público durante la Conferencia de Seguridad de Múnich. Tanto Nikol Pashinián, primer ministro armenio, como Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán, estuvieron discutiendo en una conferencia sobre las razones históricas que justificaban la pertenencia a uno u otro del territorio en discordia. La charla no dejó entrever ningún tipo de acuerdo pero la idea de que debatiesen en público abría la puerta a la esperanza de un futuro en paz.

Nada más lejos de la realidad: siete meses después, ambos países retomaron las armas y, ahora mismo, no parece que tengan intención de parar. Azerbaiyán quiere recuperar su territorio perdido y, de paso, controlar la república de Artsaj, sobre la que no tiene ninguna competencia desde su autoproclamación. 

Por otro lado, Armenia siente el deber de seguir defendiendo a los ciudadanos que viven en Artsaj.

Actualmente, el enfrentamiento obliga a ciertas potencias implicadas a tomar parte en él. En este caso son Turquía y Rusia, la primera apoyando directamente a Azerbaiyán y la segunda, de manera menos directa, a Armenia. La posibilidad de que este conflicto pase a ser una guerra internacional está muy lejos de la realidad. Por muchos compromisos e intereses diplomáticos que se tengan con uno u otro país, la comunidad internacional prefiere un territorio en calma, ya que por Azerbaiyán pasan dos oleoductos y un gasoducto que abastecen directamente a Europa.

A raíz de la noticia de los enfrentamientos, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ha retomado la iniciativa del Grupo de Minsk, un órgano creado en 1992 para resolver este conflicto territorial. Los copresidentes del grupo de Minsk son Rusia, Francia y Estados Unidos. Además, el grupo está integrado por Bielorrusia, Alemania, Italia, Suecia, Finlandia y Turquía, así como por Azerbaiyán y Armenia.

Turquía ha criticado abiertamente la ineficiencia de este organismo que, considera, al estar dirigido por Rusia, “ha paralizado el conflicto más que arreglarlo”, La intervención de Turquía directamente en el conflicto apoyando a los azeríes ha llegado a los titulares de la prensa. De manera velada, parece que Erdogan ha trasladado milicias desde el norte de Siria y Libia hacia Azerbaiyán.

El 10 de octubre, con la mediación de Rusia, los cancilleres de Armenia y Azerbaiyán firmaron una tregua humanitaria, la que no se cumplio por parte de los azerbaiyanos, quienes continuaron los ataques, impidiendo a la Cruz Roja Internacional cumplir con su rol humanitario de recoger muertos y heridos en la zona de conflicto. Así, el ataque de Azerbaiyán al hospital de Artsaj debe considerarse un crimen contra la humanidad o de lesa humanidad.

Al momento de escribir esta nota, Armenia y Azerbaiyán acordaron nuevamente una tregua humanitaria que regirá desde el 18 de octubre. El acuerdo de alto el fuego anterior entre ambos países, en vigencia desde el 10 de octubre pasado para la zona, ha sido reiteradamente vulnerado por ambas partes en conflicto. Según explica el texto, la decisión se tomó tras las declaraciones de los presidentes de Rusia, Francia y EEUU —que copresiden el Grupo de Minsk  (OSCE)— del 1 y del 5 de octubre, y también de conformidad con la declaración de Moscú del 10 de octubre.

Aunque nadie lo confirma ni lo niega, Armenia afirma que dispone de información que apunta a que, además, tropas turcas están llegando a Najichevan. Fuentes de la oposición armada siria contactadas por el AsiaNews dicen que Turquía ha enviado 4.000 mercenarios sirios del Estado Islámico (Isis) para luchar contra los armenios de Nagorno Karabaj. El salario es de 1.800 dólares estadounidenses mensuales, por una duración de tres meses.

La noticia del envío de esos mercenarios sirios por Turquía también fue confirmada por el Observatorio de Derechos Humanos en Siria, con sede en Londres, y corroborada por varias cancillerías occidentales y por la inteligencia rusa.

Así las cosas, Azerbaiyán es el petro-Estado menos conocido del mundo.

Armenia y Azerbaiyán se encuentran entre Europa y Asia, en una zona comprendida entre los mares Negro y Caspio, delimitado por la cordillera del Cáucaso. Su valor geoestratégico interesa mucho a los países vecinos, tanto Rusia como Europa, sobre todo por los yacimientos de gas y petróleo controlados por Azerbaiyán que alberga el mar Caspio.

La estabilidad territorial tiene un gran motivo económico. El petróleo y el gas que provienen de Rusia, de Azerbaiyán y del Caspio interesan mucho a Turquía y a Europa. Concretamente, en el fondo del Caspio se ubican dos gigantescos yacimientos de hidrocarburos que atañen a Azerbaiyán: Azerí-Chirag-Gunashli y Shaj-Denis.

 

¿Un nuevo genocidio?

«No permitiremos que Turquía perpetre un genocidio de armenios por segunda vez», expreso el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, recordando los acontecimientos de 1915, cuando las poblaciones de Armenia occidental, hoy Anatolia turca, fueron arrasadas o expulsadas ​​de su tierra ancestral. En una conversación con la canciller alemana Angela Merkel, el primer ministro armenio discutió extensamente las causas y desarrollos de la guerra.

Pashinian pidió que Turquía fuera neutralizada para evitar una ampliación no deseada de la guerra. 

Importante en este caso y en este momento del conflicto es la acción del presidente turco, que revela la actitud estratégica que ha diseñado, que se conoce como “neootomanismo”, que incluye la intervención en todos aquellos conflictos y espacios que correspondían al Imperio Otomano; es así como lo vemos en Libia, en Siria, en el Mediterráneo y ahora presionando al grupo de Minsk para que, después de 28 años, resuelva el problema.

Esta actividad turca también ha obligado a otras potencias a actuar, y es así como el presidente ruso, Vladímir Putin, convenció al presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, y al primer ministro armenio, Nikol Pashinián, de la necesidad de enviar a Moscú a sus jefes diplomáticos a reunirse con el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, para alcanzar un alto el fuego humanitario en la zona.

Otro aspecto relevante en esta mediación es que el proceso humanitario de entrega de prisioneros, fallecidos y detenidos será acompañado por los copresidentes de los países del Grupo de Minsk de la OSCE, después de que tanto Armenia como Azerbaiyán conformaron el formato de la mediación internacional.

Estas actuaciones diplomáticas reflejan un tercer contenido, que es necesario tener a la vista: la política exterior de Rusia y Turquía en tanto potencias regionales. Estos actores perciben el mundo como un ente multipolar, validan la posición de potencia mundial de China y restan presencia a Estados Unidos.

En consecuencia, será interesante revisar la progresión del conflicto en un espacio de especial relevancia para Rusia por haber sido parte del espacio geopolítico de la URSS; para Turquía, por ser parte del nuevo modelo neootomanista de Erdogan; de Europa, por los efectos en el abastecimiento energético; de la OTAN, por estar uno de sus miembros en el límite de la zona de conflicto; y para EEUU, por ser un área próxima a las zonas de conflicto en Medio Oriente y ser integrante del grupo de Minsk.

Debemos señalar que abordar o mediar este tipo de conflictos, conocidos también como “conflictos congelados” por su latencia en el tiempo y por ser articulados por actores con cosmovisiones e intereses divergentes, tanto regionales como globales (Turquía y Rusia), es cada vez más complejo,. Ello deja a Rusia en una posición inmejorable para convertirse en el actor clave que podría apaciguar una vez más la crisis producto de su mediación, en consonancia con su estrategia de mantener su poder e influencia en la zona.

 

Rol de la ONU

A poco más de un siglo de iniciada la Primera Guerra Mundial, los vientos que soplan desde la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de su Consejo de Seguridad dejan claro que la humanidad no ha podido superar la tensión entre la guerra y la paz. Insuficientes han resultado dos guerras mundiales, una guerra fría y una guerra global contra el terrorismo para vislumbrar la paz y el desarrollo de forma permanente y plena en el mundo. La organización muestra hoy signos de inoperancia y disfuncionamiento para resolver conflictos entre actores (Estados) internacionales

De igual forma, insuficientes han resultado la creación de un orden multilateral en la seguridad (ONU), el sistema financiero internacional (FMI y BM), el desarrollo y la integración regional, por referir algunos (América del Norte, Unión Europea y Asia-Pacífico) para atenuar la sombra de la confrontación militar, ideológica y religiosa en el siglo XXI y, menos aún, el de la pobreza y la injusticia.

En la actualidad no existe una superpotencia o estructura multilateral capaz de generar orden y cooperación en las zonas en conflicto sin el recurso de la fuerza. Tensiones regionales que cuestionan la fortaleza de un sistema internacional en acecho: Israel-Palestina, Rusia-Ucrania, el Estado Islámico, las dos Coreas, Armenia-Azerbaiyán- Artsaj, sacuden las coordenadas de un mundo incierto y asisten al resquebrajamiento de los límites transfronterizos.

Sin embargo, no hay que olvidar que los conflictos también se instrumentalizan, es decir, sirven a propósitos declarados y no declarados para la consecución de fines propios. La trama del Cáucaso parece seguir ese camino. Visto así, es posible que con la mediación del Grupo de Minsk vuelva a entrar a un estado de latencia hasta que nuevamente se active, coadyuvando (sin que ésa sea su pretensión original) al logro de objetivos geoestratégicos de los actores con intereses en la región.


(*) Abogada. Docente jubilada de la cátedra de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, UNC

Comentarios 6

  1. MARIO ALFREDO BARBERA says:

    LA DIDÁCTICA Y EL PODER DE SÍNTESIS DE LA AUTORA NOS ABRE EL ACCESO A LA COMPRENSIÓN DE UN CONFLICTO POLÍTICO, ÉTNICO Y RELIGIOSO TOTALMENTE ENCRIPTADO PARA EL CIUDADANO COMÚN. EXCELENTE ARTÍCULO. MUCHAS GRACIAS!!!

  2. Ariel Manoukian says:

    EEUU y Rusia, deben intervenir drástica y enérgicamente, para que esto acabe y Armenia recupere sus tierras. Azdrbajian, Turquía e Israel, deben ser condenados por toda l comunidad internacional.

  3. Alejandro Kevorkian says:

    Excelente nota. Gracias por escribir y echar luz sobre este tema tan silenciado en nuestro país.

  4. Fernando Cazón says:

    Buen análisis,

  5. Eduardo Sergio Minassian says:

    El artículo trasmite verazmente lo que la agresión turco-azerí es capaz . Al igual que en 1915 comenzaron a genocidar al pueblo armenio , que es un pueblo de paz , razón por la cual nuestros padres y abuelos llegaron como refugiados a estas benditas tierras , hoy turquía quiere seguir su plan de exterminar los armenios , conenzando por el ataque , la agresion a la República de Artzaj ( Nagorno Karabag) que por el derecho a la autodeterminacion de los pueblos , decidió no ser parte de Azerbeijan , como fue obligado por laURSS y volver a ser parte de la Armenia histórica , y en ese momento asesinaron 20.000 civiles armenios , en progromos en Azerbeijan . Solicitamos que esta agresión tenga un punto final , que el agresor y sus socios Turquia e Israel sean sancionados por las vidas que han ayudado a asesinar , al igual que Azerbeijan , moral y materialmente responsables de las nuevas matanzas . Le envío un aplauso a la autora de la nota .

  6. Ana Castro Cabanillas says:

    Excelente artículo.Muy claro y necesario para entender el conflicto.

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