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Qué puede esperar América Latina de 2021

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José Emilio Ortega – Santiago Espósito (*) 

América Latina llega a 2021 inmersa en la incertidumbre y la polarización. Esperando la vacuna contra el covid-19, que llega en cuentagotas y que permitiría recuperar el ingreso y el empleo. 

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la región se contrajo 7,7% en 2020 y se recuperará 3,7% en 2021, principalmente por un rebote estadístico, lejos de los niveles de actividad previos a la pandemia (que se alcanzarían en 2024). La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que durante los últimos 10 meses los mercados de trabajo de América Latina y el Caribe han retrocedido unos 10 años, alcanzando el desempleo a 30 millones de personas. El director Regional del organismo declaró que el empleo está en terapia intensiva. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que la contracción en las exportaciones de bienes de América Latina y el Caribe llegará a 13%, tras haber caído hasta 27,5% interanual en el segundo trimestre.

Este brutal impacto productivo no prevé respuestas fiscales ni monetarias por parte de los Estados latinoamericanos. La Unión Europea aprobó un plan de reactivación por 750.000 millones de euros y el Congreso de Estados Unidos hizo lo propio por 900.000 millones de dólares. Sin esas posibilidades, la región apuesta a sus acotados recursos propios y capacidad de endeudamiento externo.

Después del descontento social de 2019, seguido por la crisis sanitaria en 2020, el nuevo año pondrá a prueba a varias democracias en América Latina, cuyo calendario electoral muestra importantes paradas. 

Ecuador elegirá presidente el 7 de febrero, en medio de una tormenta económica y una criticada gestión sanitaria. La campaña presidencial comenzó el 31 de diciembre con 16 candidatos. No podrá postularse Rafael Correa, inhabilitado como candidato para la vicepresidencia, pero la elección apunta a una polarización entre el banquero Guillermo Lasso y Andrés Arauz, apoyado por Correa. Otro candidato de peso en las encuestas, el empresario Álvaro Noboa, aún tiene su postulación pendiente de aprobación. 

En Perú, que tuvo tres presidentes durante 2020, las elecciones se realizarán el 11 de abril. La inestabilidad política se refleja en un agotador récord de 22 candidatos presidenciales, destacándose el ex presidente Ollanta Humala, el tercer intento de Keiko Fujimori –ambos estuvieron presos por hechos de corrupción-, el economista Hernando de Soto y el ex futbolista George Forsyth, quien lidera las intenciones de voto. Quizás sea el escenario de mayor incertidumbre de toda la historia electoral reciente de Perú.

En Chile, los electores definirán en abril a los integrantes de la Convención encargada de redactar una nueva Constitución; y en noviembre, al nuevo presidente. Habrá también legislativas y por primera vez se votarán autoridades regionales (subnacionales). Son tiempos impredecibles en el país vecino, marcado por la probable ruptura con el orden político-partidario imperante en los últimos 30 años. 

En Nicaragua, su presidente Daniel Ortega, luego de 14 años en el poder, ahora ha logrado un reaseguro para las elecciones a realizarse en noviembre. El Congreso aprobó a fines de 2020 una ley que permite vetar las candidaturas de quienes sean considerados “traidores de la patria” y habilita procesar penalmente a los opositores; todo parece indicar que no habrá elecciones libres y que los débiles fundamentos democráticos que restaban en pie serán destruidos.   

Honduras, marcada por el malestar social desde que el presidente Juan Orlando Hernández fue reelegido (2017) para un segundo mandato en medio de acusaciones de fraude por la oposición, elegirá un nuevo presidente en noviembre. El escenario es incierto.

El 6 de junio, México renovará la Cámara de Diputados. El Morena, partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, encabeza las encuestas; el histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y Revolución Democrática (PRD) oficializaron esta semana una alianza denominada “Va por México”, lo que implica un escenario de concentración que todavía tiene que consolidarse. 

Argentina, todavía sin certezas sobre la realización de las primarias (agosto), celebrará las elecciones legislativas generales en octubre, ante un panorama que marcará una polarización similar a la ocurrida en 2019, entre la coalición peronista y el entente conservador-radical denominado en el último comicio, Juntos por el Cambio. 

Se mantiene la expectativa por la actitud de Estados Unidos ante la región, que requerirá de auxilios fiscales, y respecto a Venezuela, por ahora lejos de una salida negociada. 

Al clima de antipatía y resentimiento por la ineficacia política y a la débil estructura social y económica hay que añadir la persistencia de la pandemia. Probablemente persistan las quejas y protestas. Sin otear aún cierto horizonte de estabilidad, 2021 exigirá el máximo esfuerzo gubernamental para innovar y reinventarse en la incerteza. 


(*) Docentes de la Universidad Nacional de Córdoba

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