viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Tensión en el Cáucaso: agresión a Armenia

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Por Florencia Rusconi de Agopian (*)

A mitad de camino entre Europa y Asia, el Cáucaso vuelve a ser un polvorín. La resurrección del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán tiene poco de sorprendente, dado que tan sólo se había mantenido apagado, pero latente, desde su teórica resolución a mediados de los años 90.

Entonces, la comunidad internacional logró resolver las disputas territoriales y políticas entre ambos países con una paz frágil y con un status quo que no contentaba a ninguna de las dos partes, pero muy especialmente a Armenia, aislada y alejada de las minorías étnicas cristianas residentes en Azerbaiyán, de mayoría musulmana. Ahora, la guerra vuelve a estar a la vuelta de la esquina.

El domingo 12 de julio, Azerbaiyán violó la tregua firmada con Armenia en 1994, que pretendía hallar una solución pacífica al conflicto de Nagorno-Karabaj. Las operaciones comenzaron con los intentos del ejército azerbaiyano de ingresar en el territorio armenio desde la provincia de Tavush, 300 kilómetros al norte de Nagorno-Karabaj, donde atacó posiciones en varias aldeas. Además del malogrado intento de cruzar la frontera estatal en Tavush con un vehículo de la marca rusa Uaz, que el ejército armenio pudo repeler, las fuerzas armadas azerbaiyanas utilizaron fuego de artillería. 

Después de un segundo intento de ingresar al territorio armenio, nuevamente retenido por el ejército armenio, las fuerzas azerbaiyanas dispararon siete proyectiles en dirección a Chinari; no hubo víctimas a pesar de los daños materiales en propiedades de los habitantes del pueblo. Luego de un breve intervalo de dos o tres horas, Azerbaiyán reanudó las acciones provocativas con bombardeos en contra de las posiciones armenias.

Tras días de combates en el Cáucaso y amenazas verbales de destruir las infraestructuras enemigas, ahora el tono se rebajó en la guerra latente que durante 30 años libran Armenia y Azerbaiyán, que ha vuelto a encenderse en las pasadas semanas. A lo largo de la frontera, el choque por Nagorno-Karabaj ha causado 17 muertos en los últimos días. Recalco e insisto en este hecho: ocurrió en la frontera entre ambos países.

La enemistad entre estas dos ex repúblicas soviéticas comenzó hace más de 30 años, en pleno proceso de la perestroika y los últimos años de la URSS. En 1988, la región montañosa de Nagorno-Karabaj, de mayoría armenia pero enclavada en Azerbaiyán, pidió incorporarse a Armenia. Moscú se lo impidió. El mismo año de la desintegración soviética (1991) Armenia se declaró independiente, lo que provocó una guerra abierta con su país vecino Azerbaiyán, entre 1992 y 1994, que terminó con la victoria de Armenia.

Nagorno-Karabaj fue el primer conflicto congelado del espacio ex soviético, que de vez en cuando estalla.

En 1994, Armenia, Azerbaiyán y Nagorno-Karabaj, con mediación de Rusia, firmaron una tregua en el protocolo de Bishkek. A pesar del tiempo transcurrido, ni los contactos entre los gobiernos ni la mediación del Grupo de Minsk de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), que copresiden Rusia, Estados Unidos y Francia, han obtenido resultados satisfactorios.

Las nuevas escaramuzas entre los ejércitos de ambos países vecinos se reiniciaron en la frontera común el domingo 12 de julio, a 300 kilómetros al norte de Nagorno-Karabaj.

En estos bombardeos han muerto al menos 17 personas. Según despachos de agencias, civiles de ambos lados de la frontera aseguraron que sus casas han estado bajo fuego de guerra y que temían por su vida.

El jueves siguiente, Azerbaiyán amenazó con destruir las grandes infraestructuras de Armenia, incluida una central nuclear.

Según reseñan las agencias de noticias, la escalada de tensiones se produce luego de que el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, amenazó con abandonar la mesa de diálogo sobre Nagorno Karabaj, al considerar que su país tenía derecho a buscar “una solución militar” al conflicto.

“No hay una solución militar al conflicto y no hay alternativa a las negociaciones de paz, que satisfacen los intereses de todos los pueblos de nuestra región”, dijo Nikol Pashinian, presidente de Armenia.

Durante los últimos días, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea han conminado a Armenia y Azerbaiyán al cese de las hostilidades. El gobierno de Vladimir Putin, mediador principal del conflicto de Nagorno Karabaj, instó a ambos países “a la moderación”. Por su parte, Turquía, país enfrentado desde hace décadas con Armenia, reiteró su apoyo a Azerbaiyán.

Turquía, que tiene estrechos vínculos étnicos y culturales con Azerbaiyán, ha expresado un fuerte apoyo a Bakú (la capital y centro comercial de Azerbaiyán) en el conflicto. Estados Unidos y Rusia, que copresiden el grupo de Minsk de la OSCE. que ha tratado de negociar una solución del conflicto de Nagorno-Karabaj, han condenado la violencia y pedido moderación.

¿Y qué papel juegan las potencias internacionales?

La intervención internacional, especialmente la rusa, fue clave para detener las hostilidades en 1994. Desde entonces, como casi cualquier otro evento relativo al área de influencia de Rusia, las disputas entre Armenia y Azerbaiyán han tenido poca proyección mediática. Ahora la cosa podría cambiar: Oriente Medio vive un momento de alta inestabilidad, y tanto Rusia como Turquía, dos potencias históricas enfrentadas por sus esferas de influencia, han tenido un papel activo en el conflicto sirio.

Tayyip Erdogan, presidente turco, se ha mostrado particularmente beligerante durante los últimos días al reafirmar su apoyo a Azerbaiyán en términos agresivos. Tanto Putin como Erdogan articulan su retórica política interna en torno a su prominencia en las relaciones internacionales y, como se pudo apreciar en el caso de Siria, su relación está deteriorada. En el caso de Nagorno Karabaj, están condenados a enfrentarse: Azerbaiyán es un país musulmán y túrquico, mientras que Rusia es el único apoyo de Armenia en la región. El ejército ruso cuenta con una base permanente en el país caucásico, cuyo recelo de Turquía, Estado heredero del Imperio Otomano responsable del genocidio armenio, es público. 

Además, EEUU tiene bases en territorio turco, que albergan a las fuerzas estadounidenses y equipos militares, incluidas ojivas nucleares. 

El conflicto militar es lo último que cualquier país necesita en este momento. Tanto Armenia como Azerbaiyán están luchando por contener la pandemia de coronavirus. Ninguno de los países se beneficia de un conflicto en aumento en este momento. La lucha complica lo que ya es una delicada situación humanitaria en toda la región. Rusia, Irán y Asia Central están lidiando con tasas de infección extremadamente altas del coronavirus, el aumento del desempleo y las economías en dificultades. 

El 23 de marzo de este año, el secretario General de la ONU, António Guterres, hizo un llamado para un alto el fuego a escala mundial porque el mundo enfrenta un enemigo común, el covid-19, ya que este virus no entiende de nacionalidad ni de etnia, facción o fe. Ataca a todos, sin tregua. En un comunicado, Guterres instó a un fin inmediato de los combates y pidió a todos los involucrados que tomen medidas inmediatas para reducir la situación y evitar la “retórica provocativa”.

El hecho de que EEUU parezca pasivo no significa que no esté vitalmente preocupado. Azerbaiyán (país sumamente rico en petróleo y gas) alberga gasoductos y oleoductos con destino al oeste que atraviesan Georgia, Turquía y más allá. Esas tuberías son vulnerables al ataque de los armenios y todos lo saben. 

Si la OTAN/EEUU pudiere poner a Armenia (el único aliado de Rusia en la región y una democracia) de su lado, podría expulsar a Rusia de todo el Cáucaso y avanzar hasta el mar Caspio y más allá. Ésa es una de las razones por las cuales EEUU, y especialmente el Congreso estadounidense, siempre ha mantenido excelentes relaciones con Armenia. Por la misma razón, Rusia necesita a Armenia.

Desafortunadamente, dado que EEUU y la OTAN se han inclinado tradicionalmente hacia Turquía, que ha amenazado varias veces con atacar a Armenia y que cometió genocidio contra este país en 1915, no tienen credibilidad cuando se trata de proporcionar a Armenia una seguridad significativa.

Washington necesita tomar medidas si quiere preservar sus ganancias estratégicas en la región del Caspio; debe liderar el esfuerzo de alto el fuego y actuar como un agente honesto, de acuerdo con sus compromisos como copresidente del Grupo de Minsk. La OSCE durante casi 30 años ha liderado los esfuerzos internacionales para resolver el conflicto Armenia-Azerbaiyán. 

Washington también debería aumentar la capacitación y otra cooperación con Azerbaiyán y Georgia para proteger el oleoducto y el corredor de transporte que se extiende desde Azerbaiyán, a través de Georgia y Turquía en su camino hacia Europa.

Azerbaiyán es un Estado agresor de Armenia. ¿Por qué opino esto? Doy razones.

El accionar del estado de Azerbaiyán contra Armenia encuadra en lo que el Estatuto de Roma (instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional-Roma, el 17 de julio de 1998) establece como la figura del delito de “agresión”. ¿En qué consiste este crimen?

En mayo/junio de 2010, los Estados partes reunidos en Kampala, Uganda, para tratar el tema del crimen de agresión que no había sido definido en Roma, tomaron, en particular, una decisión importante. Una enmienda que establece un sistema permanente de responsabilidad penal internacional destinado a aplicar la norma más fundamental para gobernar la coexistencia pacífica de naciones: la prohibición del uso de la fuerza. El 14 de diciembre de 2017, la 16ª Asamblea de los Estados Partes adoptó por consenso una resolución que activa la jurisdicción de la Corte Internacional sobre el crimen de agresión a partir del 17 de julio de 2018. La definición del crimen de agresión, en el Art. 8 bis contiene dos partes: una cláusula general y una definición: “El crimen de agresión significa la planificación, preparación, iniciación o ejecución, por parte de una persona en posición de ejercer efectivamente el control o dirigir la acción política o militar de un Estado, de un acto de agresión que, por su carácter, gravedad y escala, constituye una violación manifiesta de la Carta de las Naciones Unidas”. 

Tal violación manifiesta debe implicar el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado, o de cualquier otra manera incompatible con la carta de las Naciones Unidas.

Así las cosas, el uso de la fuerza en legítima defensa (en este caso, por Armenia al repeler la agresión armada de Azerbaiyán en la frontera de ambos países), como también el uso de la fuerza autorizado por el Consejo de Seguridad, no puede calificarse como un acto de agresión.

Este crimen de agresión contra Armenia podría encontrarse agravado por el estado de pandemia en que se encuentra esa región y el mundo, al recordar las expresiones del secretario General de la ONU arriba señaladas.

Por consiguiente, por la conducta y accionar de Azerbaiyán -ya que se trató de un hecho ejecutado en la frontera de ambos países-, Armenia podría llevar a ese país ante los estrados de la Corte Penal Internacional.

El escenario de Armenia vs. Azerbaiyán posiciona automáticamente a Rusia y Turquía frente a frente (tanto en el ámbito geopolítico como desde un punto de vista histórico) en un momento de alta volatilidad. ¿Es un riesgo real? ¿Cuál es la motivación del accionar del eje EEUU/OTAN, Turquía y Azerbaiyán para avanzar sobre Armenia? ¿Qué argumentan para ello? Dejo planteado este interrogante.


(*) Abogada. Docente jubilada, cátedra de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, UNC

Comentarios 2

  1. Gariné Morcecian says:

    Estimada, muy buen análisis. Me gustaría contactarme con usted para hacerles unas consultas para un trabajo de investigación que tengo que realizar para la facultad (soy estudiante de Derecho).

  2. Balian Carlos says:

    Analisis meduloso,exposición meridiana,argumentación Científica.-Verdaderamente Meritorio.- Felicitaciones.-

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