El soleado jueves 15 pasado participamos -junto a un grupo de colegas- de una recorrida institucional por la planta de Volkswagen Centro Industrial Córdoba. Se trataba de una actividad convocada por esa autopartista con el fin de reunir los principales medios de comunicación de Córdoba y hacernos conocer sus principales novedades.
Por Adolfo Ruiz – Jefe de Redacción Comercio y Justicia
Las caminatas guiadas por las plantas MQ 200A y MQ 200B resultaron una excelente oportunidad para conocer in situ el sistema industrial que permite fabricar una caja de velocidades cada 17 segundos y proveer con ella a cuatro mercados del continente americano, uno del africano y cinco del europeo. “Fuera de Alemania somos la fábrica de cajas de velocidad más grande del mundo”, dijo con orgullo para la prensa el director de la planta, ingeniero Carlos Testa -el primer cordobés en ocupar ese cargo jerárquico-.
El paseo por las líneas de montaje y las espaciosas naves -en las que lucían las automatizaciones, los brazos robóticos, los aceitados sistemas de seguridad y control de calidad- fue precedido por la proyección de dos videos institucionales y luego por una breve conferencia de prensa en la que los periodistas pudieron plantear sus consultas a los gerentes de la automotriz, incluyendo a Mauricio Businello, director de Relaciones Institucionales.
Luego de abordar cuestiones netamente industriales -como la capacidad real de la planta, la inversión de 17 millones de euros para la última ampliación, los mercados destino, los socios comerciales y hasta la lectura de las recientes PASO-, cayó casi por gravedad la pregunta sobre los recientes despidos de 19 empleados. Con gesto serio, el propio director Testa hizo una pausa, miró a su asesor de RRII y contestó escueto: “Eso es algo que están manejando nuestros abogados y en el estricto marco que corresponde, que es el judicial”.
El problema es que no se trataba de cualesquiera despidos sino que estaban sospechados de haber sido discriminatorios debido a la militancia de los despedidos en la Lista 2, opositora a oficialismo del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata), conducido por el ex ministro de Trabajo Omar Dragún. A tal punto han sido polémicos esas medidas que la propia Justicia ordenó que cuatro de los empleados fueran restituidos en sus puestos, al considerar que se trataba de decisiones discriminatorias.
Hasta el momento de la consulta -y entendemos que hasta ahora tampoco- la automotriz se negó de forma tajante a obedecer la decisión judicial y los empleados siguen sin ser reincorporados. A eso justamente se refería el director Testa, cuando dijo que el tema se estaba manejando “en sede judicial”.
Pero para que no quedaran dudas, aclaró sin esperar a ser consultado: “Ninguno era delegado ni sindicalista, y Volkswagen se ha manejado siempre dentro de la ley”.
-Entonces ¿por qué los despidos?, preguntamos. “Como empleadores hemos hecho uso del derecho que tenemos a despedir sin causa”, respondió incómodo el director de planta.
Luego él mismo descartó cualquier dificultad económica en el devenir comercial- industrial de la firma, aclarando que “se dejaron de contratar horas extras” a partir de la inauguración de la nueva nave: “Transferimos los operarios de los fines de semana para conformar la plantilla de la nueva planta”.
La visita -que incluyó almuerzo- terminó pasado el mediodía, media hora antes de que se desatara en el acceso a la planta de avenida O’Higgins una marcha en reclamo por las reinstalaciones ordenadas por la Justicia. El timming de los encargados de prensa de VW había resultado perfecto.
Anuncios inesperados
Sólo tres días después de que publicamos detalles del sólido devenir de la ex Transax en Córdoba -bajo el título “VW fabrica una caja cada 17 segundos”-, resultamos sorprendidos por un anuncio de la propia firma, que ni de cerca estuvo sugerido durante las casi tres horas que pasamos dentro de ella: anunciaba un esquema de suspensiones rotativas para 270 de sus 1.900 empleados, argumentando una “merma en la demanda”.
Nada de eso había señalado tres días antes el director, cuando orgulloso respondía: “Somos una planta netamenta exportadora, con lo cual lo que suceda en el país tiene una influencia baja en nuestro esquema de producción”.
Luego aclaraba que “la caída en algunos mercados externos, como Europa, ha sido sustituida por la apertura de nuevos mercados, como el de Estados Unidos”. Ninguna de sus afirmaciones hacía prever que en 72 horas le estaría llegando el telegrama de suspensión a 14 por ciento del personal.
La lectura se vuelve más llamativa aún al conocerse el detalle de que la totalidad de las suspensiones rotativas por dos semanas corresponden al personal de la planta MQ250 (la única que no formó parte de la recorrida de prensa), en donde “llamativamente” sus delegados están más “referenciados” con la lista opositora a la conducción del Smata. De allí que a la conclusión que algunos entendedores de los manejos gremiales llegan es que la direccionalidad de las suspensiones tal vez incluya un condimento relacionado con la interna gremial, en la que la empresa no se priva de participar.
Autocrítica
Más allá de lo especulativo, como periodistas nos toca realizar también cierto ejercicio de autocrítica. Accedimos a una visita de prensa en la que fuimos tratados con cordialidad absoluta. Visitamos una planta que nos generó asombro por su tecnología, su orden y limpieza, su ritmo de trabajo.
Además, los jerárquicos de la firma alemana salvaron todas y cada una de nuestras dudas técnicas y respondieron todas nuestras preguntas. Pero está claro que se guardaron respuestas cuando las consultas iban orientadas hacia el alboroto interno que se insinuaba en la planta por los despidos.
Resulta difícil presumir que la ruidosa decisión de las suspensiones no era cobijada “in péctore” por los directivos de la industrial en el mismo momento de la recorrida. Y por eso nos queda la sensación de que, al fin y al cabo, la recorrida de la que fuimos parte resultó en buena medida una magnífica puesta en escena. Sin dudas, debimos haberla advertido.