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¿Qué rumbo tomará la economía de los países del Cono Sur en 2021?

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Por Danilo Díazgranados

Los pronósticos, más que inciertos, son poco alentadores. Las principales firmas de análisis de riesgo, los entes multilaterales y los bancos de inversión están expectantes acerca de cuál será el futuro de la economía en los países que conforman el llamado Cono Sur  latinoamericano. 

Las proyecciones varían de acuerdo con las circunstancias. La pandemia no ha sido benévola con el continente y es en Latinoamérica donde ha embestido con mayor fuerza. Los países han hecho múltiples esfuerzos por mantener a flote sus maltrechas finanzas, algunas de las cuales ya venían con “plomo en el ala” antes del aterrizaje del covid-19.

Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay son las economías que integran el Cono Sur, por lo que haremos un recorrido por los principales acontecimientos en el área económica que marcaron su desempeño, así como algunas proyecciones acerca de su devenir económico en el período que recién se inicia.

Argentina: drama al ritmo de un tango

Sin duda alguna, el ranking del peor desempeño financiero de la región lo lidera Argentina. Tras diez trimestres consecutivos sin registrar crecimiento alguno, el año 2020 se perfilaba como el de la recuperación. Pero llegó la crisis sanitaria, el confinamiento, la paralización de la actividad comercial y productiva y lo poco que se había logrado se fue a pique.

La administración del presidente Alberto Fernández logró negociar su deuda entre enero y noviembre y obtener, además, financiamiento extra como parte de un año signado por la reestructuración de la deuda con los acreedores privados. Aún queda pendiente cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar acreencias con ese organismo por unos 44.000 millones de dólares. Si no hubiese sido por la pandemia, para finales de 2020 el balance podría haber mostrado verdaderos signos de recuperación y no estaríamos hablando de rebote. 

Para el presente año, el Banco Mundial (BM) ha mostrado un poco más de optimismo en lo concerniente a la recuperación de la economía argentina en comparación con otros entes multilaterales. De acuerdo con sus pronósticos, habrá un crecimiento de 4,9% en 2021, lo que se constituirá en la “primera tasa de crecimiento en cuatro años». 

Según el organismo, entre los factores que podrían incidir positivamente en la recuperación del consumo privado y la inversión se encuentran «un relajamiento de la pandemia y medidas de mitigación y desvanecimiento de la incertidumbre que rodean la reciente reestructuración de la deuda». No obstante, el documento del BM alerta sobre que ante la posibilidad de que el consumo se ralentice, se proyecta un crecimiento más suave para 2022 y se estima que alcance 1,9%.

De cumplirse las proyecciones privadas, que preveían un derrumbe del PIB para 2020 cercano a 11%, se comprobará que el período recién finalizado será el de peor desempeño económico en toda la historia de Argentina.

Las esperanzas, al igual que en el resto del mundo, están puestas en la rápida aplicación de la vacuna, que será el hecho de mayor relevancia. De la salud física dependerá la salud económica.

Brasil: el optimismo a flor de piel

Considerada la mayor economía de Latinoamérica y la sexta a escala mundial, Brasil ha sido el país donde la pandemia ha causado mayores estragos, en razón de las débiles medidas de confinamiento y aseguramiento de su población frente al covid-19.

A pesar de sus altos índices de pobreza y desigualdad social, Brasil es considerada una nación próspera y estable, uno de los destinos preferidos por los capitales foráneos. De allí parte de su fortaleza para enfrentar con buen pie las dificultades que, en materia económica, ha dejado el coronavirus a su paso.

El Banco Central de Brasil ha previsto un repunte de su PIB de 3,8% aproximadamente, mientras que el Ministerio de Hacienda pronostica que será de 3,2%. Según el ente emisor, la contracción esperada para 2020 será de 4,4%, cifra que muestra el peor desempeño histórico de la economía brasileña. 

Por su parte, el BM proyecta que en el presente año habrá un crecimiento de 3% y luego un ligero retroceso hasta 2,6% para 2022. La mejora en la confianza y unas excelentes condiciones crediticias apuntalarán ese incremento del PIB. No obstante, al igual que en toda la región, tal crecimiento no será suficiente para recuperar lo perdido en 2020. 

Mientras tanto, el presidente Jair Bolsonaro dijo en fecha reciente que “Brasil está quebrado, no puedo hacer nada”. La pregunta es: ¿dónde queda el optimismo que caracteriza a los brasileños? Las ayudas para más de 68 millones de personas han cesado. El desempleo y la miseria campean por las calles de las principales urbes del “gigante del sur”. No obstante el desánimo del mandatario, las perspectivas de recuperación son optimistas.

La caída de la producción -que se venía observando previo a la pandemia-, el descenso de los precios en los mercados internacionales de las materias primas exportadas por Brasil, el incremento en los índices de desempleo, así como otros factores de peso, han hecho mella en la economía brasileña.

Tan solo se espera que, con el advenimiento de la vacuna, la economía de este país vuelva a recuperar la estabilidad necesaria para evitar un colapso mayor, así como la credibilidad de los inversionistas extranjeros.

Chile: desestabilización social y crisis sanitaria

Para nadie es un secreto que en 2018, dos años antes de que el covid-19 se instalara en el pujante Chile, se sucedieron serios conflictos de orden político y social que detuvieron la aparente calma y tranquilidad que rodeaba el acontecer financiero y económico de la economía más estable de la región. El descontento tomó las calles. La violencia se desbordó.

Disturbios, manifestaciones, revueltas. Santiago, su capital, vivió por cerca de dos meses una etapa de desestabilización total, que mermó la confianza de inversionistas extranjeros y foráneos. Los capitales comenzaron a repensar su estrategia de establecerse en ese país y algunos de ellos declinaron la oferta más allá de los múltiples beneficios que les reportaría  invertir en esa nación.

La economía local comenzó a fracturarse pero la solvencia y la muy bien ganada reputación en los mercados financieros internacionales pudo más que la conmoción política. Y cuando todo parecía que iba nuevamente por buen camino, irrumpió la pandemia con toda su fortaleza, llevándose por el medio importantes repuntes que hablaban del retorno a la tranquilidad de la economía chilena. El año 2019 fue difícil, controvertido; 2020 iba a ser mejor…

Pero a pesar de esas circunstancias, de acuerdo con el BM la economía chilena crecerá 4,2%, lo que la coloca levemente por encima del panorama global, estimado en 4% y muy superior al de América Latina en su conjunto, calculado en 3,7%. Se ha previsto que para el año que recién finalizó, el descenso del PIB pueda estar cercano a 6,2%.

No hay duda de que los inversionistas estarán muy de cerca observando la evolución de la economía de Chile pues, si bien es cierto que a raíz de los sucesos de 2018 muchos desistieron en sus planes de invertir en ese país, también es un hecho que un gran porcentaje está a la caza de atractivos mercados para establecerse, y esa nación es una de las más apetecibles y que ofrece mejores oportunidades para recibir dinero fresco, con lo cual aliviarían, en gran medida, algunas de las dificultades que les ha dejado la pandemia y las secuelas de la inestabilidad política de hace dos años. 

Uruguay: la caída fue estrepitosa

Eso es lo que están demostrando los resultados. Efectivamente, Uruguay está pasando por un período un tanto incierto a raíz de las no muy acertadas medidas y políticas de Estado destinadas a mitigar los nocivos efectos que la pandemia le ha traído.

Para el último trimestre de 2020 se perfilaba un ambiente optimista, ya que se preveía un ligero repunte en una de las actividades económicas que mayores beneficios trae al país: el turismo, cuyo aporte al PIB es cercano a 8%. Pero nada sucedió como se esperaba y los turistas –en su gran mayoría provenientes de Argentina- no pudieron llegar a disfrutar del verano en el pequeño país sureño. 

Según el BM, Uruguay se destaca en América Latina por ser una sociedad igualitaria, por su alto ingreso per cápita, sus bajos niveles de desigualdad y pobreza y por la ausencia casi total de indigencia. Sin embargo, esa percepción no es la que acompaña al Uruguay de hoy, en plena crisis sanitaria por la pandemia.

Las finanzas se han visto seriamente comprometidas. Si bien se trata de una economía estable, que no ha dejado de crecer desde el año 2003, el panorama para 2021 se presenta de manera un tanto incierto, por cuanto el covid-19 ha derribado los cimientos de lo que parecía ser uno de los países menos vulnerables al paso de la pandemia. 

Para el año que recién culminó, el BM pronostica una caída del PIB de 4,3%, mientras que para 2021 los cálculos apuntan a que habrá un crecimiento de 3,4%. Será en los albores del año 2022 cuando se observarán números reales positivos y de recuperación en la economía uruguaya. 

Paraguay: el menos afectado de la región

Con una proyección de caída de su economía en 2020 de 1,1%, Paraguay se perfila como uno de los pocos países en el mundo que mostraron menos derrumbe de su producto interno bruto, de acuerdo con las estimaciones del BM, que también redujo las proyecciones de crecimiento para 2021 de 4,2% a 3,3%.

En el documento “Un Paraguay para todos”, recientemente publicado, cuya autoría corresponde al gobierno, se destaca que a 2018 se completaron 16 años de crecimiento ininterrumpido, “el período más largo de la historia económica del país”. Durante 2019, el crecimiento no se detuvo y sólo se vio interrumpido por la aparición de la pandemia en 2020.

Las cifras muestran que el impacto de la pandemia en Paraguay fue muchísimo menor que al resto de sus vecinos. ¿Las razones? Según lo expresado por el presidente Mario Abdo Benítez, las medidas de contención social de su gobierno fueron las más incisivas de la región, afectaron a más de 3 millones de paraguayos -de una población de 7 millones- y se contempla un nuevo plan para alcanzar a otras 1.250.000 personas.

Las expectativas acerca del acontecer económico regional no son las más favorables, salvo algunas excepciones. Lo que queda del todo claro es que los países irán mejorando su desempeño financiero mediante la aplicación de políticas y estrategias basadas en el fortalecimiento de su aparato productivo, el retorno de la actividad crediticia y el fortalecimiento institucional. La inversión extranjera y local también desempeñará un papel clave para la recuperación del empleo y la disminución de la pobreza.

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