Desde que aparecieron los teléfonos celulares, hay una preocupación instalada en la opinión pública respecto a que su uso podría producir la enfermedad del cáncer. Pese a no tener un aval científico comprobado, algunos grupos agitaban esta posibilidad, trayendo preocupación en parte de quienes usan masivamente este sistema de comunicación.
Vale recordar que es tal su popularidad y sencillez que su utilización se ha extendido al punto de que son hoy muy pocas las personas que los rechazan; incluso los teléfonos fijos resultan, por tal extenso empleo, casi objetos de museo. No obstante, la preocupación sigue latente.
Por suerte, la ciencia es generalmente inmune a las influencias de quienes rechazan sus postulados, y siguió adelante en su propósito de comprobar si la posibilidad de daño es real o no. Una noticia que fue publicada días pasados trae conclusiones de estudios recientes que han descartado que el uso de estos dispositivos sea cancerígeno.
Efectivamente, un nuevo informe encargado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y publicado en Environment International ha aportado pruebas concretas de que el uso del teléfono móvil y tecnologías inalámbricas no está relacionado con el cáncer.
Según lo expresado por el coautor del informe el científico Mark Elwood, de la Universidad de Auckland (Australia) en el trabajo se analizaron más de 5.000 estudios que incluyeron los cánceres de cerebro, glándula pituitaria, glándulas salivales y leucemias, concluyéndose que ninguno de los estudios mostró un mayor riesgo de cáncer cerebral con el uso del teléfono móvil. “Las evidencias no apoyan un mayor riesgo de cánceres por el uso de teléfonos móviles. Además, no hay pruebas que respalden ningún riesgo derivado de los transmisores de radiodifusión o las estaciones base”, afirma en un comunicado de prensa Keith Petrie, del Departamento de Medicina Psicológica de la Universidad de Auckland (Australia).
Según se divulgó, la tecnología inalámbrica “intercambia señales mediante ondas de radiofrecuencia. Las ondas de radiofrecuencia que utilizan las redes de telefonía móvil son una forma de radiación no ionizante, que utiliza cantidades ínfimas de energía para transmitir datos, pero, ni mucho menos, energía suficiente para dañar el cuerpo humano o el ADN”.
Como reiteradamente hemos dicho, hay abundante teoría conspirativa que circula -sobre todo por Internet- que con buena o mala intención pone en jaque el bienestar de las personas al sembrar la duda sobre los beneficios que nos proveen los avances científicos o tecnológicos de la época. Ya hemos hablado aquí del daño que hacen a la salud los movimientos antivacunas. Por eso, siempre es buena la respuesta de la ciencia, tanto como es necesario que se difundan sus conclusiones, por eso tocamos el tema en esta columna.
Por supuesto, como toda verdad científica, se halla sujeta a una permanente verificación pero -como dice el informe- el consenso científico es grande respecto a que no se han encontrado ninguna relación entre el uso del teléfono móvil y el cáncer, por lo que se puede afirmar con alto grado de certeza que las tecnologías inalámbricas no causan cáncer. Este consenso se basa en numerosos datos prueban de manera contundente que el uso de teléfonos móviles es completamente seguro para nuestro organismo.
No es menor lo que implica: que podemos seguir comunicándonos libremente, y los peligros están más dados por el uso indebido que distraiga de otras actividades como el manejar o cruzar una calle; o incluso, desde lo económico, cuidarnos de la factura que nos llega a fin de mes.
(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas
(**) Abogado. Doctor en derecho y ciencias sociales